Nuestra Palabra Dominical - Vicaría de Pastoral Arquidiócesis de Bs. As.

8 de diciembre de 2010 - INMACULADA CONCEPCION DE LA VIRGEN MARIA

...Porque El hizo maravillas...

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Génesis 3, 9-15. 20

Después que Adán comió del árbol, el Señor Dios llamó al hombre y le dijo:
« ¿Dónde estás?»
«Oí tus pasos por el jardín, respondió él, y tuve miedo porque estaba desnudo. Por eso me escondí.»
El replicó: « ¿Y quién te dijo que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol que yo te prohibí?»
El hombre respondió: «La mujer que pusiste a mi lado me dio el fruto y yo comí de él.»
El Señor Dios dijo a la mujer: « ¿Cómo hiciste semejante cosa?»
La mujer respondió: «La serpiente me sedujo y comí.»
Y el Señor Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho esto, maldita seas entre todos los animales domésticos y entre todos los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu vientre, y comerás polvo todos los días de tu vida. Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo. El te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón.»
El hombre dio a su mujer el nombre de Eva, por ser ella la madre de todos los vivientes.
Palabra de Dios.

SALMO Sal 97, 1. 2-3b. 3c-4 (R.: 1a)
R. Canten al Señor un canto nuevo, porque él hizo maravillas.

Canten al Señor un canto nuevo,
Porque él hizo maravillas:
Su mano derecha y su santo brazo
Le obtuvieron la victoria. R.

El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado
el triunfo de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos. R.

SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Efeso 1, 3-6. 11-12

Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo, y nos ha elegido en Él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor.
Él nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, que nos dio en su Hijo muy querido.
En Él hemos sido constituidos herederos, y destinados de antemano -según el previo designio del que realiza todas las cosas conforme a su voluntad- a ser aquellos que han puesto su esperanza en Cristo, para alabanza de su gloria.
Palabra de Dios.

EVANGELIO
X Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38

En el sexto mes, el Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: « ¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin.»
María dijo al Ángel: « ¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?»
El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios.»
María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho.»
Y el Ángel se alejó.
Palabra del Señor

Para reflexionar

· Hoy celebramos una fiesta que llena de esperanza a toda la humanidad. No es sólo el recuerdo de una mujer, María de Nazaret, que fue concebida sin pecado porque iba a ser la Madre del Mesías, sino que es "el feliz comienzo de la Iglesia". María aparece como la que vive por adelantado la redención que nos traerá la Pascua de Cristo. En María queremos reconocer la obra salvadora de Dios en su humilde servidora y desde ella en nosotros; y por eso dejarnos contagiar de su fidelidad al Padre.
· Es la fiesta de todos los que nos sentimos de alguna manera, representados y unidos a ella. En la joven de Nazaret, se realiza en forma excelsa y superior lo que esperamos que se realice en cada uno de nosotros y en toda la Iglesia. María, Santa e Inmaculada desde su concepción, es modelo y llamada, a esa santidad en la cual todos nosotros fuimos concebidos por Dios en el bautismo, para que Cristo viva en nosotros, y despliegue en nuestra vida toda su fuerza salvadora.
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· La primera lectura nos presenta al hombre y a la mujer frente a Dios que los descubre y les hace tomar conciencia de esa situación que constantemente los desgarra interiormente: el pecado. El hombre se siente tironeado por dos fuerzas opuestas que se disputan el terreno de su conciencia y libertad. Llevamos en nuestro interior la semilla del egoísmo, de la envidia, de la ambición, de la prepotencia, de la mentira. Pero Dios pone delante de los hombres el anuncio de una humanidad que como linaje de mujer, alcanzará finalmente la victoria. De la misma humanidad que sufre el peso del pecado, ha de surgir la salvación. Esta promesa de Dios se cumple cuando un descendiente de mujer, Jesús, vence al pecado en una vida de perfecta santidad y obediencia al Padre.
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· Pablo en la Carta a los Efesios nos recuerda que Dios nos ha bendecido con toda clase de bendiciones, nos ha elegido y predestinado en Cristo para que fuésemos santos e inmaculados en su presencia, transformándonos así en hijos y herederos. En María se cumple y realiza esta predestinación. María fue mucho más que incontaminada por el pecado; María fue sobre todo "irreprochable en el amor" y vivió positivamente todo lo que el amor significa.
· Nosotros fuimos llamados desde siempre a la más total y perfecta vida nueva en santidad: para ser "santos e inmaculados"; irreprochables en el amor.
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· En el evangelio de la Anunciación la promesa abre paso al cumplimiento. La humanidad por María se transforma en "llena de gracia", porque “el Señor está con ella”. En el diálogo del ángel con la Virgen, se condensa la historia del diálogo de Dios con la humanidad. Especialmente con la humanidad que está dispuesta a escuchar al Señor y a seguir su camino. Algo tan grande y magnífico es expresado con sencillez. Un "sí" definitivo y fecundo, inicia una nueva etapa en la historia de la humanidad, en un lugar de donde se cree que nada puede venir: de la periferia, de la pobreza y marginación.
· En la humildad de una mujer ignorada, se anuncia la realización de la historia de Salvación en su Hijo, esperanza de la humanidad. Porque el hijo que concibe y engendra María es el santo y el hijo de Dios. Lucas a través de la figura de María nos presenta a Jesús y su misión.
· Era necesaria una mujer, que en nombre de toda la humanidad, permitiera que Dios se hiciera hombre y diera cumplimiento a su promesa. María se convierte en el modelo de cómo Dios puede cambiarlo todo: de una humilde virgen hebrea, hace una figura extraordinaria para todos los pueblos.
· Ella es la primera creyente del pueblo de Dios, que supo entregarse de lleno al cumplimiento de la voluntad de Dios. Si por Eva, la primera madre, pudo entrar la rebeldía y el egoísmo al mundo, por María, la segunda, nos llega la santidad en la obediencia filial y en el amor.
· La fiesta de hoy nos anuncia que del linaje de la mujer, saldrá quién aplastará la cabeza de la serpiente, y que también nosotros unidos a Cristo estamos llamados a aplastar esa cabeza del pecado, tal como lo hizo María concibiendo a Cristo en nuestra vida por la fe. Si el hombre viejo se dejó seducir por la serpiente, la nueva humanidad debe dejarse impulsar por el mismo Espíritu, que engendró a Jesús en el seno fiel de María; el mismo que es derramado en nuestros corazones si nos abrimos a la Palabra.
· Hoy contemplamos a quién, vaciándose totalmente de sí misma y de todo rastro de egoísmo, se deja llenar de la gracia de Dios, que es el mismo Cristo Jesús, el que da sentido a su vida. María es la llena de gracia, no solamente porque llevó a Jesús en su seno, sino porque lo abrazó por la fe haciéndose discípula de su palabra, lo siguió por el camino de la cruz, y esperó con confianza plena el cumplimiento total de la promesa.
· María es comienzo e imagen de la Iglesia, esposa de Cristo figura de la Iglesia. De la misma manera que María fue elegida y preparada para ser una madre digna del Hijo de Dios, la Iglesia ha sido destinada a ser la madre que engendra por el bautismo nuevos hijos de Dios.
· Nuestro camino y compromiso como creyentes es dejar que la Palabra viva y eficaz de Dios se encarne en nosotros, y a través nuestro, en los lugares, ambientes y estructuras de la sociedad “no como un barniz superficial” sino “transformando los valores determinantes, las líneas de pensamiento, los criterios de juicio”. La Iglesia encarnada por la palabra, con la fuerza del Espíritu, debe encarnarse más y mejor en el pueblo. Así se recibe el anuncio y se anuncia el Evangelio.

Para discernir

· ¿Experimento la maternal compañía de la Virgen María?
· ¿Descubro en Ella un llamado y un estímulo para mi camino de santidad?
· ¿Siento la invitación del Señor a dejar que su palabra se encarne en mi vida y en el
mundo?

Repitamos a lo largo de este día

…Dios te salve María… Llena eres de gracia !!!

Para la lectura espiritual

“No temas María”

…”Oíste, Virgen, que concebirás y darás a luz a un hijo; oíste que no será por obra de varón, sino por obra del Espíritu Santo. Mira que el ángel aguarda tu respuesta, porque ya es tiempo que se vuelva al Señor que lo envió. También nosotros, los condenados infelizmente a muerte por la divina sentencia, esperamos, Señora, esta palabra de misericordia. Se pone entre tus manos el precio de nuestra salvación; en seguida seremos librados si consientes. Por la Palabra eterna de Dios fuimos todos creados, y a pesar de eso morimos; mas por tu breve respuesta seremos ahora restablecidos para ser llamados de nuevo a la vida...
¿Por qué tardas? Virgen María, da tu respuesta. Responde presto al ángel, o, por mejor decir, al Señor por medio del ángel; responde una palabra y recibe al que es la Palabra; pronuncia tu palabra y concibe la divina; emite una palabra fugaz y acoge en tu seno a la Palabra eterna. Cree, di que sí y recibe. Que tu humildad se revista de audacia, y tu modestia de confianza. De ningún modo conviene que tu sencillez virginal se olvide aquí de la prudencia. En este asunto no temas, Virgen prudente, la presunción; porque, aunque es buena la modestia en el silencio, más necesaria es ahora la piedad en las palabras.
Abre, Virgen dichosa, el corazón a la fe, los labios al consentimiento, las castas entrañas al Criador. Mira que el deseado de todas las gentes está llamando a tu puerta. Si te demoras en abrirle, pasará adelante, y después volverás con dolor a buscar al amado de tu alma. Levántate, corre, abre. Levántate por la fe, corre por la devoción, abre por el consentimiento.
“Aquí está –dice la Virgen- la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.” (Lc 1,38)…

San Bernardo (1091-1153) monje cisterciense, doctor de la Iglesia
Homilía 4, 8-9: Opera omnia, edición cisterciense, 4 (1966)

Para rezar

María, Madre de Jesús y Madre nuestra,
da firmeza a nuestro corazón
para podamos comprender la esperanza
de gloria a la que fuimos llamados.
María, Madre de Jesús y madre nuestra,
pacifica nuestros corazones
para que podamos abandonarnos al poder del Altísimo.
María, Madre de Jesús y madre nuestra,
enséñanos el camino de la caridad sincera
que se nutre del amor del Padre
y florece en la vida de los hombres, nuestros hermanos.
María, Madre de Jesús y madre nuestra,
ahonda la contemplación de la belleza de tu vida
para que no nos resistamos a transformar
desde la pureza del amor verdadero
la vida del mundo que nos confiaste.

5 de diciembre de 2010 - II DOMINGO DE ADVIENTO - Ciclo A

¡Conviértanse: el Reino de los Cielos está cerca!

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 11, 1-10

Saldrá una rama del tronco de Jesé y un retoño brotará de sus raíces. Sobre él reposará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor del Señor -y lo inspirará el temor del Señor- .
El no juzgará según las apariencias ni decidirá por lo que oiga decir: juzgará con justicia a los débiles y decidirá con rectitud para los pobres del país; herirá al violento con la vara de su boca y con el soplo de sus labios hará morir al malvado. La justicia ceñirá su cintura y la fidelidad ceñirá sus caderas.
El lobo habitará con el cordero y el leopardo se recostará junto al cabrito; el ternero y el cachorro de león pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá; la vaca y la osa vivirán en compañía, sus crías se recostarán juntas, y el león comerá paja lo mismo que el buey.
El niño de pecho jugará sobre el agujero de la cobra, y en la cueva de la víbora meterá la mano el niño apenas destetado. No se hará daño ni estragos en toda mi Montaña santa, porque el conocimiento del Señor llenará la tierra como las aguas cubren el mar.
Aquel día, la raíz de Jesé se erigirá como emblema para los pueblos: las naciones la buscarán y la gloria será su morada.
Palabra de Dios.

SALMO Sal 71, 1-2. 7-8. 12-13. 17 (R.: cf.7)
R. Que en sus días florezca la justicia y abunde la paz eternamente.

Concede, Señor, tu justicia al rey
y tu rectitud al descendiente de reyes,
para que gobierne a tu pueblo con justicia
y a tus pobres con rectitud.

Que en sus días florezca la justicia
y abunde la paz, mientras dure la luna;
que domine de un mar hasta el otro,
y desde el Río hasta los confines de la tierra.

Porque él librará al pobre que suplica
y al humilde que está desamparado.
Tendrá compasión del débil y del pobre,
y salvará la vida de los indigentes.

Que perdure su nombre para siempre
y su linaje permanezca como el sol;
que él sea la bendición de todos los pueblos
y todas las naciones lo proclamen feliz.

SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 15, 4-9

Hermanos:
Todo lo que ha sido escrito en el pasado, ha sido escrito para nuestra instrucción, a fin de que por la constancia y el consuelo que dan las Escrituras, mantengamos la esperanza. Que el Dios de la constancia y del consuelo les conceda tener los mismos sentimientos unos hacia otros, a ejemplo de Cristo Jesús, para que con un solo corazón y una sola voz, glorifiquen a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo.
Sean mutuamente acogedores, como Cristo los acogió a ustedes para la gloria de Dios. Porque les aseguro que Cristo se hizo servidor de los judíos para confirmar la fidelidad de Dios, cumpliendo las promesas que él había hecho a nuestros padres, y para que los paganos glorifiquen a Dios por su misericordia. Así lo enseña la Escritura cuando dice: Yo te alabaré en medio de las naciones, Señor, y cantaré en honor de tu Nombre.
Palabra de Dios.

EVANGELIO
XLectura del santo Evangelio según san Mateo 3, 1-12

En aquel tiempo, se presentó Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea: «Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca.» A él se refería el profeta Isaías cuando dijo: Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos.
Juan tenía una túnica de pelos de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. La gente de Jerusalén, de toda la Judea y de toda la región del Jordán iba a su encuentro, y se hacía bautizar por él en las aguas del Jordán, confesando sus pecados.
Al ver que muchos fariseos y saduceos se acercaban a recibir su bautismo, Juan les dijo:
«Raza de víboras, ¿quién les enseñó a escapar de la ira de Dios que se acerca? Produzcan el fruto de una sincera conversión, y no se contenten con decir: "Tenemos por padre a Abraham". Porque yo les digo que de estas piedras Dios puede hacer surgir hijos de Abraham. El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles: el árbol que no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego.
Yo los bautizo con agua para que se conviertan; pero aquel que viene detrás de mí es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de quitarle las sandalias. El los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. Tiene en su mano la horquilla y limpiará su era: recogerá su trigo en el granero y quemará la paja en un fuego inextinguible.»
Palabra del Señor.

Para reflexionar

“Cuenta una antigua leyenda que llegaría el día en el que los hombres se quedarían sin esperanza, imaginación y aspiraciones. El día en que en el mundo nadie intentaría nada nuevo. La humanidad se sumergiría en la monotonía y se perdería todo interés, creencias y voluntad de cambio. El caos reinaría por doquier y las personas dormirían sumidas en la más profunda tristeza, pues nadie albergaría ilusión alguna y todo se creería hecho e imposible de mejorar. Todas las canciones inventadas, todas las películas rodadas, todos los cuadros pintados. ¿A qué debían echar la culpa? ¿Guerras? ¿Destrucción masiva del medio ambiente? ¿Ruptura de los derechos humanos?
Todo ello era sólo un ejemplo de lo existente y algunos de los posibles culpables. Pero lo importante ya no era eso. Aquello ya no tenía importancia alguna porque se había transformado en lo habitual y no era considerado algo alarmante. Todos conocían la existencia de esos males y todos se habían acostumbrado a ellos. La gente caminaba por la calle como auténticos muertos en vida. Se miraban pero no veían nada, se hablaban pero no oían nada. Nadie escuchaba más que a esa voz interior y falsamente tranquilizadora que les decía que todo iba bien mientras les iba consumiendo y ennegrecía sus corazones y les hacía creer que su vida y su mundo eran normales La única esperanza surgiría de los únicos seres capaces de alterar el decadente y terminal curso de la vida y evitar un destino peor que la muerte física: la muerte interior. Únicamente los Vendedores de Sueños tendrían ese poder”. (Los Vendedores de Sueños - Cristina L. Más). Todo parecido con la realidad es una simple coincidencia.

• Sin lugar a dudas el peor de los robos, es el de la capacidad de soñar. Tener un sueño nos hace tener una dirección, metas, esperanzas, planes, objetivos. El que ha perdido la capacidad de soñar, pierde la oportunidad de alegrarse, de vivir con esperanzas, de disfrutar cuando se alcanza lo deseado. Si no nos animamos a soñar tarde o temprano terminamos viviendo de los sueños o a las realidades de otros. Si dejamos de soñar envejecemos antes y con nosotros el mundo.
• Soñar con los ojos bien abiertos puede transformarse en el motor de la vida, el gozo que se al ver el sueño hecho realidad es lo que nos empuja a seguir hacia delante. Cuando esto no se tiene llega el abandono de uno mismo, la desilusión, el desgano. “Muéstrame un obrero con grandes sueños y en él encontrarás un hombre que puede cambiar la historia. Muéstrame un hombre sin sueños, y en él hallarás a un simple obrero”. James C. Penny
• La manipulada realidad en que nos movemos se ha robado los sueños de muchos. Las exigencias del día a día nos abruman. No nos permitimos soñar, que nuestra alma vuele y que podamos realizar lo único que realmente es nuestro, los sueños, el arte de pensar lo impensable, de querer alcanzar aquello que jamás pensaríamos que podría ser, de tomar con las propias manos lo inigualable de la vida.
• Los soñadores y los esperanzados son una raza en extinción. El avance de la sociedad se los comió y han sucumbido a los encantos de las luces de los letreros o de las cuotas facilitadoras que permiten tener “la felicidad a bajo interés”. Cuando se deja de soñar, la realidad resulta insoportable y buscamos el dormirnos en la evasión o la fantasía. Nuestra pelea es, en gran medida, una pelea cultural por no perder la capacidad de soñar y de tener esperanzas.
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• En la primera lectura, el profeta nos propone un sueño, una segura esperanza: un mundo nuevo, un mundo distinto, en el que desaparecerá todo lo que rompe la paz de los hombres. Un mundo en el que no habrá lucha entre los hombres porque los hombres no estarán divididos entre ricos y pobres, entre dominadores y dominados, entre gente que puede hacer daño y gente maltratada porque habrá desaparecido del corazón de cada hombre y de todos los hombres la tendencia a preocuparnos sólo por nosotros sin pensar en los demás.
• Que en medio de un pueblo seco, que parecía acabado, sin posibilidades y deshecho; florezca el viejo tronco de Jesé, el padre del rey David; que brote en sus raíces un retoño maravilloso, nada menos que un príncipe lleno del Espíritu Santo, un rey según el corazón de Dios, que cumpla perfectamente su voluntad. Alguien capaz de traer la justicia a los pobres, de romper las divisiones, las opresiones y la violencia, alguien capaz de conducir hacia esa gran esperanza que todos llevamos en el fondo del alma y que, al fin y al cabo, es el sueño que Dios tiene para cada uno y para todos.
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• Pablo exhorta a los cristianos de Roma a que desde el consuelo que dan las Sagradas Escrituras tengan la constancia de ánimo para vivir en paz, siendo atentos unos con otros. La razón para vivir en armonía es la fidelidad y la misericordia de Dios que ha prometido un mundo mejor, nuevo, justo y no falta a su alianza y a sus promesas.
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• En el evangelio encontramos a uno de los personajes más interesantes, que es una figura clave para comprender el Adviento que estamos celebrando: Juan el Bautista. Él es un hombre duro, austero, sincero y amante de la verdad frente a la cual no se deja sobornar. Hombre con corazón de desierto donde hace eco la voz de Dios.
• Juan Bautista hace una enérgica y clara llamada a la conversión, a la renovación por un sueño muy real: está cerca el reino de los Cielos, hay una posibilidad de más vida, de más justicia, más amor. Es necesario preparar el camino del Señor anhelando su venida, creyendo en ella, y eliminando obstáculos, trabajando sin descanso. La conversión es cambio, giro, viraje desde el reino; y se mide por sus frutos.
• La conversión a que nos invita la Iglesia por boca del Bautista no se queda en un cambio de efectos: esta conversión empieza por el reconocimiento de nuestra situación de pecadores; de hombres y mujeres necesitados de salvación. Buscar la salvación con honestidad y verdad implica volver a Dios, único verdadero salvador. No hay vuelta a Dios si no hacemos el paciente trabajo de abrir nuestro corazón a su Palabra, abrir nuestro modo de pensar al suyo, de ser y de existir al modo como el Dios de la Vida nos pensó; en definitiva: dejar que la novedad de gracia toque las causas de nuestra situación de pecadores.
• La venida del Salvador y la realización del reino prometido es portadora de esperanza y salvación. Es el gran sueño de la humanidad. Pero también es juicio y discernimiento. Si se nos dice que nos bautizará con fuego y Espíritu, es porque viene a cambiar algo, a quemar, a purificar, a transformar nuestras actitudes. Las imágenes son claras: el hacha ya está apuntando a la base de los árboles inútiles, el fuego ya está pronto para quemar todo lo que sobra, el segador tiene el bieldo en la mano para separar el trigo de la paja.
• Una conversión desde el corazón tiene que proyectarse necesariamente en las obras. Si no hay obras de conversión, si nuestra conversión no da frutos es señal de que, en realidad, no nos hemos dejado tocar por su amor transformante. Por eso, no alcanza el simple cumplimiento ritual, exterior. Hay que "dar el fruto que pide la conversión".
• El fin del mundo, que se anunciaba en los últimos domingos, no es más que el principio de un nuevo mundo, que tenemos que construir cada día. Y hay que empezar hoy, porque hoy es el día que anuncia el profeta Isaías, el día en que brotará un retoño de la raíz de Jesé, el día de Navidad, a la que nos vamos acercando en el recuerdo y en la celebración. Pero es también el día de la responsabilidad, pues se acerca el Reino de Dios. El Adviento y la Navidad, son la fiesta de la venida salvadora de Dios, pero a la vez una llamada a que le hagamos sitio en nuestro proyecto de vida. No puede quedar todo igual ni en nuestra persona ni en nuestra comunidad. Hay que abrir caminos y allanar senderos.
• La Iglesia nos da la pista para el andar: invita a la oración, para sostener nuestra fe y levantarnos el ánimo y la esperanza. Nos pide la caridad, para rearmar con lazos de compasión y de solidaridad la fraternidad entre los hermanos. Nos recomienda austeridad para no abusar, para poder poner el corazón y los esfuerzos donde corresponde; en el bien de todos los hombres y sus necesidades. Cada uno debe confeccionar su propio paquete de medidas y decisiones para adecuarlas a la propia situación y necesidad.
• Adviento como llamado a la esperanza, es invitación a volver a ser soñadores, en las familias: en las comunidades, en los los barrios, en la sociedad, en la Iglesia. Animarnos a las pequeñas o grandes iniciativas, proyectos de desarrollo, causas justas, intereses comunes aunque parezcan molestas porque nos obligan a despertarnos del sopor invernal en el que podemos estar instalados. Aquí ha de estar nuestra conversión, la de verdad, la que afecta a toda nuestra persona, no la que nos mueve a cambiar esto o lo otro para quedar después como antes. El Reino de Dios sigue adelante, y el mundo nuevo está más cerca, y los derechos de todos, la responsabilidad de todos y la paz, y el perdón y la justicia.
• Si algo cambia en este sentido, en este Adviento, sí habrá valido la pena preparar y celebrar la Navidad. Se trata, pues, de soñar y de trabajar. De esperar y de luchar. Se trata de creer de verdad que vale la pena construir un mundo distinto.

Para discernir

• ¿Tengo capacidad de soñar y de esperar o me evado con ilusiones?
• ¿Siento la urgencia de que el Reino llegue?
• ¿Experimento mi necesidad de cambio para la venida del reino?

Para repetir

…Ayudame a convertirme

Para la lectura espiritual

«Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos»
Juan Bautista decía: «Todo valle será rellenado» (Lc 3,5), pero no es Juan quien llenó todo valle; es el Señor nuestro Salvador... «Todo lo torcido se enderezará... Cada uno de nosotros estaba torcido... y es la venida de Cristo que ha llegado hasta nuestra alma la que ha enderezado todo lo que estaba torcido... Nada había más impracticable que vosotros. Mirad bien los deseos tortuosos de otro tiempo, vuestros arrebatos y vuestras inclinaciones malas – y si, no obstante, han desaparecido: comprenderéis que no había nada tan impracticable como vosotros o, según una fórmula más expresiva, nada había más áspero. Áspera era vuestra conducta, vuestras palabras y vuestras obras eran ásperas.

Pero mi Señor Jesús vino y aplanó vuestras rugosidades, cambió todo ese caos en caminos unidos para hacer en vosotros un camino sin tropiezos, sino bien unido y muy limpio para que Dios Padre pueda caminar en vosotros, y Cristo Señor haga en vosotros su morada y pueda decir: «Mi Padre y yo vendremos y haremos morada en él» (Jn 14,23).
Orígenes Homilías sobre el evangelio de Lucas, nº 22,

Para rezar

A ti, Señor, presento mi ilusión y mi esfuerzo;
ante ti, mi Dios, confío, confío,
porque sé que me amas.
Que en la prueba no ceda al cansancio,
que tu gracia triunfe siempre en mí.
Yo espero siempre en Ti.
Yo sé que Tú nunca defraudas al que en Ti confía.
Indícame tus caminos, Señor: enséñame tus sendas.
Que en mi vida se abran caminos de paz y bien,
caminos de justicia y libertad.
Que en mi vida se abran sendas de esperanza,
sendas de igualdad y servicio.
Tú eres bueno y recto
y enseñas el camino a los desorientados.
Porque eres bueno, perdona mi culpa.
Cuando te soy fiel, Señor,
Tú me enseñas un camino cierto;
así viviré feliz y enriquecerás mi vida con tus dones.
Tú, Señor, te fías de mí y me esperas siempre.
Tú, Señor, quieres que sea de verdad tu amigo.
Tengo los ojos puestos en Ti,
que me libras de mis amarras y ataduras.
Ensancha mi corazón encogido
y sácame de mis angustias.
Indícame tus caminos, Señor,
Tú que eres el Camino.
Hazme andar por el sendero de la verdad,
Tú que eres la Verdad del hombre.
Despierta en mí el manantial de mi vida,
Tú que eres la Vida de cuanto existe.



28 de noviembre de 2010 - ADVIENTO - DOMINGO 1º – Ciclo A

«¡Estén prevenidos, la salvación está cerca!»

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 2, 1-5

Palabra que Isaías, hijo de Amós, recibió en una visión, acerca de Judá y de Jerusalén:
Sucederá al fin de los tiempos que la montaña de la Casa del Señor será afianzada sobre la cumbre de las montañas y se elevará por encima de las colinas. Todas las naciones afluirán hacia ella y acudirán pueblos numerosos, que dirán:
«Vengan, subamos a la montaña del Señor, a la Casa del Dios de Jacob! El nos instruirá en sus caminos y caminaremos por sus sendas. Porque de Sión saldrá la Ley, y de Jerusalén, la palabra del Señor.
El será juez entre las naciones y árbitro de pueblos numerosos. Con sus espadas forjarán arados y podaderas con sus lanzas. No levantará la espada una nación contra otra ni se adiestrarán más para la guerra. Ven, casa de Jacob, y caminemos a la luz del Señor!
Palabra de Dios.

SALMO Sal 121, 1-2. 4-5. 6-7. 8.9 (R.: cf. 1)
R. Vamos con alegría a la Casa del Señor.

Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la Casa del Señor»!
Nuestros pies ya están pisando
tus umbrales, Jerusalén.

Allí suben las tribus,
las tribus del Señor
-según es norma en Israel-
para celebrar el nombre del Señor.
Porque allí está el trono de la justicia,
el trono de la casa de David.

Auguren la paz a Jerusalén:
«vivan seguros los que te aman!
haya paz en tus muros
y seguridad en tus palacios!»

Por amor a mis hermanos y amigos,
diré: «La paz esté contigo.»
Por amor a la Casa del Señor, nuestro Dios,
buscaré tu felicidad. R.

SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Roma 13, 11-14a

Ustedes saben en qué tiempo vivimos y que ya es hora de despertarse, porque la salvación está ahora más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está muy avanzada y se acerca el día. Abandonemos las obras propias de la noche y vistámonos con la armadura de la luz. Como en pleno día, procedamos dignamente: basta de excesos en la comida y en la bebida, basta de lujuria y libertinaje, no más peleas ni envidias. Por el contrario, revístanse del Señor Jesucristo.
Palabra de Dios.

EVANGELIO
XLectura del santo Evangelio según san Mateo 24, 37-44

En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos:
Cuando venga el Hijo del hombre, sucederá como en tiempos de Noé. En los días que precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se
casaba, hasta que Noé entró en el arca; y no sospechaban nada, hasta que llegó el diluvio y los arrastró a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. De dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro dejado. De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra dejada.
Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor.
Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.
Palabra del Señor.

Para reflexionar

• Si escuchamos con atención las voces que nos van llegando a cada instante, podemos reconocer a grandes rasgos, dos grupos que, aunque son distintos, encajan perfectamente.
• Por un lado aparecen las voces que nos vienen a través de los medios de comunicación social y que, intentando mostrarnos la realidad, machacan constantemente con el lado oscuro de la existencia del hombre y del mundo. Los informativos, los periódicos y los programas de actualidad se han convertido en profetas de calamidades. De 100 informaciones podemos decir generosamente que hay un tres por ciento de buenas y alentadoras noticias. “Lo bueno no existe”.
• Esto va creando un clima de perpejlidad, de miedo, de hastío en el cual lo mejor es no pensar, evadirse o… hacerle caso al otro grupo de voces que a través de la publicidad y la propaganda nos hacen promesas de la felicidad con un costo relativamente bajo. Si tenemos en cuenta que la verdadera felicidad no tiene precio; ésta se alcanza al costo de una gaseosa, de una tintura de pelo o de un yogurt que ayuda al tránsito lento entre otras cosas.
• Sería absurdo negar que la realidad está llena de luces y de sombras. Un aspecto muy típico de nuestra posmodernidad es el desencanto. Estamos de vuelta de muchas grandes ilusiones y lo que se nos presenta nos invita a tener miedo al futuro, que se muestra como incierto y con frecuencia amenazador. Parece como si no hubiera más razones para la esperanza.
• Estamos decepcionados de los hombres que ostentando los valores más nobles hacen grandes obras pero pueden llegar a cometer inhumanidades terribles. Estamos decepcionados de las estructuras y de las instituciones porque se han convertido en lugares de ventaja y no de servicio al hombre y a la sociedad.
• Si tenemos los pies sobre la tierra, no hay lugar para pensar que todo puede ser distinto. Y a los que creen que las cosas pueden cambiar se los trata de ilusos, de hombres y mujeres que andan en las nubes.
• Hacerse ilusiones, y sobre todo, vivir con ideales, aparece como un terrible pecado contra una de las grandes virtudes: el realismo. A menudo las cosas que nos rodean no nos gustan en absoluto, pero no sabemos ni vemos cómo cambiarlas. O nos da pereza. Y al fin y al cabo -nos decimos- dejando pasar el tiempo "uno se acostumbra a todo", "más vale pájaro en mano que cien volando".
• Esto lleva a que muchos vivan sin ningún nivel espiritual, sin ningún proyecto de vida que haga que valga la pena vivir. Este modo de entender la vida contrasta con el que nos presentan las lecturas de hoy. Frente al ir viviendo medio dormidos por la anestesia, y medio movidos por simple inercia, el anuncio de un futuro nuevo, de un mundo distinto, se convierte en una fuerza capaz de transformar el presente.
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• La primera lectura, tomada del profeta Isaías, nos presenta la imagen del monte del Señor, la montaña santa que Dios se eligió en la tierra de Judá, sobre la cual se alza hasta el día de hoy Jerusalén, y se alzaba hasta hace unos 2000 años el templo de los judíos. Isaías vaticina un destino glorioso para Sión, el de convertirse en el centro del mundo y de la historia, de donde fluya sobre el mundo la Palabra y la ley justa y liberadora del Señor. Anuncia además una era de paz universal expresada con las imágenes de las espadas convertidas en arados y las lanzas en podaderas.
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• San Pablo nos advierte: "la salvación está más cerca que cuando empezamos a creer", y "el día está encima": no es la noche la que nos amenaza, sino el día que va a venir y que sería una pena que no lo aprovecháramos en toda su luz. Lo que se anuncia no es amenaza, sino promesa. Es un don que se nos ofrece, por eso es urgente la llamada a despabilarse.
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• Este domingo nos recuerda el horizonte último de la historia, que se identifica con la venida del Hijo del Hombre. Ahí se inscribe nuestra vida y se subraya la importancia de lo que está en juego. De aquí la recomendación a velar. El mensaje central del Adviento es que Dios ama a nuestro mundo y ha cumplido sus promesas superando las esperanzas humanas. Jesucristo, con su vida, muerte y resurrección ya ha traído la plenitud de la vida en Dios a los hombres y esto provoca nuestra fidelidad.
• Este mensaje lleva a dos actitudes: la esperanza y la vigilancia. La esperanza es desear provocando, desear algo tan apasionadamente que me entrego a la realización de eso que espero.
• Dios en Jesucristo es la raíz de la verdadera esperanza humana. Cuando todo se hunde, Él sigue fiel. La esperanza cristiana es segura: Dios siempre hace posible nuestra vida de amor y de paz. No sabemos qué pasará mañana o con qué mundo se encontrarán nuestros hijos, o cómo encararemos problemas terribles e insolubles. Nosotros creemos que Dios sigue siendo fiel; hoy, mañana y siempre. Dios nos ha prometido el Reino como una tarea, una misión, un quehacer apasionante. La esperanza cristiana es la respuesta a la promesa de Dios.
• Para que la esperanza se mantenga viva necesitamos estar preparados. La vigilancia es la toma de conciencia, la salida de nosotros mismos, de nuestro egoísmo, para mirar a los demás. La vigilancia no es estar en una espera pasiva pendientes del que va a venir por el horizonte sin atender al que viene y aparece cada día en el centro mismo de nuestro presente. Es estar alerta, despierto y activo en las "obras de la luz".
• En el horizonte del adviento, que es el anuncio de la segunda venida para consumar el reino de Dios, se hace imprescindible la vigilancia para interpretar las señales y decidir nuestro camino, nuestro compromiso, lo que podemos y tenemos que hacer para facilitar el reinado de Dios, que es justicia y amor y paz para todos. La vigilancia tiene que ser como los ojos de nuestra esperanza.
• La llamada a la vigilancia significa vivir sin demasiadas seguridades, constatar nuestras debilidades y equivocaciones, arrepentirnos y volver a empezar. Es la manera de estar atentos a la presencia viva, amorosa, exigente de Dios en cada momento de nuestra vida.
• El cristiano vela no porque tenga miedo a la llegada del "Señor". Sino porque quiere que el Señor, cuando se presente -y siempre será de improviso- lo encuentre comprometido en la construcción de una ciudad terrena más justa, fraterna, habitable.
• Esta esperanza de lo que parece imposible, del reino de Dios, no anula nuestras legítimas esperanzas, las pequeñas esperanzas de cada día, sino que las convierte en señales que van marcando el camino de nuestro éxodo de la esclavitud hacia el reino de la libertad, hacia la casa del Padre.
• La venida última tendrá lugar al final de los días. Mientras tanto a nosotros nos interesa especialmente la venida de Dios a la vida ordinaria, a ésa que nos recuerda el Evangelio de hoy al aludir a Noé, a los dos hombres que están en el campo y a las dos mujeres que muelen o al ladrón nocturno. Dios siempre viene como salvación del hombre.
• Adviento es tiempo de vigilar escuchando la Palabra y caminando a la luz del Señor; leyendo en profundidad los acontecimientos; penetrando en el misterio de la persona y de la historia, bajo la acción del Espíritu que pone en marcha nuestra esperanza, que es la esperanza del mundo. Vigilar es creer; es comprometerse; es sobre todo y siempre, esperar.
• Adviento: tiempo de esperanza, de salvación. Hora de estar atentos y de mirar al futuro con la certeza de que el Señor cumple sus promesas y que por eso tiene sentido nuestro caminar construyendo el reino.

…Así nos ocurre también a nosotros al mirar la realidad de nuestros pueblos y de nuestra Iglesia, con sus valores, sus limitaciones, sus angustias y esperanzas. Mientras sufrimos y nos alegramos, permanecemos en el amor de Cristo viendo nuestro mundo, tratamos de discernir sus caminos con la gozosa esperanza y la indecible gratitud de creer en Jesucristo. El es el Hijo de Dios verdadero, el único Salvador de la humanidad. La importancia única e insustituible de Cristo para nosotros, para la humanidad, consiste en que Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida. “Si no conocemos a Dios en Cristo y con Cristo, toda la realidad se convierte en un enigma indescifrable; no hay camino y, al no haber camino, no hay vida ni verdad” [1]. En el clima cultural relativista que nos circunda, donde es aceptada solo una religión natural, se hace siempre más importante y urgente radicar y hacer madurar en todo el cuerpo eclesial la certeza que Cristo, el Dios de rostro humano, es nuestro verdadero y único salvador... (Aparecida 22)

Para discernir

• ¿Dónde tengo puesta mi esperanza?
• ¿Somos conscientes de la fuerza del mensaje de Jesús?
• ¿Estamos despiertos o nos encontramos dormidos?

Para repetir

Ven señor Jesús…

Para la lectura espiritual

Vigilancia esperanzada:
«En medio de la oscuridad no puedes distinguir al amigo del enemigo. No distinguimos de noche los metales preciosos de las meras piedras. Del mismo modo, el avaro y el licencioso no distinguen la verdad y el valor de la virtud.
«Así como el que camina de noche va muerto de miedo, de igual modo los pecadores andan continuamente atormentados por el miedo de perder sus bienes y por el remordimiento de su conciencia.
«Ea, pues, dejemos una vida tan penosa. Ya sabéis que después de tantas calamidades viene la muerte... Creen los pecadores ser ricos, y no lo son. Creen vivir entre delicias, y no gozan de ellas... Nosotros vivamos sobrios y vigilantes, como quiere Cristo. “Andemos decentemente y como de día” (Rom 13,13). Abramos las puertas para que aquella Luz nos ilumine con sus rayos y gocemos siempre de la benignidad de nuestro Señor Jesucristo»
San Juan Crisóstomo (Comentario al Evang. Juan, hom. 5).

Para rezar

Estar despiertos significa
acompañar a Jesús de Nazaret en su duro camino
hacia Jerusalén, hacia la cruz.
Estar despiertos, estar despabilados
es no dor¬mirse en los laureles cuando nos dicen
y se empeñan en hacer¬nos creer que todo va bien.
Estar despiertos equivale a no poner límite al amor;
a no dejar que nos distraigan de nuestro objetivo como cristianos,
a estar siempre atentos para descubrir y luchar
contra lo que impide la fraternidad
y apoyar con todas nuestras fuerzas lo que la favorece.
Estar despiertos es jugarse el tiempo
por todo lo que pueda contribuir a la felicidad de los hombres,
especialmente de aquellos que viven más lejos de la alegría.
Estar despiertos, estar despabilados,
es moverse, mante¬nerse ocupados en realizar el bien común,
aunque, por mover¬nos, no salgamos en la foto.
Estar despiertos es ponerse a trabajar sin descanso
para que el viejo ideal de Isaías,
englobado dentro de la propuesta de Jesús,
se vaya haciendo realidad...
* * * * * * * * * * * * * * * * *
Para rezar en todas las Misas del Iº Domingo de Adviento.

Extensivo de oración por la vida

1. 1. Oración de los fieles para elegir Celebrante: Recemos a Cristo que por nosotros se entregó en la cruz y vive para siempre en la Iglesia para que escuche las súplicas que le dirigimos para que el Evangelio de la vida sea recibido, celebrado y anunciado por todos los hombres. A cada intención respondemos rezando:- Cristo, danos la luz de la vida– Cristo Jesús que la Iglesia sepa anunciar con firmeza y amor a los hombres de nuestro tiempo el Evangelio de la vida.– Señor ilumina a las mujeres que han concebido un hijo para que recorran el camino de la vida y encuentren las ayudas necesarias.– Cristo Jesús Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, derrama tu misericordia sobre las personas que promueven o participan en cualquier atentado a la dignidad de la persona.– Señor Jesús que nos amas hasta el extremo, te presentamos a todas las personas que no encuentran una razón para vivir. Que descubran la esperanza en tu amor.– Señor que te manifiestas como la Verdad encarnada. Guía a los científicos y profesionales de la medicina para que apoyen siempre la vida y rechacen toda práctica contraria a la dignidad del ser humano.– Señor Jesús Esposo de la Iglesia. Concede a los matrimonios el don de tu gracia y a las familias ser el santuario de la vida.– Cristo Jesús: en la Eucaristía nos sales al encuentro revestido de pobreza y humildad. Bendice a las personas que sufren necesidades materiales.– Señor: en la Eucaristía eres Luz del mundo y Vida de los hombres. Concédenos caminar como hijos de la luz y ser testigos del Evangelio de la vida.– Señor Jesús Pan que da la vida eterna. Líbranos del pecado que lleva a la muerte, concédenos la vida de tu gracia y a nuestros difuntos el gozo eterno. Celebrante: Te lo pedimos a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

2. 2. Suplica a la Virgen Para después de la oración postcomunión (o de los avisos) y antes de la bendición. En este comienzo del Adviento junto al papa Benedicto XVI y a nuestros obispos que nos convocan para celebrar el Año de la Vida, recemos a la Virgen madre de la Vida misma: María, te confiamos la causa de la vida; mira, Madre, el número inmenso de niños a quienes se les impide nacer, de pobres a quienes se les hace difícil vivir, de hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana, de ancianos y enfermos muertos a causa de la indiferencia. Haz que quienes creemos en tu Hijo sepamos anunciar con firmeza y amor a los hombres de nuestro tiempo el Evangelio de la vida. Dios te salve María…- Ruega por nosotros santa Madre de Dios.- Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
Oremos. Dios todopoderoso, que, según lo anunciaste por el ángel, haz querido que tu Hijo se encarnara en el seno de María, la virgen, escucha nuestra suplica y haz que sintamos la protección de María, los que la proclamamos verdadera Madre de Dios. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén

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21 de noviembre de 2010 - TO - DOMINGO XXXIV – Ciclo C
SOLEMNIDAD DE CRISTO REY

Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!

PRIMERA LECTURA
Lectura del segundo libro de Samuel 5, 1-3

Todas las tribus de Israel se presentaron a David en Hebrón y le dijeron: « ¡Nosotros somos de tu misma sangre! Hace ya mucho tiempo, cuando aún teníamos como rey a Saúl, eras tú el que conducía a Israel. Y el Señor te ha dicho: "Tú apacentarás a mi pueblo Israel y tú serás el jefe de Israel."»
Todos los ancianos de Israel se presentaron ante el rey en Hebrón. El rey estableció con ellos un pacto en Hebrón, delante del Señor, y ellos ungieron a David como rey de Israel.
Palabra de Dios.

SALMO Sal 121, 1-2. 4-5 (R.: cf. 1)
R. Vamos con alegría a la Casa del Señor.

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la Casa del Señor»!
Nuestros pies ya están pisando
tus umbrales, Jerusalén.

Allí suben las tribus, las tribus del Señor
-según es norma en Israel-
para celebrar el nombre del Señor.
Porque allí está el trono de la justicia,
el trono de la casa de David.

SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas 1, 12-20

Hermanos:
Darán gracias con alegría al Padre, que nos ha hecho dignos de participar de la herencia luminosa de los santos. Porque él nos libró del poder de las tinieblas y nos hizo entrar en el Reino de su Hijo muy querido, en quien tenemos la redención y el perdón de los pecados.
El es la Imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda la creación, porque en él fueron creadas todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra, los seres visibles y los invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades: todo fue creado por medio de él y para él.
El existe antes que todas las cosas y todo subsiste en él. El es también la Cabeza del Cuerpo, es decir, de la Iglesia.
El es el Principio, el Primero que resucitó de entre los muertos, a fin de que él tuviera la primacía en todo, porque Dios quiso que en él residiera toda la Plenitud.
Por él quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz.
Palabra de Dios.


EVANGELIO
XLectura del santo Evangelio según san Lucas 23, 35-43

El pueblo permanecía allí y miraba. Sus jefes, burlándose, decían: «Ha salvado a otros: ¡que se salve a sí mismo, si es el Mesías de Dios, el Elegido!»
También los soldados se burlaban de él y, acercándose para ofrecerle vinagre, le decían: «Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!»
Sobre su cabeza había una inscripción: «Este es el rey de los judíos.»
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.»
Pero el otro lo increpaba, diciéndole: «¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él? Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo.»
Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino.»
El le respondió: «Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso.»
Palabra del Señor.

Para reflexionar

• El poder ha sido siempre una de las aspiraciones mayores del hombre. El poder se muestra como el lugar desde donde todo es posible y desde el que se irradian beneficios personales, grupales y sociales.
• La idea de poder adopta varias formas dentro de la realidad humana. F. Nietzsche hablaba de poder como “el poder hacer” lo cual implica libertad. Pero este concepto se desvirtúa cuando se transforma en el acto o intento de imponer los intereses personales sobre los intereses ajenos, ésta es la forma más extendida y antigua.
• Muchos consideran que el “instinto o el ansia de poder” está en la base misma de las cualidades del político y lo utiliza como instrumento y rasgo distintivo de su profesión. Sin embargo el drama comienza cuando deja de ser una herramienta positiva al servicio de una “causa” para convertirse en una embriaguez personal.
• Y esto que vemos con cierta claridad en la política se puede aplicar a todos los ámbitos donde el hombre tiene la posibilidad de influir, conducir o dirigir a otros.
• Es un problema que se da a todo nivel y que atraviesa el corazón de cada persona y desde allí se expande a todas las expresiones de la vida en sociedad. Algunos consideran que la historia y hasta incluso la vida podría sintetizarse a través de dos actitudes: una, la del ejercicio sin límites del poder; otra, la de la lucha por su control.
• El poder cumple con el anhelo más profundo de controlar y asegurar la propia vida, muchas veces con la absurda pretensión de creer que podemos salvarnos a nosotros mismos.
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• La primera lectura es una escena guerrera, en un pueblo que reconoce la acción de Dios a través de las victorias de su rey contra los enemigos. De aquel rey, del linaje de David, Israel esperará un nuevo rey definitivamente vencedor. Un rey que sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, algunos sectores del propio Israel fueron entendiendo como un rey que no vencería por las armas, sino por una vida nueva renovadora.
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• San Pablo en su carta describe el desarrollo de la vida cristiana en relación con la Historia de la salvación. En primer lugar en el plan de Dios aparece el Hijo, imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura. En Él tienen todas las cosas su total realización reconciliando todo por Él y para Él, haciendo la paz por la sangre de su cruz. El discípulo es introducido en este plan de reconstrucción y restauración de toda la creación.
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• El Evangelio nos presenta un Rey cuyo trono es la cruz y cuyo cetro es un clavo que atraviesa su mano, algo demasiado fuerte y demasiado escandaloso para el hombre. Si hay algo aparentemente imposible de juntar es que Jesús sea Dios y Rey en la Cruz.
• Jesús centró toda su predicación y su actuación en el Reino de Dios. Una nueva situación en que los hombres pueden y saben vivir como hijos de Dios. El Reino es justicia, libertad, amor, vida. Jesús anuncia el Reino de Dios y lo va construyendo con su acción.
• El Reino es sobre todo una Buena Noticia para los que no tienen habitualmente buenas noticias, los débiles, pobres, enfermos y pecadores. El proyecto de Dios que los hombres comparten por gracia.
• Por eso paradójicamente, el día en que celebramos a Cristo como Rey, se nos ofrece a los creyentes la imagen de Jesús reinando desde una cruz. Un Rey que establece su reino de justicia y paz a base de su propia sangre.
• Un Rey clavado en la cruz recuerda las palabras que Jesús había dicho a Pilato: "Mi reino no es de este mundo". Jesús fue corrigiendo la idea de realeza y de mesianismo que tenían sus discípulos. Él no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida por todos. Toda su vida fue una entrega generosa: "pasó haciendo el bien": consolando, perdonando, curando, atendiendo, comunicando esperanza, dando testimonio de la verdad.
• Esa es su realeza. Esas son sus riquezas. No es una acción deslumbrante, lo que Dios ha organizado para llevarnos hacia Él. Dios ha venido a vivir nuestra vida por medio de su Hijo, ha entrado en nuestro mundo de pecado y de mal, caminando a nuestro lado sin ningún prejuicio. Su amor y entrega lo han llevado a la cruz y su sangre derramada, ha inaugurado algo nuevo. Jesús ha vivido nuestra vida humana con un amor total, sin rastro de egoísmo, y así ha podido romper las cadenas del mal y de la muerte. Desde y por Jesús, todos nosotros, podemos unirnos a Él, y entrar con Él en su vida nueva.
• Jesús nunca sacó la espada ni ha dado ninguna palabra de aliento a los revolucionarios. Sus discípulos murieron como Él, como mártires de la paz, y justamente por ello son sus testigos; testigos de quién fue Él y de quién no fue. Pero, ¿qué es su reino? La cría de asno prestada es expresión de su impotencia terrena, pero también expresión, al mismo tiempo, de su confianza perfecta en la voluntad de Dios. Él no ha erigido su propio reino, junto al reino de Dios, sino que sólo ha testimoniado esto: que su nada es su todo. Él no luchó por el poder terreno, sino por la verdad, por la justicia, por el amor: por Dios. Este reino de Dios permanece como algo quebradizo en el mundo. Pero sólo a partir de él se hará el mundo digno de vivir, humano». (Joseph Ratzinger)
• Los cristianos vivimos esta tensión. Nuestra fe afirma que Jesús es el centro del universo, de la humanidad, de la historia, pero también que su reino no es de este mundo. Ese Reino no se construye ni con la espada, ni con el poder, ni con el dinero. Su Reino se construye con la entrega, la generosidad, la sencillez y las acciones aparentemente sin brillo. Se construye con muertes heroicas y con las muertes sencillas, con las muertes de cada día.
• «El reino de Cristo está fundado sobre algo más profundo, sobre el amor, y llega hasta el alma y penetra en las voluntades. Por eso no es un Reino que oprime. Jesús atrae las almas hacia sí por medio del amor». (M. Kolbe)
• Jesús habló de un reino, fue "el tema" central de su predicación y vivió enteramente "consagrado" a ese Reino. No buscó "consagraciones" públicas, ni la participación en ellas del poder político. Jesús "pasó por uno de tantos" y pasó su vida consagrado a ese reino “haciendo el bien”. Nunca pensó en pedir la colaboración de Pilato, ni buscó que una bandera suya se levantara junto al águila romana.
• Por eso, para nosotros, proclamar a Cristo como Rey es vivir diariamente los valores de su Reinado. El quiere ser proclamado con la humildad de nuestro servicio a la vida, con la efectividad de nuestro compromiso, con la confesión de nuestro testimonio personal y comunitario.
• La actitud de sus seguidores no deberá ser la del dominio, sino la del servicio. No la del prestigio político o económico, sino la del diálogo humilde y comunicador de esperanza. Se evangeliza más a este mundo con entrega generosa que con discursos. En nosotros también debe cumplirse lo de que "servir es reinar".
• Llevar adelante el proyecto del Reino tiene una vinculación expresa con Jesús. Jesús está indisolublemente unido al Reino de Dios. No se nos entrega un proyecto y Jesús desaparece. Jesús es el único Señor que llama, vincula, acompaña y lleva a plenitud el proyecto del Padre. Si nuestro proyecto es el de Dios, el Reino, nuestro Rey es Jesucristo. En el seguimiento de Jesús se decide el Reino de Dios.
• Hoy, fiesta de Cristo Rey, recordemos una vez más cómo es su Reino y cuál es nuestra responsabilidad en él. Y, como Iglesia, busquemos el Reino de Dios y su justicia, con la convicción de que todo lo demás se nos dará por añadidura.

…Señales evidentes de la presencia del Reino son: la vivencia personal y comunitaria de las bienaventuranzas, la evangelización de los pobres, el conocimiento y cumplimiento de la voluntad del Padre, el martirio por la fe, el acceso de todos a los bienes de la creación, el perdón mutuo, sincero y fraterno, aceptando y respetando la riqueza de la pluralidad, y la lucha para no sucumbir a la tentación y no ser esclavos del mal… (Aparecida 383)

Para discernir

• ¿Qué imagen de Cristo Rey tengo formada en mi corazón?
• ¿Reconozco el reinado de Cristo diverso al reinado humano?
• ¿Acepto un reinado que se da desde la entrega y la cruz?

Para repetir a lo largo del día

…Que venga tu reino Señor…

Para la lectura espiritual

«Pilatos dijo...: 'Aquí tenéis a vuestro rey' » (Jn 19,14)
¡Bendito sea Dios! Celebremos al Hijo único, Creador de los cielos, que ha vuelto a subir a ellos después de haber descendido hasta lo más profundo de los infiernos y ahora cubre la tierra entera con los rayos de su luz. Celebremos la sepultura del Hijo único y su resurrección como vencedor, gozo del mundo entero y vida de todos los pueblos...
Todo esto nos fue dado cuando el Creador, rechazando la ignominia, se levantó de entre los muertos y, en su esplendor divino transfiguró lo perecedero en imperecedero. ¿Cuál es la ignominia que rechazó? Nos lo dice Isaías: «Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado por los hombres» (53, 2-3). ¿Cuándo es que estuvo sin gloria? Cuando llevó sobre sus espaldas el madero de la cruz como trofeo de su victoria sobre el diablo. Cuando pusieron sobre su cabeza una corona de espinas, a él que corona a sus fieles. Cuando fue revestido de púrpura el que reviste de inmortalidad a los que son renacidos del agua y del Espíritu Santo. Cuando clavaron en el madero al señor de la muerte y de la vida.
Pero el que estuvo sin gloria fue transfigurado en la luz, y el que es el gozo del mundo se despertó con su cuerpo... «¡El Señor es rey, vestido de belleza!» (Sl 92,1). ¿De qué belleza se revistió? De incorruptibilidad, de inmortalidad, de convocador de los apóstoles, de corona de la Iglesia... Pablo se hace testigo de ello, escuchémosle: «Es necesario que este ser corruptible se revista de incorruptibilidad; y que este ser mortal se revista de inmortalidad» (1C 15,53). También lo dice el salmista: «Tu trono está firme desde siempre y tú eres eterno; tu reino dura por los siglos; el Señor reina eternamente» (Sl 92,2; 145,13). Y también: «El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables» (Sl 96,1). ¡A él la gloria y el poder, amén!
San Gregorio de Nisa. 5º sermón sobre la Pascua

Para rezar

Padre misericordioso, envíanos tu Espíritu Santo para que descubramos que la Iglesia es Madre.
Que reviviendo el don de nuestro bautismo crezcamos en la fe y el amor a Ti.
Dentro de nosotros, Señor, se va construyendo Tu Reino.
Ayúdanos para que en las relaciones humanas, en la vida diaria, no nos cansemos de comprometernos en la construcción de un mundo de acuerdo a tu voluntad.
Te damos gracias, Padre nuestro, porque en tu Hijo Jesucristo,
Hermano y Señor nuestro, Rey del Universo, conocemos tu amor sin límites.
Desde el trono de la cruz, a la luz de su resurrección,
nos muestras tu Reino, como proyecto y realidad,
como presencia y promesa futura que culminará al final de los tiempos.
Puestos en tus manos, experimentamos la grandeza de tu providencia.
Que nuestra confianza en tu misericordia, Señor,
nos lleve a construir y anhelar tu Reino: reino de justicia y paz,
de gozo en el Espíritu Santo.
Que al decir: “venga a nosotros tu Reino”, vivamos en conformidad contigo, haciéndonos disponibles para ponernos en camino hacia Ti y hacia los demás.
Gracias, Señor, por alimentarnos con tu Cuerpo y tu Sangre.
Tú nos has confiado la misión de vivir y anunciar tu Reino.
Con confianza te pedimos que nos concedas vivir junto a Ti, por toda la eternidad.
Por Jesucristo nuestro Señor.



14 de noviembre de 2010 - TO - DOMINGO XXXIII - Ciclo C

De todo lo que contemplan, no quedará piedra sobre piedra

PRIMERA LECTURA
Lectura de la profecía de Malaquías 3, 19-20a

Llega el Día, abrasador como un horno. Todos los arrogantes y los que hacen el mal serán como paja; el Día que llega los consumirá, dice el Señor de los ejércitos, hasta no dejarles raíz ni rama.
Pero para ustedes, los que temen mi Nombre, brillará el sol de justicia que trae la salud en sus rayos.
Palabra de Dios.

SALMO Sal 97, 5-6. 7-8. 9 (R.: cf. 9)
R. El Señor viene a gobernar a los pueblos con rectitud.

Canten al Señor con el arpa
y al son de instrumentos musicales;
con clarines y sonidos de trompeta
aclamen al Señor, que es Rey.

Resuene el mar y todo lo que hay en él,
el mundo y todos sus habitantes;
aplaudan las corrientes del océano,
griten de gozo las montañas al unísono.

Griten de gozo delante del Señor,
porque él viene a gobernar la tierra;
él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con rectitud.

SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica 3, 7-12

Hermanos:
Ustedes ya saben cómo deben seguir nuestro ejemplo. Cuando estábamos entre ustedes, no vivíamos como holgazanes, y nadie nos regalaba el pan que comíamos. Al contrario, trabajábamos duramente, día y noche, hasta cansarnos, con tal de no ser una carga para ninguno de ustedes. Aunque teníamos el derecho de proceder de otra manera, queríamos darles un ejemplo para imitar.
En aquella ocasión les impusimos esta regla: el que no quiera trabajar, que no coma. Ahora, sin embargo, nos enteramos de que algunos de ustedes viven ociosamente, no haciendo nada y entrometiéndose en todo. A estos les mandamos y los exhortamos en el Señor Jesucristo que trabajen en paz para ganarse su pan.
Palabra de Dios.

EVANGELIO
XLectura del santo Evangelio según san Lucas 21, 5-19

Como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: «De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.»
Ellos le preguntaron:«Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?»
Jesús respondió: «Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: "Soy yo", y también: "El tiempo está cerca." No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin.»
Después les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo.
Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí.
Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir.
Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas.»
Palabra del Señor.

Para reflexionar

• Todos experimentamos la necesidad de vivir más intensamente, más plenamente, con mayor seguridad. Instintivamente buscamos «algo» capaz de llenar nuestras aspiraciones y en lo que podamos reposar nuestra vida y confiarnos sin reservas. Y cuando nos parece haberlo encontrado sin darnos cuenta, lo absolutizamos y le rendimos el culto de nuestra libertad.
• Son muchos los que, habiendo abandonado toda religión y toda fe en Dios, e incluso sin abandonarla «sacralizan» la ciencia, la política, el dinero, el bienestar, como nuevos "dioses" que nos pueden ofrecer hoy la «salvación». Pero si somos realistas, descubrimos que nuestras esperanzas no se cumplen y que nuestras aspiraciones, tantísimas veces quedan insatisfechas.
• ¿Qué esperanza cierta pueden tener hoy los hombres? Sin negar el progreso científico; la misma ciencia y la técnica que han pretendido resolver todo o casi todo, no han podido bajar el nivel de mortandad en el tercer mundo.
• ¿Qué es lo que hoy se puede esperar? Para muchos políticos encargados de dar seguridad y confianza, el pueblo no es más que un voto cada cuatro años, y el hombre sólo un resignado consumidor de palabras engañosas y de esperanzas no cumplidas, con soluciones que sólo llenan el bolsillo de los que juran servir al pueblo.
• ¿Dónde se puede apoyar la esperanza? Los medios de comunicación social globalizados destinados a hacernos conocer la realidad y acercarnos a la verdad están frecuentemente vendidos al mejor postor, o son incompetentes, desparramando falsedades nacidas de la mala voluntad, de la ignorancia o de intereses partidistas.
• ¿Hay algo que nos puede permitir una vida más liberada y humana? La propaganda nos engaña pretendiendo dar esperanza y seguridad creando un mundo de fantasía, y convirtiendo al hombre en un "ser-para-consumir", incitando al trabajo desmesurado para poder comprar cada día más.
• Ante tanta insatisfacción que han creado seudo salvadores, se busca en vano en la droga, la música, la moda, la astrología, las "escuelas de meditación trascendental", el deporte, la plenitud y seguridad. Algunas de estas cosas no son malas si permaneciesen en su lugar de "medios", en lugar de convertirse en “fines” en la vida.
• Siempre hay quien pretende colocarse en el lugar de Dios: ideologías, o gobiernos, o partidos, o personas y grupos sociales o religiosos que aseguran que son la victoria. Se está con ellos o contra ellos. Jesús lo anuncia: "Muchos vendrán usando mi nombre diciendo 'Yo soy' o bien, el momento está cerca; no vayan tras ellos". Pareciera que todo es Dios menos Dios mismo.
• Cada año, en este tiempo, leemos páginas del evangelio que nos hablan del futuro. Jesucristo anuncia la victoria, anuncia su venida final para dar vida total. Pero al mismo tiempo un largo y difícil camino de lucha hasta llegar a la victoria. Es decir, el anuncio de Jesucristo no es una promesa de facilidades y seguridades para quienes lo sigan.
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• El profeta Malaquías, evoca la intervención postrera de Dios, el cual, poniendo fin a la historia del mundo, tratará según sus méritos respectivos a justos e impíos. Los "insolentes y malvados" serán destruidos como paja seca en un gran fuego y quedarán reducidos al estado de una cepa sin ramas ni raíces. Los justos, en cambio, se pavonearán al sol de justicia que brillará con todo su esplendor para ellos, dándoles vida y salvación. Sus enemigos serán destruidos, reducidos a cenizas, gracias a la intervención potente y victoriosa del Dios de los Ejércitos.
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• Advierte San Pablo en la segunda lectura: "El que no trabaja que no coma". Una llamada al realismo. La fe jamás es evasión. El día del Señor y su venida se prepara sin huir del mundo sino asumiendo en Él nuestras responsabilidades y nuestro trabajo de cada día.
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• El evangelio desestabiliza. El pueblo judío vivía seguro y satisfecho a la sombra de su templo. Para un judío, el Templo era el compendio de su fe, la materialización de la alianza entre aquel pueblo pobre y humillado y su Dios; quizá la razón más clara de su existencia como pueblo elegido entre todos los pueblos para ser el depositario de la salvación. El Templo de Jerusalén era la seguridad. Mientras el Templo estuviera allí, el judío sabría cómo tenía que vivir. Si el Templo faltaba, no sabría cómo y por dónde caminar hacia Dios.
• La contemplación de la belleza del Templo de Jerusalén dio pie a las reflexiones de Jesús. El anuncio de su destrucción más que una referencia al hecho histórico de su pérdida material, es una anticipación de lo que será la presencia y misión de Jesús, aquel que llevará al pueblo al verdadero culto interior. Este texto de la destrucción del templo es muy significativo porque quiere decirnos que toda falsa seguridad del hombre, basada en sus obras, por muy colosales que sean, va a pasar por el tamiz del evangelio.
• Nuestro tiempo no es un tiempo de tranquilidad sino más bien de luchas y conflictos en toda la sociedad y también en la Iglesia. No falta quien piensa que estamos en un tiempo final de calamidades, que se ha perdido todo y que vamos de mal en peor. Vemos como nuestras seguridades, nuestras instituciones, como lo era para el pueblo judío su Templo, se resquebrajan sin que sepamos qué sentido tiene lo que sucede o qué hacer.
• Desaparece a nuestro alrededor el cristianismo como forma social y muchos cristianos nos sentimos indefensos y con la angustia de sentir que todo se está derrumbando. Es más fácil que la propia sociedad acompañe y proteja lo que nosotros creemos y deseamos hacer. Si desaparece este tipo de cristianismo de “feliz seguridad” en el que tanto nos hemos apoyado, es sólo para que, de cara a Dios seamos capaces de asumir, sin respaldos, el compromiso vital de nuestra fe.
• Si la ley común es que cada uno se arregle como pueda y el mundo no es más que una selva en donde sólo gana el más fuerte, el cristiano podrá gritar, sin andamiajes que lo sostengan, que la ley de su fe es que ha nacido para servir y no para ser servido; y que las bienaventuranzas son un estilo de vida y no una bella poesía; pero podrá gritarlo si lo vive y lo practica, no si es simplemente un “slogan sin sustento” en su realidad.
• La conformidad con este mundo es más peligrosa para la fe que la persecución cruenta. San Ambrosio decía: «Los emperadores nos ayudaban más cuando nos perseguían que ahora que nos protegen»
• Las situaciones de calma, en las que el culto y el funcionamiento interno de la Iglesia no sufre dificultades sino que más bien son protegidos, son propicias para convertir el cristianismo en algo insípido donde la inercia nos lleva a instalarnos, a mirar hacia adentro, a interesarnos por la Iglesia posponiendo la preocupación por el servicio. Llegamos a convertirnos absurdamente en mensajeros que llevan sus propios mensajes, empachadores de ovejas bien alimentadas más que pastores.
• Cataclismos y desastres cósmicos son la voz de alerta y el llamado a la responsabilidad para despertarnos del sueño de la rutina y de la comodidad creyendo que no pasa nada. El fin del mundo, como el fin o muerte de cada uno, no es la destrucción, sino la consumación y cumplimiento de la promesa de Dios: un nuevo cielo y una nueva tierra, una vida eterna.
• El anuncio del tiempo final no es para intimidarnos y obligarnos a ser buenos por la fuerza. Este anuncio es la "buena noticia" de saber que el mundo tiene fin, que el mundo y sus modos injustos pasan, que no son "dios" y que no hay razón para meternos en los moldes del mundo ni doblegarnos a sus dueños. Podemos, tenemos y debemos cambiar esta realidad injusta, violenta y deshumanizada para que todos puedan experimentar la belleza y la bondad del Reino de Dios, que viene y está.
• El evangelio del fin del mundo es una llamada a reavivar nuestra esperanza: Jesús, que está a punto de ser exaltado en la cruz, volverá y completará la obra iniciada en la creación y corregida en la redención. Pero todo eso no sucederá sin nosotros. No hay lugar para la evasión esperando que Dios lo haga todo, ni para el apuro desenfrenado, sino para la paciencia y la responsabilidad inteligente, solidaria y creadora.
• La autenticidad de nuestra fe y misión se mide por nuestra donación a los hermanos. Una comunidad de discípulos introvertida, replegada sobre sí, no es la Iglesia de Jesús, sino un grupo de personas que se alimentan de sus egoísmos.
• Una Iglesia de discípulos y misioneros es la que se compromete a servir, sin seguridades pagas con requisitos cumplidos, ni para este tiempo ni para la eternidad. Hacer una iglesia discipular y misionera es construir con otros creyentes una fraternidad con la misma esperanza que da el Padre de toda Vida, en la que todos comulgan en el amor a, y de Jesucristo; y que están dinamizados por la misma fuerza del Espíritu que los potencia para darse a los demás en la construcción de un mundo nuevo.

…Nuestras comunidades llevan el sello de los apóstoles y, además, reconocen el testimonio cristiano de tantos hombres y mujeres que esparcieron en nuestra geografía las semillas del Evangelio, viviendo valientemente su fe, incluso derramando su sangre como mártires. Su ejemplo de vida y santidad constituye un regalo precioso para el camino creyente de los latinoamericanos y, a la vez, un estímulo para imitar sus virtudes en las nuevas expresiones culturales de la historia. Con la pasión de su amor a Jesucristo, han sido miembros activos y misioneros en su comunidad eclesial. Con valentía, han perseverado en la promoción de los derechos de las personas, fueron agudos en el discernimiento crítico de la realidad a la luz de la enseñanza social de la Iglesia y creíbles por el testimonio coherente de sus vidas. Los cristianos de hoy recogemos su herencia y nos sentimos llamados a continuar con renovado ardor apostólico y misionero el estilo evangélico de vida que nos han trasmitido…. (Aparecida 275)

Para discernir

• ¿Qué actitud tomo frente a los males de este mundo?
• ¿Soy consciente de mi responsabilidad en la marcha del mundo?
• ¿Vivo con una actitud esperanzadamente constructora?

Para repetir

Dame constancia Señor

Para la lectura espiritual

"Los cristianos no se distinguen de los demás hombres, ni por el lugar en que viven, ni por su lenguaje, ni por sus costumbres. Ellos, en efecto, no tienen ciudades propias, ni utilizan un hablar insólito, ni llevan un género de vida distinto. Su sistema doctrinal no ha sido inventado gracias al talento y especulación de hombres estudiosos, ni profesan, como otros, una enseñanza basada en autoridad de hombres.
Viven en ciudades griegas y bárbaras, según les cupo en suerte, siguen las costumbres de los habitantes del país, tanto en el vestir como en todo su estilo de vida y, sin embargo, dan muestras de un tenor de vida admirable y, a juicio de todos, increíble. Habitan en su propia patria, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros; toda tierra extraña es patria para ellos, pero están en toda patria como en tierra extraña. Igual que todos, se casan y engendran hijos, pero no se deshacen de los hijos que conciben. Tienen la mesa en común, pero no el lecho.
Viven en la carne, pero no según la carne. Viven en la tierra, pero su ciudadanía está en el Cielo. Obedecen las leyes establecidas, y con su modo de vivir superan estas leyes. Aman a todos, y todos los persiguen. Se los condena sin conocerlos. Se les da muerte, y con ello reciben la vida.Son pobres, y enriquecen a muchos; carecen de todo, y abundan en todo.Sufren la deshonra, y ello les sirve de gloria; sufren detrimento en su fama, y ello atestigua su justicia. Son maldecidos, y bendicen; son tratados con ignominia, y ellos, a cambio, devuelven honor. Hacen el bien, y son castigados como malhechores; y, al ser castigados a muerte, se alegran como si se les diera la vida.Los.judíos los combaten como a extraños y los gentiles los persiguen, y, sin embargo, los mismos que los aborrecen no saben explicar el motivo de su enemistad.
Para decirlo en pocas palabras: los cristianos son en el mundo lo que el alma es en el cuerpo. El alma, en efecto, se halla esparcida por todos los miembros del cuerpo; así también los cristianos se encuentran dispersos por todas las ciudades del mundo. El alma habita en el cuerpo, pero no procede del cuerpo; los cristianos viven en el mundo, pero no son del mundo. El alma invisible está encerrada en la cárcel del cuerpo visible; los cristianos viven visiblemente en el mundo, pero su religión es invisible. La carne aborrece y combate al alma, sin haber recibido de ella agravio alguno, sólo porque le impide disfrutar de los placeres; también el mundo aborrece a los cristianos, sin haber recibido agravio de ellos, porque se oponen a sus placeres.
El alma ama al cuerpo y a sus miembros, a pesar de que éste la aborrece; también los cristianos aman a los que los odian. El alma está encerrada en el cuerpo, pero es ella la que mantiene unido el cuerpo; también los cristianos se hallan retenidos en el mundo como en una cárcel, pero ellos son los que mantienen la trabazón del mundo. El alma inmortal habita en una tienda mortal; también los cristianos viven como peregrinos en moradas corruptibles, mientras esperan la incorrupción celestial. El alma se perfecciona con la mortificación en el comer y beber; también los cristianos, constantemente mortificados, se multiplican más y más. Tan importante es el puesto que Dios les ha asignado, del que no les es lícito desertar."
De la Carta a Diogneto (Cap. 5-6; Funk 1, 317-321)

Para rezar

Padre Santo
En este día, me presento ante ti; mi Señor,
para honrarte y adorarte,
tú eres digno de todo honor,
de toda gloria, de toda alabanza.
Señor, me uno a esta oración de intercesión
por tus hijos,
que están sufriendo persecución en estos momentos.
He visto, Señor, el odio exacerbado
sobre tu pueblo,
conozco la persecución que tus hijos sufren,
te pido, con todo mi corazón, tengas misericordia.
En este día, guarda a tu pueblo de todo consejo oculto,
libralo de todo mal.
Pon cerco en derredor nuestro.
Te pido por todos mis hermanos que sufren persecución,
que están siendo hostigados y torturados.
Sé que en muchas partes del mundo
tu pueblo sufre terriblemente.
Señor, ¿hasta cuándo?
¿hasta cuándo tu pueblo seguirá sufriendo?
Perdón mi Señor, te ruego,
tengas piedad de nosotros,
escucha nuestro clamor, escucha nuestra oración,
por amor a tu precioso nombre,
No desampares la obra de tus manos.
Padre en el nombre precioso de Jesús
te lo pedimos, amén.







11 de noviembre
SOLEMNIDAD DE SAN MARTIN DE TOURS
Patrono Principal de Buenos Aires

San Marín de Tours, que como patrono de Buenos Aires y de la Iglesia que vive en ella, pides por todos constantemente en la presencia de Dios, queremos confiarte a cada uno de los que habitan o pasan por nuestra ciudad. Intercede por los que han perdido la esperanza y por los que no tienen fe. Que tu súplica sea también por los que nos gobiernan y nos enseñan. Que todos contemos con la bendición de Dios por medio de tu poderosa intercesión, para que podamos imitarte viendo en los demás el rostro de Jesús. Amén.
San Martín de Tours, ruega por nosotros y protege nuestra ciudad.


7 de noviembre de 2010 - TO - DOMINGO XXXII – CICLO C

...No es un Dios de muertos sino de vivientes..

PRIMERA LECTURA
Lectura del segundo libro de los Macabeos 7, 1-2. 9-14

Fueron detenidos siete hermanos, junto con su madre. El rey, flagelándolos con azotes y tendones de buey, trató de obligarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley. Pero uno de ellos, hablando en nombre de todos, le dijo:
«¿Qué quieres preguntar y saber de nosotros? Estamos dispuestos a morir, antes que violar las leyes de nuestros padres.»
Y cuando estaba por dar su último suspiro, dijo: «Tú, malvado, nos privas de la vida presente, pero el Rey del universo nos resucitará a una vida eterna, ya que nosotros morimos por sus leyes.»
Después de este, fue castigado el tercero. Apenas se lo pidieron, presentó su lengua, extendió decididamente sus manos y dijo con valentía: «Yo he recibido estos miembros como un don del Cielo, pero ahora los desprecio por amor a sus leyes y espero recibirlos nuevamente de él.» El rey y sus acompañantes estaban sorprendidos del valor de aquel joven, que no hacía ningún caso de sus sufrimientos.
Una vez que murió este, sometieron al cuarto a la misma tortura y a los mismos suplicios. Y cuando ya estaba próximo a su fin, habló así: «Es preferible morir a manos de los hombres, con la esperanza puesta en Dios de ser resucitados por él. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida.»
Palabra de Dios.

SALMO Sal 16, 1. 5-6. 8b y 15 (R.: 15b)
R. Señor, al despertar, me saciaré de tu presencia.

Escucha, Señor, mi justa demanda,
atiende a mi clamor;
presta oído a mi plegaria,
porque en mis labios no hay falsedad.

Mis pies se mantuvieron firmes
en los caminos señalados:
¡mis pasos nunca se apartaron de tus huellas!
Yo te invoco, Dios mío, porque tú me respondes:
inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras.

Escóndeme a la sombra de tus alas.
Pero yo, por tu justicia, contemplaré tu rostro,
y al despertar, me saciaré de tu presencia.

SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Tesalónica 2, 16-3, 5

Hermanos:
Que nuestro Señor Jesucristo y Dios, nuestro Padre, que nos amó y nos dio gratuitamente un consuelo eterno y una feliz esperanza, los reconforte y fortalezca en toda obra y en toda palabra buena.
Finalmente, hermanos, rueguen por nosotros, para que la Palabra del Señor se propague rápidamente y sea glorificada como lo es entre ustedes. Rueguen también para que nos veamos libres de los hombres malvados y perversos, ya que no todos tienen fe.
Pero el Señor es fiel: él los fortalecerá y los preservará del Maligno. Nosotros tenemos plena confianza en el Señor de que ustedes cumplen y seguirán cumpliendo nuestras disposiciones.
Que el Señor los encamine hacia el amor de Dios y les dé la perseverancia de Cristo.
Palabra de Dios.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 20, 27-38

Se acercaron a Jesús algunos saduceos, que niegan la resurrección, y le dijeron: «Maestro, Moisés nos ha ordenado: Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda. Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia. Finalmente, también murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?»
Jesús les respondió: «En este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que sean juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casarán. Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección.
Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Porque él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él.»
Palabra del Señor.

Para reflexionar

• Hay bastante consenso en la afirmación que presenta como raíz de toda agresividad la frustración y la falta de realización de las aspiraciones humanas más profundas. También se señala como factor de violencia el desencanto, el callejón sin salida con el que se chocan las expectativas en este sistema.
• Sin demasiado análisis notamos en el día a día que hay más expectativas "razonables" que posibilidades reales de satisfacerlas. Hay más trabajadores que empleos, más profesionales que necesidades, más familias que hogares, más hambre que pan. Se queman las cosechas para poder subir el precio o porque no se las paga justamente. Se elevan los precios para cortar el consumo de los que tienen menos recursos; y por otro lado se estimula la compra fomentando el número de expectativas, ya que una demanda creciente, siempre mayor que la oferta, es condición indispensable de crecimiento. Y así va creciendo el número de insatisfechos, de frustraciones, de desencantos y de la consiguiente violencia. No sólo aumenta el número de homicidios sino también de modo alarmante el número de suicidios. Se experimentan cada vez más "motivos" para matar y también más "motivos" para matarse.
• Pareciera que cada vez hay menos razones para vivir o faltase una razón para vivir. Las aspiraciones humanas se han convertido en expectativas y estas son engañosas y de corta duración.
• Sin aspiraciones la muerte es el final absoluto; todo se acaba con la muerte, la historia humana es sólo un recuerdo del pasado.
• Al hombre de hoy no le resulta fácil creer en la otra vida. Unos viven tan bien que difícilmente pueden imaginar otra vida mejor. Otros viven tan mal que no tienen imaginación para pensar en otra vida. A pesar de todo, muchos, tarde o temprano y por distintas razones, reconocen que esto no es vida, que esto no es todo, que tiene que haber algo más.
• Si la muerte no tiene sentido, toda la vida se disuelve en el vacío. Pero si la muerte tiene un sentido también lo tiene la vida. Para buscar el sentido y la consistencia de la vida, se hace imprescindible plantear el sentido de la muerte.
• La fe en la vida eterna, en la otra vida, resulta ser una de las pocas actitudes razonables, pues no podemos vivir como si no tuviéramos que morir. Es la fe verdadera en la vida eterna lo que nos da fuerza para asumir la vida presente y arrancarla de su destino de “pasión inútil”. Quien conoce la muerte, conoce y valora la vida y quien olvida la muerte, olvida y desprecia la vida.
• La esperanza en la vida eterna no es un soporífero, con el que nos drogamos para dejar que el mundo siga a los tumbos.
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• La primera lectura presenta un hermoso ejemplo, tomado del libro de los Macabeos, sobre la fe en la vida futura. En la persecución de Antíoco IV, que, con una mezcla de halagos y amenazas, intenta seducir a los israelitas y conducirles a la religión oficial pagana, olvidando la Alianza; una buena mujer, madre de siete hijos, da un ejemplo admirable de entereza y fidelidad. Lo de comer o no carne prohibida era un detalle: se trataba de mantenerse fieles al conjunto de la fe en Dios.
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• La segunda lectura nos ofrece un texto de consolación. Pablo exhorta a los cristianos de Tesalónica a mantenerse constantes y firmes en la fidelidad a Dios y a sus enseñanzas ya que el mismo Dios nos ha dado "un consuelo eterno y una esperanza feliz". El autor se apoya precisamente en que Dios es fiel y nunca falta a sus promesas; si Él ha prometido la vida, debemos vivir con esa esperanza espléndida. La vida futura inmortal para el cristiano se siembra aquí, en el presente.
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• El evangelio presenta una discusión sobre la existencia de una vida más allá de la muerte. Los saduceos, que pertenecían a las clases altas de la sociedad y no creían en la otra vida y en la resurrección le plantearon a Jesús una pregunta tramposa, basándose en la famosa "ley de levirato". Por esta ley el hermano del esposo debe casarse con la viuda si esta no ha tenido descendencia: ¿de quién será esposa en el cielo una mujer que se ha casado sucesivamente con siete hermanos?
• La pregunta no es importante y la cuestión del matrimonio es la excusa. El tema básico es la vida definitiva a la que Jesús responde al final de la escena. Jesús les dice, ante todo, que en la otra vida el matrimonio no tendrá como finalidad la procreación, porque allí la humanidad no necesita renovarse, porque todo es vida y no hay muerte. Dios, que es todo Vida, no puede dejarnos a nosotros abandonados a la muerte.
• Jesús no explica cómo es la otra vida, pero sí les dice que nuestro destino es la vida, no la muerte. Además, les asegura que los que "han sido juzgados dignos de la vida futura son hijos de Dios y están llamados a vivir de la misma vida de Dios, y para siempre, en la fiesta plena de la comunión con Él.
• Esta es nuestra esperanza: que más allá de la debilidad de este mundo, estamos llamados a compartir la plenitud que Dios mismo tiene.
• Nuestro destino es la vida eterna: "Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos". La certeza de nuestra resurrección radica en que Cristo ha resucitado. Si Él murió para hacernos hijos de Dios y darnos vida nueva por su Espíritu, esta vida no puede ser perecedera, sino definitiva y eterna.
• La vida de los resucitados de entre los muertos no es la continuación de nuestro mundo de ahora. Es totalmente diferente. La vida que perdura no es una prolongación de la vida biológica, puesto que ya no está sujeta a la muerte. En ella están en vigor otras leyes ocultas a nosotros. Procede directamente de Dios.
• Si después de esta vida no hubiera nada, nos sentiríamos profundamente frustrados, la vida humana sería una “pasión inútil” y el hombre “un ser para la nada”, como dicen muchos filósofos.
• Para Jesús, vivir consiste en ir dando la vida hasta la ofrenda total en la muerte, pero que desde Dios es el acto supremo de la vida; mientras que, morir es querer vivir mi vida desentendiéndome de la de los demás, que es lo que habitualmente llamamos "aprovechar la vida". El que vive dando la vida, no la pierde, la da. Mientras que el que vive sin darla, la pierde con la muerte.
• Todo lo que creemos es ya para esta vida, es decir, para orientar y transformar nuestra vida a semejanza de Cristo.
• Esta fe en la resurrección de los muertos se realiza como respeto y valoración de la dignidad de los vivos o no se realiza de ninguna manera. Y en este sentido, para los creyentes, es la raíz última y fundamento de los derechos fundamentales del hombre, de todo hombre.
• Gracias a esta fe en la resurrección, los cristianos tenemos que afirmar la vida, respetar la vida, sacar adelante la vida de todos los hombres de manera concreta. Los cristianos no creemos en otra vida como negación de la presente, o evasión de lo que nos toca; sino como afirmación sin límites de la vida.
• Creer en la vida eterna debe ser para nosotros hacer posible la vida para todos, sabiendo que la persona tiene una dignidad sin límites como la misma promesa de Dios.
• No podemos vivir de espaldas a la vida definitiva que ha de venir, ni a la vida presente que estamos viviendo. La fe en la resurrección futura nos hace trabajar sin cansancio por la resurrección del mundo presente, mejorando las condiciones de vida, haciendo una sociedad más humana y más fraterna, siendo constantes en toda clase de obras que ayuden al hermano, sembrando la paz y luchando por la justicia.
• Creer en la vida eterna es luchar por hacer posible una vida buena para todos. La verdadera esperanza cristiana no puede ser nunca un pretexto para desentendernos de los hombres y del mundo que necesitan la manifestación de los hijos de Dios.
• Para los discípulos de Jesús creer en la vida eterna, en la resurrección de los muertos significa creer que la vida verdadera es amor y que el amor no muere nunca, porque es más fuerte que la muerte. Significa permanecer en el amor a Dios y en el amor al prójimo, en el Mandamiento del Señor. Dios, que es Dios de vivos y no de muertos, es Amor.
• Es la fe en la vida eterna la que nos da fuerza para asumir la vida presente. La esperanza de nuestra feliz resurrección debe hacerse realidad en medio de los hombres, siendo testimonio de la presencia del Dios vivo a través de obras concretas.
• No hay mayor demostración ante los hombres de la veracidad de nuestra fe en la vida eterna, que la de vivir y dejar vivir, contribuyendo a que todos puedan realizarse como personas, como hijos de Dios, desde una vida cada día más justa y más digna.

Para discernir

• ¿Margino y excluyo por alguna razón?
• ¿Descubro la misericordia de Dios en las heridas de mis pecados?
• ¿Me apoyo en mis méritos para acercarme a Dios?

Para repetir

…Creo en la vida eterna…

Para la lectura espiritual

¿RESURRECCIÓN o REENCARNACIÓN?
No es difícil en nuestro días encontrarse con personas seriamente interesadas por la vieja teoría de la reencarnación e, incluso, con cristianos que no entienden muy bien por qué el cristianismo habla de resurrección y no de reencarnación.
Sin embargo, la fe en la resurrección de los muertos supone algo totalmente nuevo y original frente a la reencarnación de las almas que se afirma en la religiosidad hindú, en el budismo o en las doctrinas griegas de la metempsícosis.
Según la visión hindú, las almas van emigrando constantemente (sam-sára= pasar a través), encarnándose una y otra vez en vidas sucesivas. Y son las acciones buenas o malas (karma) las que deciden cómo va a ser la próxima reencarnación.
De esta manera, la realidad es una sucesión de nacimientos y muertes donde las almas se van degradando o purificando hasta alcanzar tal vez un día la reintegración en la totalidad del Ser Absoluto. Ese nirvana difícil pero no imposible del que habla el budismo. Esta manera de ver la realidad tiene consecuencias profundas y se distancia radicalmente de la fe cristiana. Según esta concepción oriental, la identidad individual de cada persona se eclipsa y el cuerpo queda privado de valor. En realidad, los individuos surgen por una disgregación del ser, pueden reencarnarse en diversos cuerpos, pero lo importante es que vuelvan a reintegrarse en el Gran Todo.
La visión cristiana es diferente. En la raíz de todo está un Dios Creador que, movido por su amor infinito, crea la vida de cada persona con un valor absoluto y singular. Cada individuo es un ser libre querido por Dios por sí mismo y llamado a encontrar un día su realización plena corpóreo-espiritual en un diálogo amoroso con él.
Por otra parte, según la doctrina reencarnacionista, el mal es una realidad física (la caída del individuo en la materia). Por eso, la salvación consiste en una especie de proceso mecánico de depuración que, a través de sucesivas reencarnaciones dirigidas por el karma, conduce de nuevo a la matriz original del Ser Absoluto.
Los cristianos vemos las cosas de otra manera. El hombre es un ser libre que puede rechazar a Dios rompiendo su relación personal con él. Por eso, la salvación se produce, no por medio de un mecanismo de reintegración, sino a través de una conversión personal a Dios.
Así, pues, para los cristianos, la realidad no es algo indefinido donde la muerte es una especie de espejismo y donde las almas circulan constantemente del más allá al más acá y viceversa, sobre el fondo inmutable y frío del Ser Absoluto.
Nosotros creemos en un Dios que crea la vida y nos la regala amorosamente a cada uno como valor absoluto. La muerte puede acabar con nuestra condición biológica actual, pero no puede extinguir la vida que nos llega desde Dios. El Creador de la vida es más fuerte que la muerte. Dios no es «un Dios de muertos, sino de vivos». El nos resucitará para la vida eterna. Esta esperanza es «la roca de nuestro corazón».
JOSE ANTONIO PAGOLA

Para rezar

Yo mismo Lo veré"
Y seremos nosotros,
para siempre,
como eres Tú el que fuiste,
en nuestra tierra,
hijo de la María y de la Muerte,
compañero de todos los caminos.
Seremos lo que somos,
para siempre,
pero gloriosamente restaurados,
como son tuyas esas cinco llagas,
imprescriptiblemente gloriosas.
Como eres Tú el que fuiste,
humano, hermano,
exactamente igual al que moriste,
Jesús, el mismo y totalmente otro,
así seremos para siempre, exactos,
lo que fuimos y somos y seremos,
¡otros del todo, pero tan nosotros!
Pedro Casaldáliga




31 de octubre de 2010 - TO - DOMINGO XXXI -Ciclo C

Vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de la Sabiduría 11, 22-12,2

Señor, el mundo entero es delante de ti como un grano de polvo que apenas inclina la balanza, como una gota de rocío matinal que cae sobre la tierra. Tú te compadeces de todos, porque todo lo puedes, y apartas los ojos de los pecados de los hombres para que ellos se conviertan.
Tú amas todo lo que existe y no aborreces nada de lo que has hecho, porque si hubieras odiado algo, no lo habrías creado.
¿Cómo podría subsistir una cosa si tú no quisieras? ¿Cómo se conservaría si no la hubieras llamado?
Pero tú eres indulgente con todos, ya que todo es tuyo, Señor que amas la vida, porque tu espíritu incorruptible está en todas las cosas. Por eso reprendes poco a poco a los que caen, y los amonestas recordándoles sus pecados, para que se aparten del mal y crean en ti, Señor.
Palabra de Dios.

SALMO Sal 144, 1-2. 8-9. 10-11. 13c-14 (R.: cf. 1)
R. Bendeciré tu Nombre eternamente, Dios mío, el único Rey.

Te alabaré, Dios mío, a ti, el único Rey,
y bendeciré tu Nombre eternamente;
día tras día te bendeciré,
y alabaré tu Nombre sin cesar.

El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
el Señor es bueno con todos
y tiene compasión de todas sus criaturas.

Que todas tus obras te den gracias, Señor,
y tus fieles te bendigan;
que anuncien la gloria de tu reino
y proclamen tu poder.

El Señor es fiel en todas sus palabras
y bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que caen
y endereza a los que están encorvados.

SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica 1, 11-2, 2

Hermanos:
Rogamos constantemente por ustedes a fin de que Dios los haga dignos de su llamado, y lleve a término en ustedes, con su poder, todo buen propósito y toda acción inspirada en la fe. Así el nombre del Señor Jesús será glorificado en ustedes, y ustedes en él, conforme a la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.
Acerca de la Venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, les rogamos, hermanos, que no se dejen perturbar fácilmente ni se alarmen, sea por anuncios proféticos, o por palabras o cartas atribuidas a nosotros, que hacen creer que el Día del Señor ya ha llegado.
Palabra de Dios.

EVANGELIO
XLectura del santo Evangelio según san Lucas 19, 1-10

Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos. El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicómoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.
Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.» Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Se ha ido a alojar en casa de un pecador.» Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: «Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más.»
Y Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»
Palabra del Señor.

Para reflexionar

• Durante mucho tiempo se habló de pobres; después de subdesarrollados; luego de marginados y de carenciados. Sabemos que hay una política económica y social perversa que produce hombres y mujeres sobrantes, que no cuentan para nada.
• La palabra "pobre" y el concepto de "pobreza" ya no alcanzan para definir y explicar la situación actual de sectores cada día más amplios de la sociedad. Hoy la pobreza, en un mundo globalizado, desigual en oportunidades y posibilidades transforma a muchos no sólo en pobres sino en excluidos.
• Esta es la gran pobreza de la actualidad: los excluidos. Y aunque no se cuente con ellos: los excluidos existen y son personas con rostros concretos. Vertiginosamente nuestra sociedad produce sectores humanos, cada vez más amplios, que quedan fuera del sistema y que continuarán siendo pobres mientras el mismo no cambie.
• El antídoto que se busca para esta situación es la justicia que exige respetar lo que es del otro, respetar los derechos del otro, permitir que el otro despliegue sus posibilidades y su vocación a través del ejercicio de sus derechos; no es un favor, no es un acto de gratuidad y menos de caridad, es simplemente cumplir con una obligación y con un deber moral.
• Los excluidos son una realidad de ayer y de hoy; ya sea por cuestiones raciales, étnicas, religiosas, morales o económicas. No son construcciones mentales, son hombres y mujeres que nos interrogan desde el fondo de su tragedia y desde su lucha diaria por sobrevivir.

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• La lectura del Libro de la Sabiduría debemos encuadrarla dentro de la reflexión de las acciones de Dios en el Éxodo; liberadoras para los israelitas y castigo para los egipcios. El autor habla de ese amor inicial y previo. Como es el amor y deseo del hijo aún no concebido, la razón llegada a la vida; la omnipotencia es la ejecutora de ese deseo amoroso. Dios ama todas las cosas, pues todas son sus criaturas. Y no quiere que nada perezca, sino que todo se salve. Por eso está dispuesto a conceder a lo malogrado la oportunidad de rehacerse. Dios mantiene todos los seres y anima con su soplo incorruptible todas las cosas. El perdón que Dios concede a los pecadores es un acto de su providencia y misericordia que todo lo conserva. Si castiga, lo hace con moderación, no para destruir, sino para salvar y ayudar al hombre.

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• En la comunidad de Tesalónica, fundados en supuestas revelaciones y en algunas frases de Pablo de su carta anterior que fueron mal interpretadas, algunos exaltados habían difundido la idea de que la venida del Señor, la Parusía, era inminente. La exhortación a la vigilancia ante la repentina venida del Señor y la insistencia en la necesidad de orar sin interrupción, se prestaban a una actitud fanática de algunos primeros cristianos que, con el pretexto de la inmediata venida del Señor, se desentendían de organizar en el mundo la convivencia y dejaban el trabajo para dedicarse sólo a la oración. Pablo condena aquí esa actitud y trata de serenar a la comunidad.

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• Como marco para el Evangelio se presenta la ciudad de Jericó, una hermosa villa en medio del desierto, a once kilómetros del río Jordán, con manantiales y plantaciones de palmeras que ahora se encuentra convulsionada ante el paso del famoso profeta. Jesús ha llegado, entra en la ciudad y es bien recibido. El pueblo entero con sus jefes espirituales y los hombres piadosos se acercan para verlo.
• Zaqueo, el aduanero de Jericó, cobrador de impuestos también hace todo lo posible por ver "quién es Jesús". Esto significa superar las dificultades que, debido a su escasa estatura, le impedían ver al Maestro como el resto de la gente.
• Zaqueo era en su tiempo lo que hoy llamaríamos un corrupto indeseable, un hombre despreciado por su profesión y por su conducta poco escrupulosa. Lo mismo que pastores y prostitutas en la sociedad judía de entonces, compartía la mala fama que acompaña siempre y en todas partes como una sombra a los marginados sociales. Formaba parte de los excluidos. A pesar de ser un hombre rico desde el punto de vista económico, carecía de categoría social. Era un publicano y por lo tanto despreciado igual que los samaritanos.
• Zaqueo no podía esperar nada del profeta de Nazaret, ni siquiera se atrevía a mezclarse con sus seguidores teniendo que contentarse con verlo pasar. Igualmente Zaqueo se puso "a tiro de la Gracia": "Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: hoy tengo que alojarme en tu casa".
• Zaqueo se había hecho rico a costa de los pobres y ninguna persona justa se atrevía a entrar en su casa. Pero Jesús sí se atrevió. Ha venido precisamente para eso, para buscar y salvar lo que estaba perdido.
• El gesto de aceptación incondicional de Jesús para con Zaqueo es capaz de enternecer y convertir el corazón de un hombre que todos consideraban irremediablemente endurecido: con alegría, en un clima de fiesta y gozo incontenible está decidido a compartir su vida y sus bienes con los pobres y devolver lo que ha robado con creces. Es un hombre nuevo que cambia radicalmente el rumbo de su vida y todos sus esquemas, su modo de pensar, su sistema de valores, su relación con la gente.
• La ventaja de Zaqueo frente a los ricos, respetados en la sociedad, es que él no encuentra nada y a nadie que pueda justificar su riqueza. La marginación que padece lo ayuda a no falsear su conciencia, engañándose a sí mismo y teniéndose por un bendito de Dios. Zaqueo no se tiene a sí mismo por justo por eso vive el gozo de la conversión como la respuesta a la Buena Noticia que le tocó el corazón. Un escritor del siglo pasado meditando por qué la gracia divina obtiene triunfos inesperados en el alma del pecador más grande, mientras que con mucha frecuencia permanece inactiva en las personas más honradas dice: "La razón está precisamente en que las gentes más honradas, o en definitiva a las que así se denomina y que gustosamente se designan como tales, no tienen puntos débiles en su armadura. Son invulnerables. Su piel moral constantemente sana les procura un pellejo impenetrable y una coraza sin fallos. "
• La transformación cristiana es producto de un encuentro con Jesús más que de un voluntarismo ético. Zaqueo no toma decisiones preestablecidas como acudir al templo con más frecuencia, o acercarse arrepentido a los líderes religiosos, o estudiar a fondo la Ley y sus preceptos.
• El gesto de Zaqueo, que restituye el cuádruplo a aquellos que ha defraudado y dar la mitad de sus bienes a los pobres, nace de una conversión interior, de un cambio de ruta provocado por este encuentro con Jesús. Encontrando al amor, descubriendo el ser amado, uno se hace capaz de ir al encuentro de los otros. Los mira con ojos distintos, no como objetos para utilizar sino como personas para amar. También sus bienes cambian de dirección: el gesto de acumular se sustituye por el gesto de dar libre y gratuitamente. Y así el dinero que era objeto de división se transforma en signo de encuentro y comunión. Su conversión toca su corazón y su bolsillo.
• Con esta actitud, Zaqueo se constituye en prototipo de discípulo, mostrándonos de qué manera la conversión influye en nuestra relación con los bienes materiales; y en segundo lugar recordándonos las exigencias que lleva seguir a Jesús hasta el final.
• El encuentro es gracia y salvación, cuando experimentamos que Dios no viene a dar respuesta a nuestras preguntas, sino que en Jesús quiere entrar en nuestra casa y compartir nuestra vida; alojarse en nosotros, recibir nuestra hospitalidad, entrar en nuestra intimidad, participar de nuestra mesa por más pobre que sea.
• Cuando nos atenemos únicamente a la ley y a las buenas costumbres para sentirnos seguros, pero resistimos a las inspiraciones y a la novedad del amor evangélico que renueva todas las cosas y se manifiesta en la justicia; cuando sólo nos preocupamos de hacer "méritos" para cobrarlos así en la tierra como en el cielo, no podemos gozar ni alegrarnos del maravilloso desborde del amor de Dios que hace justo al pecador, ni de la generosidad de los que responden a la llamada del Evangelio sin mirar para atrás.
• Tenemos que descubrir que el amor de Jesús va más allá de los pecados; se sumerge en lo profundo de nuestra vida y busca, descubre, despierta, todo lo que hay de intacto y de puro, porque incluso en el hombre que parece más abominable subsiste siempre un rincón de inocencia, sólo accesible para Dios.
• Los hombres tenemos habitualmente ojos para el mal, para la crítica, para la basura del mundo, pero necesitamos mirar todo eso con ojos de amor, con los mismos ojos con que Dios lo ve y descubrir en esas realidades el lugar desde donde Dios quiere salvar. F. Nietzsche decía que también Dios tiene su infierno: “su amor a los hombres”. San Pablo ya lo había afirmado con más abundancia al decir en la carta a los romanos que Dios se enternece". "Zaqueo quería ver", y lo que se le reveló fue la herida de Dios. No había pedido nada, y fue Dios mismo el que le suplicó: "Quiero hospedarme en tu casa".
• Jesús con su actitud nos descubre su misión: "Buscar y salvar lo que estaba perdido" y lo que es la misión de la Iglesia. Una Iglesia verdaderamente evangelizadora y misionera necesita cambiar de táctica centrando sus objetivos pastorales en los marginados. Sólo así podría ser fiel a la misión de Jesús que vino a salvar lo perdido, pues "no necesitan médico los sanos, sino los enfermos".

Para discernir

• ¿Margino y excluyo por alguna razón?
• ¿Descubro la misericordia de Dios en las heridas de mis pecados?
• ¿Me apoyo en mis méritos para acercarme a Dios?

Para repetir a lo largo

…Señor, ven a mi casa…

Para la lectura espiritual

Reprochaban al médico que entrase en casa del enfermo El Señor, que había recibido a Zaqueo en su corazón se dignó ser recibido en casa de él. Le dice: Zaqueo, apresúrate a bajar, pues conviene que yo me quede en tu casa (Lc 19,5). Gran dicha consideraba él ver a Cristo. Quien tenía por grande e inefable dicha el verle pasar, mereció inmediatamente tenerle en casa. Se infunde la gracia, actúa la fe por medio del amor, se recibe en casa a Cristo, que habitaba ya en el corazón. Zaqueo dice a Cristo: Señor, daré la mitad de mis bienes a los pobres, y si a alguien he defraudado le devolveré el cuádruplo (Lc 19,8). Como si dijera: «Me quedo con la otra mitad, no para poseerla, sino para tener con qué restituir». He aquí, en verdad, en qué consiste recibir a Jesús, recibirle en el corazón. Allí, en efecto, estaba Cristo; estaba en Zaqueo, y por su inspiración se decía a sí mismo lo que escuchaba de su boca. Es lo que dice el Apóstol: Que Cristo habite en vuestros corazones por la fe (Ef 3,17).
Como se trataba de Zaqueo, el jefe de los publicanos y gran pecador, aquella turba, que se creía sana y le impedía que Jesús entrase en casa de un pecador, que equivale a reprochar al médico el que entre en casa del enfermo. Puesto que Zaqueo se convirtió en objeto de burla en cuanto pecador y se mofaban de él, ya sano, los enfermos, respondió el Señor a esos burlones: Hoy ha llegado la salvación a esta casa (Lc 19,9). He aquí el motivo de mi entrada: Hoy ha llegado la salvación. Ciertamente, si el Salvador no hubiese entrado no hubiese llegado la salvación a aquella casa.
¿De qué te extrañas, enfermo? Llama también tú a Jesús, no te creas sano. El enfermo que recibe al médico es un enfermo con esperanza; pero es un caso desesperado quien en su locura da muerte al médico. ¡Qué locura la de aquel que da muerte al médico! En cambio, ¡qué bondad y poder el del médico, que de su sangre preparó la medicina para su demente asesino! No decía sin motivo: Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen (Lc 23,34), quien había venido a buscar y salvar lo que había perecido. «Ellos son dementes, yo soy el médico; se enfurecen, los soporto con paciencia; cuándo me hayan dado muerte, entonces los curaré». Hallémonos entre aquellos a quienes sana. Es palabra humana y digna de todo crédito que Jesucristo vino al mundo a salvar a los pecadores. A salvar a los pecadores (1 Tim 1,15), sean grandes o pequeños. Vino el hijo del hombre a buscar y salvar lo que había perecido (Lc 19,10).
San Agustín Sermón 174, 3.5-6

Para rezar

Dios no te deja caer sin alzarte

Cuando quieres aplausos que nunca llegan.
Cuando descubres que no va a ser El quien apruebe tus exámenes, o quien te encuentre trabajo, o quien solucione tus conflictos.
Cuando tras la lluvia viene más lluvia.
Cuando descubres el dolor del inocente y querrías volver a ser ciego.
Cuando te asusta entender que la misión es también tu misión.
Cuando comprendes que las heridas infligidas pueden sanar, pero no borrarse.
Cuando sientes que tu verdad es incomprendida y, pese a todo, tienes que seguir avanzando.
Y sólo ahí, una vez que has tocado un poquito de suelo,
entonces te das cuenta de que es en ese lugar,
en ese espacio de la fragilidad, del dolor y de la duda;
en ese rincón en el que te sientes desprotegido y vulnerable,
donde habita tu Dios de la cruz, del camino, de la pobreza.
Y sólo ahí descubres que Dios siempre está sobre aviso,
que a veces te quita el dolor y te pone la cena,
aunque en ocasiones tengas que dar la vida.
Sólo ahí descubres que al caer estás siendo abrazado,
y que en todo lo que ves, se asoma la imagen de una creación buena;
y que por debajo de todos los ruidos hay una canción de amor de Dios
por el mundo; y que en muchos roces hay una caricia
que despierta la esperanza...


24 de octubre de 2010 - TO - DOMINGO XXX – Ciclo C

La súplica del humilde atraviesa las nubes

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Eclesiástico 35, 12-14. 16-18

El Señor es juez y no hace distinción de personas: no se muestra parcial contra el pobre y escucha la súplica del oprimido; no desoye la plegaria del huérfano, ni a la viuda, cuando expone su queja.
El que rinde el culto que agrada al Señor, es aceptado, y su plegaria llega hasta las nubes. La súplica del humilde atraviesa las nubes y mientras no llega a su destino, él no se consuela: no desiste hasta que el Altísimo interviene, para juzgar a los justos y hacerles justicia.
Palabra de Dios.


SALMO Sal 33, 2-3. 17-18. 19 y 23 (R.: 7ab)
R. El pobre invocó al Señor, y él lo escuchó.

Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en el señor:
que lo oigan los humildes y se alegren.

El Señor rechaza a los que hacen el mal
para borrar su recuerdo de la tierra.
Cuando ellos claman, el Señor los escucha
y los libra de todas sus angustias.

El Señor está cerca del que sufre
y salva a los que están abatidos.
El Señor rescata a sus servidores,
y los que se refugian en él no serán castigados.


SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 4, 6-8. 16-18

Querido hermano:
Yo ya estoy a punto de ser derramado como una libación, y el momento de mi partida se aproxima: he peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe. Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará en ese Día, y no solamente a mí, sino a todos los que hayan aguardado con amor su Manifestación.
Cuando hice mi primera defensa, nadie me acompañó, sino que todos me abandonaron. ¡Ojalá que no les sea tenido en cuenta!
Pero el Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas, para que el mensaje fuera proclamado por mi intermedio y llegara a oídos de todos los paganos. Así fui librado de la boca del león.
El Señor me librará de todo mal y me preservará hasta que entre en su Reino celestial. ¡A él sea la gloria por los siglos de los siglos! Amén.
Palabra de Dios.


EVANGELIO
XLectura del santo Evangelio según san Lucas 18, 9-14

Refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, dijo también esta parábola:
«Dos hombres subieron al Templo para orar; uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, de pie, oraba así: "Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas."
En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!"
Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado.»
Palabra del Señor.

Para reflexionar

• Todos los hombres le damos importancia a la imagen, algunos lo hacen de manera exagerada. Hay algunos que han hecho un estilo de vida basado en la apariencia. Hay quienes pasan horas viéndose al espejo porque están genuinamente preocupados por alguna "imperfección" que pueda afectar el como los demás lo perciban y lo tengan en cuenta.
• También están los que se esfuerzan por tener un título universitario que los ayudará a ocupar un lugar y pagarían por obtenerlo aunque fueran inútiles a la hora de realizar algo. Son muchos los que se endeudan para tener cosas de lujo que no necesitan sólo por aparentar.
• En nuestra sociedad, día a día se toman un gran número de decisiones basadas en la apariencia y no en los hechos. En un juicio legal servirá de poco la argumentación lógica de una persona de la calle, ante el testimonio de un "probado perito".
• En el ámbito político la selección de las personas que forjarán el destino de toda una sociedad, se hace por una mayoría de personas, que votan fundamentalmente por la proyección de los candidatos, y no por una evaluación racional y sensata de las alternativas que ofrecen.
• Si ya es un problema que las personas juzguen tantas cosas por la apariencia, peor resulta que existan personas, lugares sociales y culturales que vivan de ella, tratando de deformar la realidad y creando imágenes falsas con tal de obtener algún beneficio. Vivir de la apariencia no es otra cosa que mentir.
• Por otro lado, no es menos cierto que de vez en cuando nos encontramos con alguien cuya apariencia esconde lo que realmente es. Hay sabios que parecen tontos, genios que parecen locos, nobles que parecen rufianes, y millonarios que parecen mendigos.
• El gran problema aparece cuando nos terminamos creyendo ser aquello que tanto nos esforzamos por aparentar. Obligados a mantener una imagen se hace difícil aceptar las críticas de los demás. Resaltando los errores y defectos de los demás llegamos a olvidar u ocultar los propios.
• Para los que "viven de la apariencia", y que no les importa el efecto negativo de sus acciones en los demás, les cabe el refrán: “Cuidado, porque hay muchos que no aparentan lo que son en realidad y cuando abras la boca, sabrán perfectamente quien sos de verdad”.
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• La primera lectura confirma como el grito del pobre alcanza las nubes. El pobre en este caso no es el que no tiene dinero, sino el que sabe que es pobre porque no corresponde a lo que Dios quiere de él. Este vacío, muchas veces doloroso se hace necesario: el pobre que sirve a Dios «consigue el favor del Señor». Dios es Juez, justo e imparcial pero tiene una debilidad que no puede disimular: siente una ternura especial, maternal, por el pobre, por el pecador, por el indigente. Dios no hace acepción de personas, pero sus predilectos son los necesitados.
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• La segunda lectura muestra a Pablo en prisión y ante los tribunales. Su muerte es inminente, sintiéndose abandonado de casi todos, no está solo: el Señor le acompaña. Sabe que «ha combatido bien su combate», no sólo cuando era libre, sino también ahora, en su pobreza actual. Pero su autodefensa ante el tribunal se convierte precisamente en su último y decisivo «anuncio», el mensaje que oirán «todos los gentiles».
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• En el evangelio, Jesús presenta una parábola por algunos que se creían buenos, que estaban seguros de sí mismos, de lo que pensaban y de lo que hacían y que despreciaban a los demás. A las tres de la tarde que era el tiempo de la oración, y en el grandioso marco del templo se encuentran un superpracticante religioso y un alejado. El fariseo hace la oración según la costumbre de su tiempo: de pie y con las manos alzadas y extendidas. El esquema de su oración es el conocido y oficialmente habitual. Su boca dice palabras de acción de gracias, pero, en el fondo, se siente justo ante Dios y desprecia a los no cumplidores. El publicano también emplea una oración conocida: el salmo 51. Pero se siente indigno y sin derechos ante Dios. Es lo más profundo de su ser quien habla. Se ve necesitado de una gracia que no cree merecer.
• Con la parábola del fariseo y del publicano nos encontramos ante un "test" de vida cristiana actual y de todos los tiempos. Los fariseos eran, en general, personas respetadas por su honradez. En política, eran patriotas nacionalistas no violentos. Religiosamente eran muy piadosos y fieles cumplidores de la ley, entendida ésta según su minuciosa y pormenorizada interpretación.
• El fariseo tiene como base doctrinal para su vida de fe, que en la medida en que cumpla la ley de Dios, en esa medida Dios lo premiará y lo salvará. La salvación para él no depende tanto de Dios cuanto de sí mismo, de su propia fidelidad, de su propia vida. Esto hace que para el fariseo la ley sea fuente de derechos ante Dios. Para él las obras buenas hacen al hombre bueno y merecedor, por derecho propio, de la propia salvación. Esta creencia los llevará a ser poco solidarios con el pueblo y a mantenerse a distancia de todo no cumplidor. Este fariseo del Evangelio más que rezar a Dios, se reza a sí mismo desde el pedestal de sus virtudes.
• Los publicanos eran los encargados de recoger el impuesto que exigían los ocupantes romanos, al cual añadían una comisión, a menudo muy abultada, con la que se enriquecían: se trataba por tanto de un grupo de gente que sumaban el colaboracionismo a la extorsión y que en materia religiosa eran impíos. Irreligiosidad, robo y colaboracionismo son sus líneas de vida. En esta parábola el publicano es el hombre "desnudo" ante Dios. No esconde la realidad de su vida pecadora como recaudador de impuestos al servicio del imperio romano, no se excusa defendiendo su puesto de trabajo. Se ve tan pobre y tan poca cosa ante Dios que ni se atreve a levantar los ojos. Sinceramente pide perdón de su pecado, de su mala vida.
• Y Dios lo salva, lo mira con ojos de bondad. Lo ama. Porque a Dios no le asusta la verdad del hombre, la realidad sincera de nuestra vida pecadora. Más aún: la desea, como base de su obra salvadora en el corazón del hombre. Solamente el hombre desnudo de toda suficiencia y orgullo puede ser salvado.
• Cristo no condena al fariseo por ser un ser religioso, por llevar una vida moral digna, por practicar fielmente el ayuno y el diezmo. Lo que critica es que no entiende la gratuidad de la salvación y cree en la necesidad de comprarla con el cumplimiento de la ley. Su obsesión no es el amor, es lo mandado. Su espíritu de juicio, lo lleva a pensar que no existe otra forma de vida religiosa, que pueda merecer la gracia de Dios. Únicamente porque juzga a los otros, volverá a casa sin la seguridad de haber alcanzado la misericordia de Dios.
• Cristo no alaba la ausencia de moralidad y la escasa religiosidad del publicano; Cristo subraya su humildad, su arrepentimiento que lo lleva a descubrir en su presencia que debe cambiar su mala vida. Sólo tiene para presentar a Dios, sus robos a pobres, huérfanos y viudas, su avaricia, su estafa, su falta de respeto a la ley y su poco amor a la patria. Su oración reconociéndose pecador y culpable y la abstención de juzgar en su corazón; será lo que lo justifique, lo que le haga volver a casa con el sentimiento profundo del perdón de Dios.
• Todo el Evangelio es una palabra de esperanza para los pecadores. Nuestras obras no nos otorgan derechos ante Dios, ni justifican su abrazo gratuito. La seguridad no puede residir, nunca en nosotros mismos, sino en la misericordia de Dios. Cuánto más seguros de nosotros mismos, más nos alejamos de entender y recibir la verdadera salvación.
• El Dios de Jesús, el Dios de la oración que Jesús aprueba, es un Dios de los pobres, de los que se sienten insuficientes, insatisfechos, pobres, pecadores, impotentes para acabar con el mal dentro y fuera de ellos mismos. Nuestra oración, nuestra relación con Dios, no debe ser la del que vive satisfecho de lo que es y de lo que hace; y que se presenta delante de Dios para que mire sus libros de cuentas bien ordenados y se los apruebe, sino la del que se sabe que le queda todavía mucho por andar, que le faltan muchas cosas, que no puede sentirse tranquilo con su vida, que siempre debe esperar más.
• Estas son las actitudes religiosas de los hombres de todos los tiempos: de los fariseos de entonces y de los fariseos de ahora; de los publicanos de hoy y de los publicanos de siempre; de los que de verdad buscan al Dios de la salvación y de los que se buscan a sí mismos.
• Jesús nos invita a romper con toda aparente seguridad construida sobre la dureza, la intransigencia, la descalificación de personas y grupos que llevan a ver todo mal fuera de lo nuestro y todo bien en lo nuestro, a sospechar de los cristianos que se acercan a otras fronteras, de los que son diferentes, pecadores, abatidos o que nos ponen en cuestión.
• Jesús desde la parábola enseña a sus discípulos que para nada sirven una fe y una oración que no salgan de la verdadera realidad humana del creyente. Por lo tanto cada cristiano desde su impotencia debe sinceramente hacer suya la petición suplicante del desesperado.
• El discípulo es aquel que camina al encuentro del Dios que salva, teniendo muy presente su pobreza, su limitación, su pecado. Desde el abismo de nuestra nada podremos llamar a Dios y Él nos escuchará, nos salvará, seremos justificados y experimentaremos ser amados de Dios.
• El discípulo ha comprendido bien a fondo que el Evangelio nos viene a decir que nuestra salvación no es obra ganada a base de cumplimientos sino don generoso del amor de Dios y que por lo tanto lo importante no es cumplir puntualmente todas las normas sino confiar en el amor de Dios, que todo lo puede, todo lo supera, hasta incluso nuestros errores más grandes. Reconocer nuestra pequeñez, nuestra impotencia, nuestra nada, que sólo queda llena, precisamente, por ese amor de Dios.
• La Iglesia de discípulos – misioneros está llamada a ser la comunidad de los que sienten la necesidad del amor, de la misericordia y del perdón de Dios. La Iglesia se desfigura a sí misma cuando se piensa a sí misma y actúa como un grupo de intachables que levantan constantemente su dedo acusador ante los demás. En cambio, la Iglesia muestra su verdadero rostro y corazón cuando vive como una comunidad de pecadores arrepentidos, reconciliados y justificados por Dios; comunidad que no se envanece por sus méritos sino que humildemente se abre y da gracias por la misericordia y se hace transparencia de esa misma misericordia ante el mundo; sabiendo que nada somos y que estamos completamente en sus manos.

Para discernir

• ¿Dónde se apoya mi fe?
• ¿Busco al Dios que me salva o al que me premia?
• ¿Busco en los errores de los demás justificación para míos?

Para repetir a lo largo del día

"¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!"

Para la lectura espiritual

«¡Oh Dios, ten compasión de este pecador!»
Un fariseo y un publicano subieron al templo a orar. El fariseo comenzó enumerando todas sus cualidades, proclamando: «¡Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos y adúlteros; ni como ese publicano!» ¡Miserable, te atreves a juzgar la tierra entera! ¿Por qué te atreves a desanimar a tu prójimo? ¿No te basta la tierra entera que tienes necesidad de condenar a ese pubicano? Has acusado a todos los hombres sin excepción: «No soy como los demás hombres... ni como ese publicano; ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo». ¡Cuánta suficiencia en estas palabras! ¡Maldito!...
El publicano había comprendido muy bien estas palabras. Hubiera podido corregirlo de esta manera: ¿Quién eres tú que te atreves a proferir semejantes difamaciones contra mí? ¿Qué sabes tú de mi vida? Jamás has vivido en mi entorno, tú no eres uno de mis íntimos. ¿Por qué manifiestas tanto orgullo? Por otra parte, ¿quién puede dar testimonio de la realidad de tus buenas acciones? ¿Por qué te empeñas en hacer tu propio elogio, qué es lo que te incita a ensalzarte de esta manera?» Pero no, no hizo nada de eso –sino todo lo contrario- se prosternó diciendo: «¡Oh Dios ten compasión de este pecador!» Y por haber dado pruebas de humildad, quedó justificado.
El fariseo se marchó del Templo sin recibir ninguna absolución, mas el publicano se marchó con el corazón renovado por haber reencontrado la justicia... Sin embargo, no es que allí hubiera mucha humildad, en la medida en que este término se usa cuando se humilla uno que es noble; ahora bien, en el caso del publicano, no se trataba de humildad, sino de simple verdad, porque lo que decía era verdad.
San Juan Crisóstomo Homilías sobre la conversión, nº 2

Para rezar

Los fariseos quieren que los demás sean perfectos,
lo exigen.
No saben hablar de otra cosa.
Pero Yo soy menos exigente, dice Dios.
Porque Yo sé bien lo que es la perfección
y no exijo tanto a los hombres.
Precisamente porque Yo soy perfecto
y no hay en Mí más que perfección,
no soy tan difícil como los fariseos.
Soy menos exigente.
Soy el Santo de los santos
y sé lo que es ser santo, lo que cuesta, lo que vale.
Son los fariseos los que quieren la perfección;
pero para los demás.
Encuentran siempre indignos a los demás,
encuentran indigno a todo el mundo.
Pero Yo, dice Dios, soy menos difícil,
y encuentro que un buen cristiano,
un buen pecador de la común especie,
es digno de ser mi hijo,
y de reclinar su cabeza sobre mi hombro.
CH. Péguy




17 de octubre de 2010 - TO - DOMINGO XXIX – Ciclo C

Dios hará justicia a sus elegidos que claman a él

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Éxodo 17, 8-13

Vinieron los amalecitas y atacaron a Israel en Refidim. Moisés dijo a Josué: «Elige a algunos de nuestros hombres y ve mañana a combatir contra Amalec. Yo estaré de pie sobre la cima del monte, teniendo en mi mano el bastón de Dios.»
Josué hizo lo que le había dicho Moisés, y fue a combatir contra los amalecitas.
Entretanto, Moisés, Aarón y Jur habían subido a la cima del monte. Y mientras Moisés tenía los brazos levantados, vencía Israel; pero cuando los dejaba caer, prevalecía Amalec.
Como Moisés tenía los brazos muy cansados, ellos tomaron una piedra y la pusieron donde él estaba. Moisés se sentó sobre la piedra, mientras Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. Así sus brazos se mantuvieron firmes hasta la puesta del sol.
De esa manera, Josué derrotó a Amalec y a sus tropas al filo de la espada.
Palabra de Dios.

SALMO Sal 120, 1-2. 3-4. 5-6. 7-8 (R.: cf. 2)
R. Nuestra ayuda está en el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

Levanto mis ojos a las montañas:
¿de dónde me vendrá la ayuda?
La ayuda me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

El no dejará que resbale tu pie:
¡tu guardián no duerme!
No, no duerme ni dormita
el guardián de Israel.

El Señor es tu guardián,
es la sombra protectora a tu derecha:
de día, no te dañará el sol,
ni la luna de noche.

El Señor te protegerá de todo mal
y cuidará tu vida.
El te protegerá en la partida y el regreso,
ahora y para siempre.

SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 3, 14-4, 2

Querido hermano:
Permanece fiel a la doctrina que aprendiste y de la que estás plenamente convencido: tú sabes de quiénes la has recibido.
Recuerda que desde la niñez conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación, mediante la fe en Cristo Jesús. Toda la Escritura está inspirada por Dios, y es útil para enseñar y para argüir, para corregir y para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para hacer siempre el bien.
Yo te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, y en nombre de su Manifestación y de su Reino: proclama la Palabra de Dios, insiste con ocasión o sin ella, arguye, reprende, exhorta, con paciencia incansable y con afán de enseñar.
Palabra de Dios.

EVANGELIO
XLectura del santo Evangelio según san Lucas 18, 1-8

Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse:
«En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: "Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario."
Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: "Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme."»
Y el Señor dijo: «Oigan lo que dijo este juez injusto. Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia.
Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?»
Palabra del Señor.

Para reflexionar

• Thomas Alva Edison llegó a la bombita incandescente después de 5 mil intentos. Esto significó perseverancia, constancia y disciplina. De no haber sido un perseverante consumado después de dos mil intentos, o muchos menos, lo hubiera dejado a la mitad del camino. Por eso pudo afirmar: “Nunca he hecho nada que valga la pena por accidente, ni ninguno de mis inventos surgió por casualidad. Surgieron del trabajo”.
• El bien tiene quien lo anhele; le falta, en cambio, quien lo practique. Las buenas obras tienen quien las comience; pero suele faltar quien las continúe y concluya. La fidelidad a lo asumido y la perseverancia, no están de moda en un mundo tan cambiante. La perseverancia sólo se sostiene con una voluntad firme, constante, superior al tiempo. Y he ahí el problema, porque el hombre va cambiando en sus necesidades, gustos, temores, esperanzas. Sucede a menudo que no son el mismo hombre, el que quiere y el que realiza lo querido. Lo que hoy me propongo, para realizar en un futuro, lo realizaré con la carga de emociones, fatigas, esperanzas y desalientos que he ido acumulando día tras día.
• Hay una mentalidad que nos empuja a prepararnos para cuando todo termine, para el fracaso. Así hay parejas que se casan dejando bien claro que está abierta la puerta a la separación; amigos que no creen en el valor de la palabra y se cuidan unos de otros; negocios que se arman a sabiendas que terminarán en juicio. Paradójicamente, todo lo que parezca firme despierta más desconfianza que admiración, más burla que entusiasmo.
• Decir que queremos perseverar, es ir en contra de la corriente, es presunción. Las fuerzas humanas no bastan para este verbo, tan singular. Necesariamente, entonces, es imprescindible volver nuestros ojos a nuestro Dios.

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• En la batalla contra los enemigos, Moisés oraba a Dios pidiéndole su ayuda. Mientras él mantenía los brazos elevados, los israelitas se imponían. Si él aflojaba en su oración, sucedía al revés. El pueblo de Israel sentía urgente necesidad de derrotar a los amalecitas, sin lo cual no podrían llegar hasta la tierra prometida, pero a la vez sabían que eran poca cosa para tamaña empresa. Tendrán que acudir a Yahvé para arrancar de él la victoria anhelada. No es un gesto mágico. Es un símbolo de que la historia de este pueblo no se puede entender sin la ayuda de Dios.

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• El texto de la carta es un texto bien explícito que muestra una de las afirmaciones más importantes en lo que se refiere a la Sagrada Escritura. Pablo decía a Timoteo que la Sagrada Escritura «puede darte la sabiduría y, por la fe en Cristo Jesús, conduce a la salvación».

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• Jesús con la espontaneidad y cercanía del lenguaje de las parábolas compara el comportamiento de Dios con el de un juez absolutamente inicuo, pues ni temía a Dios ni le importaban los hombres. La situación era tal que la pobre viuda tenía todas las de perder. Sin embargo, no tiene otra alternativa que insistir una y otra vez y de ese modo ganó el pleito. La insistencia de la viuda, venció la resistencia del juez injusto, pues consiguió llegar a hacer justicia con tal de que no lo continuara fastidiando.
• Jesús al proponer la parábola de la viuda y el juez, invita a sus discípulos, a no desanimarse en el intento de implantar el reino de Dios, en el mundo. Jesús no empieza por enseñar a orar a sus discípulos, sino que les predica del Reino, y de esta adhesión brotará la necesidad de orar.
• Después de convivir durante bastante tiempo con el maestro, le piden que les enseñe a orar. La oración para Jesús es más, que unos actos o un culto; es un modo de vida. Por eso al final del Evangelio de hoy une la oración a la fe. Sin fe la oración no tiene sentido, no se entiende.
• La fe se manifiesta en la perseverancia. La fuente de la perseverancia del discípulo ante la adversidad y ante el mal que muchas veces parecen dominar el mundo, reside la experiencia de sentirnos amados por el Padre. Porque es Dios mismo quien está actuando en el mundo para hacer nuevas todas las cosas. Perseverancia que es aprender a reconocer que en los obstáculos y dificultades se encuentran oportunidades para crecer y que los buenos momentos son “la usina” para seguir adelante. Perseverancia que es paciencia y esfuerzo, porque es necesario trabajar día a día, y los sacrificios forman parte de la opción que se realiza para alcanzar lo anhelado.
• La oración perseverante brota de la fe. En un mundo cada vez más encerrado en su propia visión de las cosas, hay exigencias en el evangelio que sin fe y oración difícilmente seremos capaces de asumir. Rezar sin desfallecer es creer que la justicia de Dios, es la verdadera y la única capaz de dar una auténtica respuesta, a los problemas del hombre. El discípulo suplica porque tiene conciencia muy clara de esta necesidad y de su propia impotencia para responder por sí mismo, a las exigencias del reino y su justicia. La distancia entre la pequeñez del discípulo y sus anhelos, sólo Dios puede colmarla. Rezar es ser testigo de la propia debilidad y del poder de Dios, que se manifiesta en la resurrección de Jesús.
• La oración perseverante madura por la confianza. La actitud del discípulo debe ser apertura a Dios, y no sólo de confianza en sus propias fuerzas. El discípulo en la oración se encuentra ante el padre y el amigo, ante el modelo de vida. Entiende a Dios como "el que está con y en él". Sabe que no es él quien tiene a Dios, sino que es Dios quien lo posee desde su fe. Lo siente como más íntimo, que lo más íntimo de sí mismo. Él es quien lo salva, quien lo realiza plenamente como hombre. El discípulo experimenta esta luminosa realidad, en medio de las limitaciones que ser hombre lleva consigo.
• La oración perseverante fortalece la comunión. En la oración el discípulo alimenta su comunión con Dios y con los hombres. Sin oración nos exponemos a la lejanía de Dios y a dejar de tener el "sentido de Dios" en los acontecimientos.
• La oración perseverante nos lleva al compromiso. La oración es compromiso transformador con el mundo y la historia. Dios no es el papá bueno que hace las cosas que debemos hacer nosotros. Dios es el Padre que nos ayuda en la lucha, para superar las dificultades que se nos presentan, es la garantía de una justicia definitiva, por la que vale la pena luchar contra las injusticias, que muchos sufren a lo largo de sus vidas. Ni todo depende exclusivamente de Dios, ni todo queda sujeto a los hombres y su justicia.
• La oración perseverante fortalece nuestra esperanza. La esperanza cristiana es la certeza de alcanzar algún día, en plenitud y para siempre, lo prometido por Dios y añorado en lo más íntimo y verdadero de nuestro corazón. Una esperanza así, respeta el "tiempo" de Dios, pero empuja a trabajar para adelantarlo.
• La oración no se agota en una fórmula recitada o en una expresión verbal. Para que sea auténtica tiene que ser la expresión oral o mental de nuestra manera real de ser cristianos.
• Rezar es: amar, agradeciendo a Dios la vida que nos ofrece y el amor que nos muestra; decirle que aceptamos esa vida y que queremos corresponder a su amor, trabajando por la felicidad de toda la humanidad.
• La oración perseverante es respuesta de amor y de solidaridad a un Dios solidario de los hombres.

Para discernir

• ¿Soy constante en mis compromisos?
• ¿Mi oración es insistente o decae cuando no se recibe lo pedido?
• ¿Trato en la oración de configurarme con el querer de Cristo?

Para repetir

Señor…ayúdame a rezar siempre…

Para la lectura espiritual

LA ORACIÓN DE LA MAYORÍA
Son bastantes los hombres y mujeres que se inician hoy de nuevo en el arte de la meditación y se esfuerzan por recuperar el silencio interior. Numerosos los estudios que nos invitan a descubrir caminos nuevos de contemplación y métodos de concentración y purificación interior.
Es gozoso ver todo este esfuerzo y hay que alentarlo decididamente en nuestras comunidades creyentes. Pero, la inmensa mayoría de los cristianos sencillos no podrán nunca saborear esta oración cuidada, profunda y purificada.
Por eso, es bueno ver que Jesús, para invitarnos a «orar siempre sin desanimarse», pone el ejemplo de una mujer sencilla y en apuros que insiste en su petición hasta lograr con su terquedad lo que desea.
Esta es la enseñanza de Jesús: si permanecéis estrechamente unidos a Dios en la oración, no debéis desesperar en ninguna dificultad, pues no seréis abandonados por vuestro Padre.
Hay una oración vulgar, la única que sabe hacer la gente sencilla en momentos de apuro, y que hemos despreciado demasiado estos últimos años.
Es esa oración, acaso demasiado «interesada» y hasta contaminada de actitudes mágicas. Una oración hecha de fórmulas repetidas con sencillez. Oración llena de distracciones, sin gran hondura ni pretensiones de contemplación.
Esa oración de los momentos de angustia, cuando uno está desbordado por el miedo, la depresión, la soledad o el desengaño. La oración en el fracaso matrimonial o el conflicto doloroso con los hijos. La oración ante la sala de operaciones o junto al moribundo. ¿No deberíamos mirar con más simpatía esta oración modesta, deslucida, poco sublime, que es la oración de los pobres, los angustiados, los ignorantes?
Esa oración que nace desde la conciencia de la propia indignidad. La oración de los que no saben analizarse a sí mismos ni pueden ahondar en nada. La oración de los que no saben hablar ni consigo mismos ni con los demás si no es torpemente y con trabajo. Lo ha dicho J.M. Zunzunegui, en un bello libro: «Es ésta, sin duda, la oración de la mayoría en todas las religiones del mundo, la oración que desata la ternura de Dios y que es, en definitiva, suficiente para la inmensa mayoría de la humanidad».
Esta oración, a veces tan poco valorada, no encuentra problemas para ese Dios que entiende a los pobres y les hará justicia como nadie.
JOSE ANTONIO PAGOLA

Para rezar

Desde lo profundo de la incomprensión,
clamamos a ti, oh Dios.
Con la mirada puesta en las secuelas del odio y la intolerancia,
buscamos tu rostro, Señor.
Desde el dolor por las vidas inocentes que cada día son aniquiladas
por la violencia y la injusticia en sus diversas formas,
venimos a ti, nuestro Señor.
Y esperamos que tu misericordia sea con tus hijos y con tus hijas,
especialmente allí donde los mercaderes de la muerte
han sembrado hoy su cotidiana semilla de horror.
Clamamos por las víctimas de los terrorismos,
los más evidentes y los más sutiles,
que desconocen el valor de la vida que Tú nos regalaste.
Rogamos por aquellas personas cuyo horizonte se ha ensombrecido
como consecuencia de estos actos violentos,
que te desconocen como creador y sustentador de la vida.
Oramos para que la paz y la justicia se abracen y se besen de una vez,
poniendo fin a tanta barbarie y a tanto dolor sin sentido.
Desde lo profundo de nuestra incomprensión
sólo podemos esperar en ti, oh Dios,
confiando y creyendo que, finalmente,
la vida podrá más que la muerte,
el amor más que el odio,
la paz más que la violencia,
la comprensión más que la intolerancia...
Conmovidos por el absurdo,
seguimos esperando que amanezca
el tiempo de la justicia,
el tiempo de la compasión,
el tiempo del encuentro,
el tiempo de la armonía,
el tiempo de la fraternidad,
tu tiempo,
el tiempo del Reino.
Desde lo profundo del alma,
desde un corazón desgarrado,
sólo podemos pedirte, oh Dios,
"Sea tu paz,
bendita y hermanada a la justicia,
que abrace al mundo entero: ten compasión.
Que tu poder,
sustente el testimonio de tu pueblo,
tu Reino venga hoy: Kyrie eleison."
Gerardo Obermann



10 de octubre de 2010 - TO - DOMINGO XXVIII - Ciclo C

Sólo el extranjero volvió a dar gracias a Dios

PRIMERA LECTURA
Lectura del segundo libro de los Reyes 5, 14-17

Naamán bajó y se sumergió siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del hombre de Dios; así su carne se volvió como la de un muchacho joven y quedó limpio.
Luego volvió con toda su comitiva adonde estaba el hombre de Dios. Al llegar, se presentó delante de él y le dijo: «Ahora reconozco que no hay Dios en toda la tierra, a no ser en Israel. Acepta, te lo ruego, un presente de tu servidor.» Pero Eliseo replicó: «Por la vida del Señor, a quien sirvo, no aceptaré nada.» Naamán le insistió para que aceptara, pero él se negó. Naamán dijo entonces: «De acuerdo; pero permite al menos que le den a tu servidor un poco de esta tierra, la carga de dos mulas, porque tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios a otros dioses, fuera del Señor.»
Palabra de Dios.


SALMO Sal 97, 1. 2-3b. 3c-4 (R.: cf. 2b)
R. El Señor reveló su victoria
a los ojos de las naciones.

Canten al Señor un canto nuevo,
porque el hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria.

El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel.

Los confines de la tierra han contemplado
el triunfo de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos.

SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo
a Timoteo 2, 8-13

Querido hermano:
Acuérdate de Jesucristo, que resucitó de entre los muertos y es descendiente de David. Esta es la Buena Noticia que yo predico, por la cual sufro y estoy encadenado como un malhechor. Pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso soporto estas pruebas por amor a los elegidos, a fin de que ellos también alcancen la salvación que está en Cristo Jesús y participen de la gloria eterna.
Esta doctrina es digna de fe: Si hemos muerto con él, viviremos con él. Si somos constantes, reinaremos con él. Si renegamos de él, él también renegará de nosotros. Si somos infieles, él es fiel, porque no puede renegar de sí mismo.
Palabra de Dios.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 17, 11-19

Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea. Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: « ¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!»
Al verlos, Jesús les dijo: «Vayan a presentarse a los sacerdotes.» Y en el camino quedaron purificados.
Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano.
Jesús le dijo entonces: « ¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?» Y agregó: «Levántate y vete, tu fe te ha salvado.»
Palabra del Señor.

Para reflexionar

• Resulta muy común poner más esfuerzo en recordar los odios que los afectos. Mantenemos muy vivos y acariciamos enfermizamente por mucho tiempo, a veces toda la vida, la memoria de ofensas, desprecios o agresiones recibidas. Por el contrario, olvidamos en minutos el agradecimiento que debemos a tantas personas que nos han ayudado; incluso, a aquellos a quienes deberíamos rendir gratitud de por vida. Peor aún, muchas veces una sola falta aislada lleva a perder una larga historia de amistad o de vida familiar. Son mucho más abundantes en nuestra vida personal y social las “listas de agravios exigiendo reparación”, las “listas de indeseables”, las “listas negras”.
• Por el bien que recibimos, la gratitud es a menudo ligera como una pluma; mientras que el daño que recibimos o creímos recibir se hacen una mochila pesada como el plomo. Por otro lado, cuando alguien nos debe agradecimiento, enseguida lo recordamos. Los hombres suelen, si reciben un mal, escribirlo sobre el mármol; si un bien, en el polvo (Thomas Moore).
• La ingratitud, amnesia del corazón, es hija de la soberbia. Cuando domina la ingratitud pensamos y sentimos que todo nos es debido, o calificamos como debido lo que ha sido gratuito.
• La gratitud es la memoria buena del corazón. Ser agradecido es más que saber pronunciar unas palabras de forma mecánica, o un hábito de buena educación, la gratitud es aquella actitud que nace del corazón que aprecia y valora lo que alguien ha hecho por nosotros. Encierra un sentido más importante cuando encontramos que también quiere decir reconocimiento.
• La gratitud es un valor que enriquece nuestra vida y la de los que nos rodean, no así la ingratitud que ocasiona muchas pérdidas. Es la gratitud o la ingratitud un decálogo ético de las relaciones humanas y sin embargo lo hemos perdido en esta vorágine de relativismo y superficialidad que malgasta los sentimientos más nobles, cuando no los corrompe o destruye.
• Un proverbio alemán señala que “El trigo y la gratitud sólo crecen en una buena tierra”. Tengo tres perros peligrosos: la ingratitud, la soberbia y la envidia. Cuando muerden dejan una herida profunda (Martín Lutero).
• Rechaza a Dios el desagradecido porque considera que no hay nada que agradecerle, dado que todo son méritos propios. Rechazado Dios, el hombre, necesitado de una salvación, opta por salvarse a sí mismo, se cierra en sí mismo, en su egoísmo, y crea una salvación a su propia medida.
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• La lectura del Libro de los Reyes nos presenta la acción beneficiosa para un leproso extranjero; Naamán, el general de Siria, eterno pueblo enemigo de Israel. La enfermedad de la lepra era una de las lacras de aquella sociedad, por eso era considerada la enfermedad más impura y diabólica. Eliseo recurre al mítico Jordán, el río de la tierra santa, para que se bañe en sus aguas casi divinas, para aquella mentalidad. Es como un baño en la fe de Israel; este es el sentido del texto. Lo más importante es la acción de gracias a Dios, ya que el profeta no quiere aceptar nada para sí.
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• La segunda lectura seguramente procede de una antigua fórmula de fe que confiesa no solamente la descendencia davídica de Jesús, sino principalmente su resurrección, a partir de la cual viene al mundo la salvación. Este acontecimiento es lo que llevó a Pablo a abandonar su vida de seguridad en el judaísmo y a luchar hasta la muerte para que el mundo encuentre en este acontecimiento la razón última de la historia futura. El quiere ayudar a salvarse a los hermanos. Ahora, escribiendo a Timoteo, le ordena conservar la "memoria" de Jesús. "Haz memoria del Señor Jesucristo". Elemento integrante de la gratitud es la "memoria".
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• En el evangelio, Jesús camina hacia Jerusalén. Sólo en función de esta ciudad donde lo espera su destino de muerte y de salvación para los hombres, podemos comprender su acción, el riesgo y el sentido de todo lo que hace.
• El leproso era ante todo un marginado; su enfermedad le convertía en un extraño dentro de la vida de su pueblo; por eso se podía tomar como un maldito.
• Se acercan diez leprosos que forman entre sí una especie de comunidad de miseria y de sufrimiento, errante por lugares desiertos, en la que incluso un samaritano tiene un lugar entre los judíos fieles a la alianza.
• La enfermedad y la miseria los reúne y los coloca en posición de búsqueda y necesidad. Han oído hablar de sus milagros y salen al encuentro de Jesús y a gritos le suplican que los cure. No pueden hacer más que gritar pidiendo auxilio. En su petición está implícito el grito de todos los hombres que descubren sus límites y llaman a la puerta del misterio en busca de salvación. Le gritan desde lejos, respetando de este modo, la prohibición que tenían los leprosos de acercarse a las ciudades y a los caminos.
• Todos esperaban un gesto maravilloso, un prodigio de Jesús. La actitud del maestro rompe el contexto legal: les habla y les da un consejo que los llevará a la curación: "Vayan a presentarse a los sacerdotes". Jesús se limitó a decirles que hicieran lo que tenían que hacer, cumplir la ley y presentarse al sacerdote. Mientras iban de camino se produce el milagro externo: todos quedan curados.
• La mayoría pensaron que, si estaban haciendo lo que tenían que hacer, había pasado lo que tenía que pasar. Y tranquilos y felices siguieron su camino como si nada especial hubiera pasado por sus vidas; aceptan el prodigio con naturalidad y se disponen a integrarse, sin más, en la vida del pueblo de Israel, su pueblo. La curación no les aporta nada nuevo, porque vuelven a ser lo que ya antes habían sido. Se acercaron a Jesús solamente para la curación física y la habían conseguido. Su encuentro con Jesús no ha sido más que un episodio superficial y pasajero.
• Los nueve judíos como eran miembros del pueblo elegido, creerían que tenían derecho a esa curación, era algo debido por lo que no tenían nada que agradecer. El décimo leproso, el samaritano, tenido por renegado en la mentalidad judía, siente la necesidad de volverse para agradecer a Jesús, y lo hace "alabando a Dios a grandes gritos y echándose por tierra a los pies de Jesús".
• Sólo este samaritano sabe que lo que le ha sucedido es un don, y tuvo la capacidad de sorpresa necesaria para encaminarse agradecido hacia Jesús.
• El agradecimiento del samaritano tiene, como base fundamental el reconocimiento de su situación real de pobre hombre marginado, perteneciente a los no-elegidos y que por el amor de Dios ha sido salvado. Por eso sólo le cabe como respuesta posible, el agradecimiento; un agradecimiento que es cambio de vida. Este cambio hace del enfermo un hombre sanado y del maldito, ahora salvado, un testigo que alaba a Dios a los gritos y que se echa a sus pies reconociéndolo públicamente como Salvador.
• Vivir la experiencia del leproso, del pecador, del pobre y angustiado, o del desesperanzado; vivir la experiencia de nuestro ser incompleto, y necesitado de plenitud, es entrar por el camino de la salvación. Reconocernos tal cual somos, en nuestra real y pobre realidad; sabernos necesitados de un salvador y descubrirlo en Jesús, es vivir la experiencia más auténticamente humana que podemos tener y la experiencia más profunda de fe de la que somos capaces.
• Todo lo que somos lo recibimos como un regalo, sin merecerlo, sólo por pura donación. Todo nos es dado, todo es gracia. No hay peor cosa que el ir por la vida pensando que “a todo tenemos derecho”. La salvación es pura gratuidad y despierta gratitud. El agradecimiento es la clave de la relación del cristiano con Dios.
• La acción de gracias es el reconocimiento de nuestra imposibilidad más radical de alcanzar por nosotros mismos la salvación y la aceptación gozosa de la gratuidad y amor de Dios. La acción de gracias a Jesús, no se impone, brota del corazón que se hace capaz de reconocer, que Él no nos debe nada, que su amor para con nosotros es totalmente gratuito. Y sólo quien es capaz de descubrir este amor generoso y gratuito de Dios, puede volver a Él agradecido y convertirse en discípulo suyo y seguirlo.
• Volver agradecido a Jesús, es optar por Él y por su causa. Quien ha reconocido a Jesús como el Señor, como el Salvador, no puede dejar de alabar y bendecir su obra; ya no puede construir la vida al margen de Él. No puede construir su vida sin contar con Él como la clave desde la cual se interpreta toda la existencia.
• El trabajo por el reino, es la respuesta agradecida de alabanza concreta y vital del hombre, que se siente amado y salvado gratuitamente y necesita gratuitamente hacer que otros tengan la misma experiencia.

Lamartine, el poeta y político francés, nos cuenta los que le sucedió a él mismo.
Iba paseando cuando oyó a un picapedrero exclamar a cada golpe de martillo: “¡Gracias!”
-Buen hombre, ¿a quién das gracias?
-A Dios – respondió el otro.
-Si hubieras sido rico, me parecería natural que dieras gracias a Dios, pero sabes que Dios pensó en ti sólo una vez al tiempo de criarte; luego te dio un martillo y no ha vuelto a pensar en ti.
-¿Así que dice usted que Dios pensó en mí por lo menos una vez?
-¡Hombre! Eso está claro- respondió el poeta.
Y el picapedrero, que si no era más poeta era más cristiano que Lamartine, dijo así, llorando:
-¿Y le parece a usted poco? Todo un Dios pensar en un picapedrero. ¡Gracias, Dios mío, gracias!- y siguió picando piedras.

Para discernir

• ¿Soy agradecido o siento que la vida me debe?
• ¿Miro siempre lo que me falta o doy gracias por lo que tengo?
• ¿Mi testimonio brota del agradecimiento?

Para repetir

... que aprenda a darte gracias

Para la lectura espiritual

Te amaré, Señor, y te daré gracias
¿Qué daré en retorno al Señor por poder recordar mi memoria todas estas cosas sin que tiemble ya mi alma por ellas? Te amaré, Señor, y te daré gracias y confesaré tu nombre por haberme perdonado tan grandes y tan nefandas acciones mías. A tu gracia y misericordia debo el que hayas deshecho mis pecados como hielo y no haya caído en otros muchos. ¿Qué pecado realmente no pude cometer yo que amé gratuitamente el crimen?
Confieso que todos me han sido ya perdonados, así los cometidos voluntariamente como los que dejé de cometer por tu favor. ¿Quién hay entre los hombres que, conociendo su flaqueza, atribuya a sus fuerzas su castidad y su inocencia, para por ello amarte menos, cual si hubiera necesitado menos de tu misericordia, por la que perdonas los pecados a los que se convierten a ti? Que aquel, pues, que, llamado por ti siguió tu voz y evitó todas estas cosas que lee de mi, y yo recuerdo y confieso, no se ría de mí por haber sido curado, estando enfermo, por el mismo médico que le preservó a él de caer en la enfermedad; o más bien, de que no enfermara tanto. Antes, sí, debe amarte tanto y aún más que yo; porque el mismo que me sanó a mi de tantas y tan graves enfermedades, ése le libró a él de caer en ellas.
Confesiones 11, 7,15

Para rezar

Damos gracias a Dios que nos ha dado el don de la palabra, con la cual nos podemos comunicar entre nosotros y con El por medio de su Hijo, que se ha hecho Palabra para nosotros.
Damos gracias a El que por su gran amor nos ha hablado como amigos (cf. Jn 15, 14-15).
Bendecimos a Dios que se nos da en la celebración de la fe, especialmente en la Eucaristía, pan de vida eterna. La acción de gracias a Dios por los numerosos y admirables dones que nos ha otorgado culmina en la celebración central de la Iglesia, que es la Eucaristía, alimento substancial de los discípulos y misioneros. También por el Sacramento del Perdón que Cristo nos ha alcanzado en la cruz.
Alabamos al Señor Jesús por el regalo de su Madre Santísima, Madre de Dios y Madre de América Latina y de El Caribe, estrella de la evangelización renovada, primera discípula y gran misionera de nuestros pueblos. (Aparecida 25)


3 de octubre de 2010 - TO - DOMINGO XXVII – Ciclo C

“Si ustedes tuvieran la fe del tamaño de un grano de mostaza…”

PRIMERA LECTURA
Lectura de la profecía de Habacuc 1, 2-3; 2, 2-4

¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio sin que tú escuches, clamaré hacia ti: «¡Violencia!», sin que tú salves? ¿Por qué me haces ver la iniquidad y te quedas mirando la opresión? No veo más que saqueo y violencia, hay contiendas y aumenta la discordia.
El Señor me respondió y dijo: Escribe la visión, grábala sobre unas tablas para que se la pueda leer de corrido. Porque la visión aguarda el momento fijado, ansía llegar a término y no fallará; si parece que se demora, espérala, porque vendrá seguramente, y no tardará. El que no tiene el alma recta, sucumbirá, pero el justo vivirá por su fidelidad.
Palabra de Dios.

SALMO Sal 94, 1-2. 6-7. 8-9 (R.: 8)
R. Ojalá hoy escuchéis la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón.»

¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor,
aclamemos a la Roca que nos salva!
¡Lleguemos hasta él dándole gracias,
aclamemos con música al Señor! R.

¡Entren, inclinémonos para adorarlo!
¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó!
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros, el pueblo que él apacienta,
las ovejas conducidas por su mano. R.

Ojalá hoy escuchen la voz del Señor:
«No endurezcan su corazón como en Meribá,
como en el día de Masá, en el desierto,
cuando sus padres me tentaron y provocaron,
aunque habían visto mis obras.» R.

SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1, 6-8. 13-14

Querido hermano:
Te recomiendo que reavives el don de Dios que has recibido por la imposición de mis manos. Porque el Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de sobriedad.
No te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que soy su prisionero. Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos que es necesario padecer por el Evangelio, animado con la fortaleza de Dios.
Toma como norma las saludables lecciones de fe y de amor a Cristo Jesús que has escuchado de mí. Conserva lo que se te ha confiado, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.
Palabra de Dios.

EVANGELIO
XLectura del santo Evangelio según san Lucas 17, 5-10

Los apóstoles le dijeron al Señor: «Auméntanos la fe.» El respondió: «Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: "Arráncate de raíz y plántate en el mar," ella les obedecería.
Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: "Ven pronto y siéntate a la mesa"? ¿No le dirá más bien: "Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después"? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó?
Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: "Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber"»
Palabra del Señor.

Para reflexionar

• La vida, día a día nos pone a prueba. Pone a prueba nuestra imagen de Dios. Siempre nos han dicho que nada escapa a su mirada, que es todopoderoso, que gobierna cielo y tierra. Cuando el dolor del mundo se nos mete sentimos que tiene una extraña manera de gobernar el mundo. Porque entre los que sufren hay muchos niños e inocentes... ¿Por qué Dios soporta esto? ¿Acaso no le importa? ¿Por qué tanto mal ante el que nos sentimos impotentes?... Mientras tanto, pensamos que Dios permanece callado por más que le pedimos a gritos que llegue su justicia.
• El silencio de Dios desespera y a muchos los lleva a dudar de su existencia. Si Dios existe, ¿no debería oír el grito de los sufrientes y ver la injusticia que nos rodea por todas partes. El silencio de Dios nos duele. Quizás sea no su “silencio” sino el que nos enfrenta a nosotros mismos, a nuestras responsabilidades ante las injusticias, para que digamos nosotros esa palabra que estamos esperando que Él pronuncie. El silencio de Dios nos obliga a hablar, a actuar a nosotros. Dios ha puesto en nuestras manos la historia y su destino.
• Para aceptar el silencio de Dios y trabajar por llevar adelante su Reino hace falta una gran fe. El silencio de Dios nos enfrenta a nosotros mismos y a nuestra responsabilidad sobre el mundo. El silencio de Dios deja de ser escandaloso en la medida en que los hombres nos comprometemos.

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• Habacuc presenta la fe como sostenimiento en medio de una situación dramática, cuando parece que todo se hunde: quien se sostiene en Dios, podrá vivir en medio de los conflictos, aunque todo se vaya al traste: al final, queda Dios. El creyente camina por el difícil camino personal y colectivo de la humanidad, convencido de que Dios le sostiene y que sostiene el camino de todos.

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• Pablo llama "tesoro" a la gracia y a le fe recibidas. A cada creyente le ha sido confiado este tesoro: el tesoro de la fe, el tesoro del Evangelio, el tesoro de la vida nueva en Jesucristo. Un tesoro para ser amado, para ser conservado, para ser vivido, para ser transmitido en todas las circunstancia de la vida, con la fuerza del Espíritu Santo.

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• En el evangelio de Lucas, el de hoy, la súplica de fe de los Apóstoles tiene como contexto la exigencia del perdón total. Es tan difícil este perdón que los apóstoles piden la capacidad de aceptar las debilidades de los hermanos, así como ellos tienen que aceptar las suyas.
• Los apóstoles han comprendido que tienen fe, pero comprenden que no es suficiente y que esta fe es un don. Pero no se trata de aumentar la cantidad, sino de saber recibir con disponibilidad el don que debe dar fruto.
• A la petición de los apóstoles de que se les aumente la fe, Jesús responde hablando del poder y sentido de la fe. Basta un mínimo de fe para mover el mundo. La frase de Jesús no tiene una perspectiva milagrera de tal modo que los problemas se pueden resolver casi por arte de magia con sólo abrir los labios y poner a Dios a nuestro servicio. Jesús no responde exactamente a la petición de sus discípulos. Aprovecha la ocasión para expresar la eficacia de la verdadera fe, capaz de obtenerlo todo de Dios.
• La petición de los apóstoles los sitúa y nos sitúa en el centro de toda la oración cristiana. Pedirle a Jesús que nos aumente la fe es:
- aceptar con nuestra vida el misterio del Dios que se revela en Jesús
- valorar lo que él valora y como él lo valora, traduciéndolo en vida.
• La fe toca el fondo de Dios y el centro del corazón de los hombres. La fe nos hace participar de la vida del Dios que todo lo puede, del Dios que no tiene límites en su amor.
• La fe es reconocimiento de debilidad. Quien no se siente débil, nunca tendrá el gozo de poder sentir la fortaleza de Dios.
• La fe es una inmensa fuerza que permite vencerlo todo, superar lo que parece imposible.
• La fe es el convencimiento de que en la lucha por la transformación del mundo el mal puede ser arrancado de raíz. Es el poder que vence al mundo. Es esa confianza fuerte en la promesa de un Dios que está empeñado en hacer nuevas todas las cosas.
• La fe es un modo nuevo de vivir en el mundo y por el mundo.
• La fe nos mantiene en la mirada verdadera de las cosas y de las personas: con la mirada de Dios.
• La fe es una fuerza interior que nos empuja y nos hace capaces de afrontar las dificultades de la vida sabiendo que, al fin y al cabo, todo lo que existe tiene un sentido y todo está bajo la mirada de Dios.
• La fe no es sólo creer que Dios existe: es fiarse, esperar, caminar por donde Jesús caminó guiados por su palabra sabiendo desde lo más profundo de nosotros mismos que, si creemos, no es porque nosotros lo hayamos logrado con nuestro trabajo, sino porque el Padre nos ha llamado y nos ha dado su mano, nos ha hecho descubrir que todo esto vale la pena.
• La fe nos empuja a una opción, se da en el corazón y nos toma por completo, nos da la sensación de haber nacido de nuevo, es una orientación global de la vida por la que todo lo que somos y tenemos se coloca en una sola dirección. La fe nos hace capaces de arriesgarlo todo optando por la vida, a pesar de experimentar que la estamos perdiendo; cuando arriesgamos lo que tenemos seguro por lo que esperamos.
• La fe no está encerrada en las nociones seguras ni en las definiciones bien explicadas. La fe brota del corazón sincero del hombre que se detiene a escuchar a Dios para que nos conceda la sabiduría de la vida, nos permite mirar la realidad desde la orilla de Dios.
• La fe tiene que estar unida a la vida, contrastada por la vida. No es un puro asentimiento intelectual que se conforma con recitar el Credo. La ortodoxia de la fe exige la ortopraxis. Las obras son la marca de la verdadera fe.
• La fe es don de Dios, pero también es tarea; es un regalo de vida y de libertad que está permanentemente ofrecido a todo el que lo quiera aceptar.
• La fe es calidad de vida, actitud existencial que hace posible lo imposible. Pero esta actitud puede tener el riesgo de la vanidad. Para contrarrestar este posible riesgo Lucas propone la parábola del criado que, obedeciendo al amo, no hacía más que cumplir con su deber. El criado es criado y tiene que hacer lo que se le mande.
• El criado que hace lo que está estipulado en su contrato no tiene por qué exigir nada. Simplemente, ha cumplido con su deber. Es lo que sucede con el hombre de fe: su deber es darle el sentido verdadero a la vida y ser fiel a ese sentido. vivir teniendo a Dios como punto de referencia construyendo lenta y trabajosamente un modelo de hombre que viva en la libertad y en el amor ya es suficiente premio. Tener fe es aprender a vivir con intensidad y gozo la experiencia humilde de sentirse llamado a vivir de un modo nuevo y hacer nuevas todas las cosas. Y esto no debe ser motivo de envanecimiento porque se está haciendo lo que debe aquí y ahora.
• Cuando respondemos a esta llamada lo único que hacemos es corresponder a un amor que nos lo ha dado todo y ser agradecidos.
• Dios no está obligado a nada, sin embargo sabemos que se preocupa de nosotros y que podemos confiar en su ayuda. Nos quiere mucho más de lo que nosotros podamos imaginar y por eso estamos seguros en sus manos. No sabemos lo que nos dará, pero tenemos la confianza en que siempre es mucho más de lo que hubiéramos soñado.
• Si la recompensa es esperada, debe ser recibida como un don de la bondad del Padre.

Para discernir

• ¿Pedimos al Señor que nos aumente la fe?
• ¿Nos pensamos con derechos ante Dios?
• ¿Valoramos la fe como un premio?


Para repetir

Señor, auméntanos la fe

Para la lectura espiritual

«Somos unos pobres siervos»
Éste es un modo de servir que hace humilde al que sirve. No adopta una posición de superioridad ante el otro, por miserable que sea momentáneamente su situación. Cristo ocupó el último puesto en el mundo —la cruz—, y precisamente con esta humildad radical nos ha redimido y nos ayuda constantemente. Quien es capaz de ayudar reconoce que, precisamente de este modo, también él es ayudado; el poder ayudar no es mérito suyo ni motivo de orgullo. Esto es gracia.
Cuanto más se esfuerza uno por los demás, mejor comprenderá y hará suya la palabra de Cristo: « Somos unos pobres siervos » (Lc 17,10). En efecto, reconoce que no actúa fundándose en una superioridad o mayor capacidad personal, sino porque el Señor le concede este don. A veces, el exceso de necesidades y lo limitado de sus propias actuaciones le harán sentir la tentación del desaliento. Pero, precisamente entonces, le aliviará saber que, en definitiva, él no es más que un instrumento en manos del Señor; se liberará así de la presunción de tener que mejorar el mundo —algo siempre necesario— en primera persona y por sí solo. Hará con humildad lo que le es posible y, con humildad, confiará el resto al Señor.
Papa Benedicto XVI
Encíclica «Deus caritas est», § 35

Quien gobierna el mundo es Dios, no nosotros. Nosotros le ofrecemos nuestro servicio sólo en lo que podemos y hasta que Él nos dé fuerzas. Sin embargo, hacer todo lo que está en nuestras manos con las capacidades que tenemos, es la tarea que mantiene siempre activo al siervo bueno de Jesucristo: « Nos apremia el amor de Cristo » (2C 5, 14).

Para rezar

DAME FE COMO UN GRANO DE MOSTAZA, SEÑOR
Para que, orando, me olvide de todo lo que me rodea
y, viviendo, sepas que Tú habitas en mí.
Para que, creyendo en Ti, anime a otros a fiarse de Ti
A moverse por Ti
A no pensar sino desde Ti
¿Me ayudarás, Señor?
¿Será mi fe como el grano de mostaza?
Dame la capacidad de esperar y soñar siempre en Ti
Dame el don de crecer
y de robustecer mi confianza en TI
Dame la alegría de saber que, Tú, vives en mí
Dame la fortaleza que necesito para luchar por TI
DAME FE COMO UN GRANO DE MOSTAZA
Sencilla, pero obediente y nítida
Radical, pero humilde y acogedora
Soñadora, pero con los pies en la tierra
Con la mente en el cielo, pero con los ojos despiertos
Con los pies en el camino, pero con el alma hacia Ti
¿Me ayudarás, Señor?
Dame fe, como un grano de mostaza
¿Será suficiente, Señor?
(Javier Leoz)

En la Arquidiócesis de Buenos Aires se celebra la misa propia de
Nuestra Señora de Luján

Madre, queremos una patria para todos

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 35, 1-7

¡Regocíjense el desierto y la tierra reseca, alégrese y florezca la estepa! ¡Sí, florezca como el narciso, que se alegre y prorrumpa en cantos de júbilo! Le ha sido dada la gloria del Líbano, el esplendor del Carmelo y del Sarón. Ellos verán la gloria del Señor, el esplendor de nuestro Dios.
Fortalezcan los brazos débiles, robustezcan las rodillas vacilantes; digan a los que están desalentados: « ¡Sean fuertes, no teman: ahí está su Dios! Llega la venganza, la represalia de Dios: él mismo viene a salvarlos.»
Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos; entonces el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo. Porque brotarán aguas en el desierto y torrentes en la estepa; el páramo se convertirá en un estanque y la tierra sedienta en manantiales; la morada donde se recostaban los chacales será un paraje de caña y papiros.
Palabra de Dios

O bien

Lectura del libro del profeta Isaías 58, 7-8, 10

Este es el ayuno que yo amo – oráculo del Señor- : soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos. Compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no despreocuparte de tu propia carne.
Entonces despuntará tu luz como la aurora y tu llaga no tardará en cicatrizar; delante de ti avanzará tu justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor. Entonces llamarás, y el Señor responderá; pedirás auxilio, y él dirá: “¡Aquí estoy!”.
Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra maligna; si ofreces tu pan al hambriento y sacias al que vive en la penuria, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como el mediodía.
Palabra de Dios

SALMO Lc 1, 46-48. 49-50. 51-53. 54-55 (R.: cf. 49)
R. El Señor hizo en mí maravillas: ¡gloria al Señor!

«Mi alma canta la grandeza del Señor,
y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,
porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora.
En adelante todas las generaciones me llamarán feliz.

Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas:
¡su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación
sobre aquellos que lo temen.

Desplegó la fuerza de su brazo,
dispersó a los soberbios de corazón.
Derribó a los poderosos de su trono
y elevó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos
y despidió a los ricos con las manos vacías.

Socorrió a Israel, su servidor,
acordándose de su misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abraham
y de su descendencia para siempre.»


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Efeso 1, 3-6. 11-12

Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo, y nos ha elegido en él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor.
El nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, que nos dio en su Hijo muy querido.
En él hemos sido constituidos herederos, y destinados de antemano -según el previo designio del que realiza todas las cosas conforme a su voluntad- a ser aquellos que han puesto su esperanza en Cristo, para alabanza de su gloria.
Palabra de Dios


EVANGELIO
XLectura del santo Evangelio según san Juan 19, 25-27

Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo.» Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre.» Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor

Para reflexionar

María Peregrina
• En este tiempo, en este día: queremos y debemos mirar de una manera especial a nuestra Madre: María es la estrella que refleja los rayos del Sol de Justicia que viene de los alto y nos muestra el camino de nuestro peregrinar. María nos educa «consiguiéndonos abundantes dones del Espíritu Santo y proponiéndonos, al mismo tiempo, el ejemplo de aquella "peregrinación de la fe", de la cual es maestra incomparable» (Juan pablo II).
• Su vida se consume en el seguimiento radical de ese Camino que es su propio Hijo, y recorriendo con ella sus pasos, vamos caminando hacia la santidad. Ella es la "Madre del peregrino", que nos acompaña siempre, y especialmente en los momentos de cansancio o dificultad. María es peregrina por excelencia. Además del Señor Jesús, ella es quién ha comprendido mejor que nadie, que este mundo no es un lugar para instalarse, sino para realizar el Plan de Dios.
• Su vida estuvo marcada por las peregrinaciones. La primera es aquella por la que sale de sí para abrirse al plan de Dios, luego vendrá la que emprende para atender a su prima Isabel, quien, como Ella, está embarazada. Ambos embarazos son fruto del amor de Dios por su pueblo. Se pone en camino después que el ángel le anuncia que será la Madre del Redentor; luego de su peregrino "Hágase" lleno de confianza y amor, María inicia una peregrinación para vivir el servicio humilde y necesario. La que lleva la Palabra en su vientre "se levanta" y se pone en marcha, a la ciudad de Ain Carim, para ofrecer su servicio de compasión y amor. Todo su ser expresa esa unión íntima, con el Hijo a quien lleva en sus entrañas.
• María, responde a la alabanza de Isabel redireccionando su saludo y volviéndolo una alabanza al buen Dios. Poco tiempo después María, peregrina hacia José, hacia la oscuridad que se hace luz y juntos inician su peregrinar, ahora como familia, a Belén, la ciudad de David. La Madre de Jesús experimenta las dificultades del camino, la indiferencia de los posaderos, las incomodidades y necesidades de un pesebre. Pero nada podrá empañar la inmensa alegría del nacimiento del Señor, acompañada por la solidaridad de los pobres pastores y por el homenaje de los reyes que manifiestan la esperanza de todos los pueblos por el Mesías.
• Peregrinarán luego para cumplir con las prescripciones de la Ley de Moisés, y recibe la profecía del dolor y la contradicción por parte del anciano Simeón. Peregrina a Jerusalén para la fiesta de la Pascua cuando Jesús tuvo doce años. Año tras año María peregrinó a Jerusalén, la Ciudad Santa, año tras año, llevó a su Hijo educándolo en el sentido de la peregrinación y dejándose educar por Él, que debía estar en las cosas del Padre.

Peregrina al pie de la cruz
• Todas estas peregrinaciones, la preparan para la peregrinación hasta los pies de la Cruz de su Hijo Jesús, donde hace su propio Vía Crucis. María acompaña a su hijo viviendo la "compasión", sufriendo en su interior los dolores de su Hijo por la misteriosa, amorosa y profunda unión que vivían. Ella participa activamente en el camino de la Cruz. Ofrece a Dios todo su dolor y se configura con Jesús en este momento de sufrimiento.
• Ella no desfallece en el seguimiento de Cristo cuando éste se hace cada vez más doloroso y exigente. No pierde el paso, no se aleja. Está siempre al lado de su Hijo y en lo alto del monte Calvario está de pie en medio de su dolor inimaginable.
• Y está de pie porque en lo más íntimo de su ser, por debajo de esta peregrinación de dolor, corre, como un río profundo, una alegría inmensa que brillará en todo su esplendor en la Resurrección. Ella sabe, con la certeza de la fe, que en la Cruz su Hijo está venciendo el pecado y la muerte, sabe que allí está reconciliando a los hombres con el Padre.
• Desde lo alto de la Cruz, en el culmen de esa peregrinación de dolor y alegría, Jesús nos entrega a su Madre, como compañía en el camino de nuestro cotidiano peregrinar. El Señor le confía la misión de ser Madre nuestra y Ella cumple con fiel amor este encargo, acompañando este andar de la Iglesia primitiva, de la Iglesia de todos los tiempos.
• La palabra del Crucificado al discípulo y, por medio de él, a todos los discípulos de Jesús se hace de nuevo verdadera en cada generación. María se ha convertido efectivamente en Madre de todos los creyentes. La esperanza de María al pie de la cruz encierra una luz más fuerte que la oscuridad que reina en muchos corazones: ante el sacrificio redentor, nace en María la esperanza de la Iglesia y de la humanidad.
• En el momento de la máxima entrega, María está a la altura del Amor de su Hijo y se entrega plenamente, otra vez, a la bondadosa voluntad de Dios sobre los hombres, y por eso se le encarga la maternidad de todos los hombres: Esta nueva maternidad de María, engendrada por la fe, es fruto del nuevo amor que maduró en ella definitivamente al pie de la cruz, por medio de su participación en el amor redentor de su Hijo.
• Este es el gran legado que Cristo concede desde la Cruz a la humanidad. Es como una segunda Anunciación para María. Hace treinta y tres años un ángel la invitó a entrar en los planes salvadores de Dios. Ahora, no ya un ángel, sino su propio Hijo, le anuncia una tarea nueva: recibir como hijos de su alma a los causantes de la muerte de su primogénito. María”Madre de Dios”,”Madre de Cristo”,”Madre de los hombres”.
• Sólo Jesús sabe lo que hay en el corazón de su madre, por eso la llama mujer, no María o mamá. En la cruz no le puede pedir que renuncie a ser madre. Jesús sabe que comienza una nueva época para la humanidad. Su nueva maternidad le agranda el corazón hasta límites insospechados. Jesús entrega a su Madre como Madre de todos los vivientes, especialmente de los que serán hijos de Dios por la gracia.
• A su bondad materna, se dirigen los hombres de todos los tiempos y de todas partes del mundo, en sus necesidades y esperanzas, en sus alegrías y contratiempos, en su soledad y en su convivencia». En Pentecostés, atrae con su oración el Espíritu Santo sobre los Apóstoles, que la llena de fuerza para la tarea evangelizadora y el servicio generoso.
• María es Madre del Pueblo de Dios y desde su Asunción a los cielos nos guía y acompaña en nuestro peregrinar hacia la Patria definitiva. «La Madre de Jesús, es la imagen y principio de la Iglesia que ha de ser consumada en el futuro siglo; así en esta tierra, hasta que llegue el día del Señor, antecede con su luz al Pueblo de Dios peregrinante como signo de esperanza y de consuelo».
• Y desde su cielo se hizo, también, peregrina hasta nuestra patria para quedarse de un modo particular y amoroso en las orillas del río Luján como signo de su maternal entrega por estos hijos suyos.

Los jóvenes hacen historia
• El pueblo argentino lo ha reconocido y camina hacia ella. El pueblo joven desde hace más de tres décadas sintió fuertemente, en medio de la oscuridad y el dolor fraticida, la necesidad de poner la situación del país y de cada argentino en sus manos de Madre. Sólo ella nos alcanza de Dios lo que los hombres no podemos alcanzar solos. Se ha entendido y se ha vivido así. Los lemas que hemos rezado en estos más de treinta años, son un vivo reflejo de esta realidad.
• Miles y millones de pisadas han sido testigos y protagonistas de este deseo atravesando el camino que nos lleva a Luján y atravesando las distintas épocas de la historia del país, pisando egoísmos y alentando esperanzas. Basta con hacer memoria de algunos de los lemas que cada año animaban nuestro caminar para descubrir las situaciones que fuimos viviendo: La juventud peregrina a Luján por la patria (1975), Los hermanos sean unidos (1976), Con María construyamos una patria de hermanos (1985), María ayúdanos a trabajar por la justicia (1990), Madre, hacenos más hermanos (1994), Madre, gracias por estar con nosotros, queremos cuidarnos como hermanos (2003), Virgen ayúdanos, queremos ser un solo pueblo, (2004), Madre, enséñanos a cuidar la vida (2005), Madre, necesitamos vivir como hermanos (2006) y finalmente Madre, ayudanos a vivir en la verdad.

"Madre, queremos una Patria para todos"
Ahí esta tu hijo”, ¡aquí están tus hijos Madre! Cada año, como promesa de fidelidad desde hace muchísimos años, desde hace siglos, viene a la casa de la Madre. Así como en el corazón de cada hijo está siempre presente el amor de la Madre, en el corazón del pueblo creyente están grabadas a fuego las palabras pronunciadas en el momento de la generosidad extrema de nuestro Señor. En ellas nos confía su madre como nuestra madre. La madre es nido, casa, refugio, por eso en Luján, que es la casa de nuestra Madre, cada peregrino que se acerca después de caminar largas horas vive de manera personal e íntima la experiencia del apóstol Juan. En la casa de Luján Jesús nos confirma la maternidad de la Virgen y nuestra filiación.
Igual que hoy, a lo largo del año en diversas oportunidades hombres y mujeres de diferentes lugares y realidades sociales viene para estar cerca de la Madre. En medio de tanta angustia, agitación y dolor ella es refugio y es descanso. En silencio o balbuceando alguna palabra o simplemente con un avemaría le presentan la vida. Y también en silencio su mirada consuela el corazón, alivia la carga de cada día, se hace remanso para el futuro.
Es la pausa que necesitamos para seguir andando el camino de la vida.
La casa de la Virgen es punto de encuentro de hermanos que sufren y se alegran y que necesitan seguir confiando que vale la pena seguir viviendo con sentido y apostando a la vida.
La Virgen nos pertenece, porque Jesús nos la ha dado; y a la Virgen le pertenecemos. La Virgen a pesar de ver a su hijo muriendo en la cruz no puede renunciar a su vocación de Madre. Desde Lujan a este pueblo Argentino ella le ofrece incesantemente su protección y su delicadeza maternal. Este pueblo peregrino cuando es reconocido como hijo recupera su dignidad tantas veces pisoteada. Esa dignidad de hombres, de hijos de Dios, de argentinos. Al calor de la Virgen los grandes de la Patria, y también muchos que permanecen en el anonimato, se han animado a construir la historia de nuestra nación. Cada ofrenda de oración, cada ofrenda material es signo de una vida que ha querido no sólo recibir sino dar para que todos crezcan.
Es necesario pasar la herencia de gracia a las nuevas generaciones. Es necesario que nuestro pueblo vuelva una y otra vez a ponerse bajo el manto y el cuidado de la Virgen “La primera fundadora de esta Villa”, y la cofundadora de nuestra patria, sabiendo que no será defraudado.
A ella le pedimos, como hijos de este suelo, queremos una patria para todos.



26 de septiembre de 2010 - TO-DOMINGO XXVI–Ciclo C

¡Ay de los que se sienten seguros!

PRIMERA LECTURA
Lectura de la profecía de Amós 6, 1a. 4-7

¡Ay de los que se sienten seguros en Sión! Acostados en lechos de marfil y apoltronados en sus divanes, comen los corderos del rebaño y los terneros sacados del establo. Improvisan al son del arpa, y como David, inventan instrumentos musicales; beben el vino en grandes copas y se ungen con los mejores aceites, pero no se afligen por la ruina de José.
Por eso, ahora irán al cautiverio al frente de los deportados, y se terminará la orgía de los libertinos.
Palabra de Dios.

SALMO Sal 145, 7. 8-9a. 9b y 8d y 10 (R.: 1b)
¡Alaba al Señor, alma mía!

El Señor hace justicia a los oprimidos
y da pan a los hambrientos.
El Señor libera a los cautivos.

El Señor abre los ojos de los ciegos
y endereza a los que están encorvados.
El Señor ama a los justos
y protege a los extranjeros.

Sustenta al huérfano y a la viuda
y entorpece el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
reina tu Dios, Sión,
a lo largo de las generaciones.


SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 6, 11-16

Hombre Dios, practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la constancia, la bondad. Pelea el buen combate de la fe, conquista la Vida eterna, a la que has sido llamado y en vista de la cual hiciste una magnífica profesión de fe, en presencia de numerosos testigos.
Yo te ordeno delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y delante de Cristo Jesús, que dio buen testimonio ante Poncio Pilato: observa lo que está prescrito, manteniéndote sin mancha e irreprensible hasta la Manifestación de nuestro Señor Jesucristo, Manifestación que hará aparecer a su debido tiempo el bienaventurado y único Soberano, el Rey de los reyes y Señor de los señores, el único que posee la inmortalidad y habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre vio ni puede ver. ¡A él sea el honor y el poder para siempre! Amén.
Palabra de Dios.

EVANGELIO
XLectura del santo Evangelio según san Lucas 16, 19-31

Jesús dijo a los fariseos:
«Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas.
El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado.
En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: "Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan."
"Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí."
El rico contestó: "Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento."
Abraham respondió: "Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen."
"No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán." Pero Abraham respondió: "Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán."»
Palabra del Señor.

Para reflexionar

• Hoy por hoy, puede afirmarse que la humanidad horrorizada contempla como los tratados, convenciones, declaraciones y otros instrumentos en que se plasmaron los derechos del hombre, se van convirtiendo rápidamente, y ante la mirada evasiva de muchos, en letra muerta. Un gran alto porcentaje de la humanidad vive en la miseria, la exclusión y el desamparo.
• Cada vez hay más pobres y cada vez hay menos ricos. La realidad indica que un puñado de ricos cada vez más ricos, tienen en sus manos el destino de esos ejércitos de hambrientos. En un tiempo no muy lejano algunos sostenían que a mayor miseria, mayores posibilidades de producir cambios estructurales en la sociedad. La realidad parece haber demostrado más bien lo contrario.
• La calculadora solidaria de la ONU muestra dígitos que producen miedo. Por ejemplo, cuenta que si el progreso avanza tan lentamente como ahora habrá que esperar más de 130 años para erradicar el hambre del mundo. En un Informe sobre Desarrollo Humano, habla del “nivel grotesco” que alcanzan las diferencias entre los poderosos y los oprimidos, una brecha que la globalización es incapaz de cicatrizar. En los albores del siglo XXI, el 1% de la población más rica del mundo gana al año lo mismo que el 57% de los pobres de la tierra.
• En la Argentina de hoy los excluidos por el sistema, por muchos motivos, son cada vez más. Si bien, con este contexto, hablar de derechos humanos, justicia equitativa, igualdad de posibilidades es cada vez más dificil; paradójicamente es también, cada vez más necesario, porque el derecho a una vida digna no se ha derogado todavía.

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• El profeta Amós se alza vigoroso contra la vida de su tiempo. Formula una dura crítica de los ricos y, en general, de la sociedad de su época, una sociedad que se entrega a todos los lujos y a todos los excesos con una increíble sensación de seguridad. El profeta considera desastrosa la situación real de Israel; porque los ricos viven a costa de la sociedad y de los pobres sobre todo. Allí ya no se ven la fe de Israel ni su Ley. El profeta no pretende condenar el aumento de bienestar, sino los abusos y la distancia demasiado grande entre diferentes condiciones de vida, viviendo unos del trabajo de los otros y de su indigencia. La protesta de Amós apunta sobre todo a los que viven en medio del abuso aún profesando externamente la religión de Israel.

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• El texto de la carta a Timoteo es una llamada a la lucha por la fe. El hombre piadoso, religioso, sabe que en este mundo, mantener la fe, no es fácil, porque las cosas de Dios y del evangelio no se imponen por sí mismas. Otros dioses, otros poderes, roban el corazón de los hombres y es necesario mantener la perseverancia en una dinámica que nos abre al proyecto futuro de Dios. Este mundo tiene que ir realizándose en la justicia, en la solidaridad, en el amor...hasta que llegue la manifestación de la plenitud de Dios, que nos ha revelado Jesucristo.

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• El evangelio de Lucas cierra, con la famosa parábola del pobre Lázaro y el rico Epulón, el capítulo social que el domingo pasado planteaba, la actitud de los cristianos ante el dinero o las riquezas. Con el rico Epulón, Lucas aprovecha para poner de manifiesto lo que les espera a los que no son capaces de compartir sus riquezas con los pobres.
• En las casas acomodadas, era costumbre el uso de migajas en la comida para limpiarse las manos que luego se tiraban debajo de la mesa. El pobre Lázaro, que significa "Dios ayuda", suspiraba por ellas, pero nadie se las daba. Los perros le lamían las llagas, pero los invitados del rico, también ricos, lo ignoraban.
• El rico despreocupado "banquetea espléndidamente", ajeno al sufrimiento de un pobre mendigo a quien "nadie daba nada". Dos hombres distanciados por un abismo de egoísmo e insolidaridad que, según Jesús, puede hacerse definitivo, por toda la eternidad. El pecado del rico no es su riqueza sino disfrutar despreocupadamente de ella sin acercarse a la necesidad del pobre Lázaro.
• Jesucristo no habla "contra" los ricos; ama a todos, sin excepciones, pero les habla con dureza porque quiere advertirlos acerca del peligro que significa, dejarse aprisionar por el dinero. La convicción profunda de Jesús es que la riqueza en cuanto "apropiación desordenada de bienes", no hace crecer al hombre, sino que lo esclaviza, lo destruye y deshumaniza pues lo va haciendo indiferente, apático e insolidario ante la necesidad ajena.
• El rico no se condena por el hecho de ser rico, sino porque prescinde de Dios y porque se resiste a compartir lo suyo con el pobre que muere de hambre a su propia puerta. Tampoco el pobre se salva por el hecho de serlo, sino cuando está abierto a Dios y espera la salvación de "quien hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos, como canta el salmo de este domingo. La acumulación de riquezas es injusta; pero es más injusta todavía cuando al lado hay personas que ni siquiera tienen las migajas necesarias para comer.
• Dios no quiere la miseria, ni le gustan los sacrificios que la pobreza impone. Al contrario, quiere que todos sus hijos vivan dignamente y sean felices. La pobreza existe paralelamente a la riqueza. No existen ciudades bonitas si dentro de ellas hay hombres mendigando o muriendo de frío en las calles, no hay familias ideales si algún miembro de ellas está solo y abandonado, no nos sentiremos satisfechos de nosotros mismos si tenemos que pasar de largo para no ver la injusticia del que sufre.
• El infierno no es otra cosa que la "consagración" de este estado de separación, de lejanía. Separación de Dios y de sus amigos, porque aquí abajo se ha vivido lejos de los otros, separado de los valores verdaderos, aferrado únicamente al tener, apegado al placer egoísta, separado de su vocación más auténtica. Condenación significa "privación" .
• El abismo entre los ricos y los pobres que Lucas quiere poner de manifiesto, puede y debe cambiarse en el presente. El futuro se hace en el presente y quien sabe cambiar su presente, cambia también el futuro.
• Para que el Reino comience en la tierra, Jesús pone como primera condición, la ruptura con la ambición para abrazar voluntariamente el camino de la solidaridad, saber usar los bienes de este mundo de modo que “a nadie le falte lo que a otros le sobra”. Compartir con los demás lo que tenemos, lo cual no deben hacer sólo los ricos, sino también los pobres. Todos tenemos algo que compartir. Siempre tenemos al lado personas que tienen menos que nosotros.
• La salvación de la humanidad no está en la abundancia de bienes, de tecnología o de aquellas cosas que no son necesarias para la vida del ser humano. La salvación de la humanidad está en comprender que la dinámica de la acumulación desmedida e inmisericorde de riquezas crea enormes abismos que conducen a toda la humanidad a su propia autodestrucción. El abismo no se puede minimizar por medio de limosnas, asistencialismo y ayudas ocasionales tranquilizadoras de conciencia.
• La solidaridad cristiana consiste en un amor fraternal y compasivo que brota de la experiencia del amor del Padre que tanto amó al mundo que dio a su Hijo único para que en Él tengamos vida en abundancia.
• La solidaridad cristiana es solidaridad con el Señor Jesús, solidaridad que implica la firme adhesión con todo el ser a su misión. De esta fundamental solidaridad con Él, se desprenden las exigencias del compromiso solidario con todos los hombres. Todo esfuerzo solidario nos remite a Jesús, porque lo que hacemos a cualquiera de nuestros hermanos, a Él se lo hacemos.
• La solidaridad entendida simplemente como ayuda caritativa, pero que no cuestiona el sistema injusto, es una solidaridad a medias porque permite que todo siga igual. La solidaridad con los que sufren, no es una táctica pastoral, sino un “deber ser” que le exige trabajar cada día para transformar positivamente la realidad del prójimo. La solidaridad que anuncia el evangelio ha de incluir la justicia, pero la desborda, para abarcar la dimensión más profunda que es el Amor. Porque, aún cuando los hombres tengan una seguridad social y beneficios, que cubran todas sus necesidades, seguirán necesitando siempre ser tratados con amor.
• El discípulo no puede negarle el evangelio a los hombres de este tiempo reduciéndolo a algo puramente espiritualista; y un modo privilegiado de anunciarlo es encarnando en nuestra propia vida los gestos y el modo de solidaridad fraternal que nos enseñó el Señor.

Para discernir

• ¿Qué actitud tengo ante los necesitados?
• ¿Hasta dónde llega mi compromiso solidario?
• ¿Mi fe: llega a tocar mi bolsillo?

Para repetir

Que no cierre mi corazón…

Para la lectura espiritual

EN QUÉ PONEMOS NUESTRA CONFIANZA ULTIMA
Los ricos quedan descalificados, no porque necesariamente hayan sido injustos, ni porque hayan robado, ni por el mero hecho de ser ricos. Sino porque están tan llenos de sus riquezas, o sea, de sí mismos, que no piensan en Dios ni en los demás.
Se les llama necios porque no han sabido poner su confianza en algo sólido, sino en lo más efímero de la vida que, a la hora de la verdad, no les servirá de nada. El rico lo parecía tener todo, pero llega a la presencia de Dios, a la hora de su muerte, con las manos vacías. Pobre de solemnidad en lo que más contaba.
No hace falta que llevemos una vida disoluta ni banqueteemos a diario, despilfarrando nuestros bienes, para sentirnos interpelados por la palabra de Amós o de Cristo. Podemos tener, cada uno en su nivel, los mismos defectos: ¿estamos apegados a las cosas materiales, embotados por lo secundario, y descuidando lo principal? ¿nos extraña que Jesús dijera que es tan difícil que se salve un rico lleno de sus cosas como que un camello pase por el ojo de una aguja?
NUESTROS PECADOS DE OMISIÓN
Se les achaca, además, a estos ricos su falta de solidaridad. No se han querido dar cuenta de que otros, a su lado, están padeciendo necesidad, y hacen uso totalmente egoísta de sus bienes. Esto no sólo pasa en las relaciones entre naciones ricas y pobres, con sus insoportables y crecientes diferencias. También sucede entre familias, entre comunidades eclesiales y entre personas concretas, que pueden tener una lastimosa ignorancia de la finalidad de los bienes de este mundo y de la necesidad que otros padecen muy cerca de nosotros.
Es una llamada a saber usar los bienes de este mundo. A compartir con los demás lo que tenemos. Lo cual deben hacer no sólo los ricos, sino también los pobres. Todos tenemos algo que compartir. Siempre tenemos al lado personas que tienen menos que nosotros. También cuentan, a la hora de la evaluación de nuestra vida, los "pecados de omisión". Seremos juzgados por lo que hemos hecho: "tuve hambre y me disteis de comer", y también por lo que hemos dejado de hacer: "estuve enfermo y no me visitasteis".
J. ALDAZÁBAL

Para rezar

Señor Jesús yo sé que tu vida se complicó demasiado.
Yo sé que luchaste por la paz y la justicia y la libertad.
Yo sé que lo diste todo por amor y la verdad.
Yo sé que perdonaste y devolviste la dignidad humana a muchos hombres.
Yo sé que viviste entre marginados y asumiste su vida.
Yo sé que proclamaste que Dios era Padre para ellos.
Yo sé que llamaste a vivir en tu Reino a los hombres de corazón roto.
Yo sé que te acorralaron los poderosos y te condenaron.
Yo sé que te metieron en la cárcel y te sentaron en el banquillo.
Yo sé que te clavaron en el madero como a un maldito.
Yo sé que te mataron para que las cosas siguieran igual.
Yo sé que tu muerte fue un fracaso. ¡Un fracaso!
Pero yo sé que Tú diste la vida por amor.
Yo sé que tu estilo de vida no podía quedar en el sepulcro.
Yo sé que tu Padre, Señor de la Historia, te levantó, te puso en pie.
Todos nosotros sabemos que resucitaste. Lo sabemos y creemos
En Ti, Señor Resucitado.
Señor Jesús, Señor Resucitado, Solidario con los hombres.
Creemos en el Hombre Nuevo, en la Nueva Humanidad que nos dejaste.
Creemos, Señor Jesús, que sigues siendo solidario de los hombres.
¡Creemos en el hombre como un ser salvado! ¡Salvado desde la Cruz!
¡Señor, auméntanos la fe!
Amén.
Cáritas Sevilla



19 de septiembre de 2010 - DOMINGO XXV - Ciclo C

No se puede servir a Dios y al dinero


PRIMERA LECTURA
Lectura de la profecía de Amós 8, 4-7

Escuchen esto, ustedes, los que pisotean al indigente para hacer desaparecer a los pobres del país.
Ustedes dicen: « ¿Cuándo pasará el novilunio para que podamos vender el grano, y el sábado, para dar salida al trigo? Disminuiremos la medida, aumentaremos el precio, falsearemos las balanzas para defraudar; compraremos a los débiles con dinero y al indigente por un par de sandalias, y venderemos hasta los desechos del trigo.»
El Señor lo ha jurado por el orgullo de Jacob: Jamás olvidaré ninguna de sus acciones.
Palabra de Dios.


SALMO Sal 112, 1-2. 4-6. 7-8(R.: cf. 1a y 7b)
R. Alaben al Señor, que alza al pobre.

Alaben, servidores del Señor,
alaben el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
desde ahora y para siempre.

El Señor está sobre todas las naciones,
su gloria se eleva sobre el cielo.
¿Quién es como el Señor, nuestro Dios,
que tiene su morada en las alturas,
y se inclina para contemplar el cielo y la tierra?

El levanta del polvo al desvalido,
alza al pobre de su miseria,
para hacerlo sentar entre los nobles,
entre los nobles de su pueblo.

SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 2, 1-8

Querido hermano:
Ante todo, te recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres, por los soberanos y por todas las autoridades, para que podamos disfrutar de paz y de tranquilidad, y llevar una vida piadosa y digna. Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, porque él quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.
Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo, hombre él también, que se entregó a sí mismo para rescatar a todos. Este es el testimonio que él dio a su debido tiempo, y del cual fui constituido heraldo y Apóstol para enseñar a los paganos la verdadera fe. Digo la verdad, y no miento.
Por lo tanto, quiero que los hombres oren constantemente, levantando las manos al cielo con recta intención, sin arrebatos ni discusiones.
Palabra de Dios.

EVANGELIO
XLectura del santo Evangelio según san Lucas 16, 1-13

Jesús decía a los discípulos:
«Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes. Lo llamó y le dijo: "¿Que es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto."
El administrador pensó entonces: "¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!"
Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: "¿Cuánto debes a mi señor?" "Veinte barriles de aceite", le respondió. El administrador le dijo: "Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota diez."
Después preguntó a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?" "Cuatrocientos quintales de trigo", le respondió. El administrador le dijo: "Toma tu recibo y anota trescientos."
Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz.
Pero yo les digo: Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas.
El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo mucho. Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien? Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes?
Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero.»
Palabra del Señor.

Para reflexionar

• El dinero ha ido pasando de ser un instrumento para servir, a un arma silenciosa para dominar. El dinero se presenta como la gran verdad universal: lo es todo, es subsistencia, es gobierno, ley, poder... y también es el Arte, es la Filosofía y es la Religión. Nada se hace sin dinero; nada se puede sin dinero. No hay relaciones personales sin dinero. No hay intimidad sin dinero y aún la soledad reposada depende del dinero.
• Vivimos ante la tiranía del dinero. Una tiranía que tiene nombre, representantes, ejecutores y procedimientos indudables mientras que, la deseada solidaridad se evapora. Esta tiranía desintegra el tejido social y hacen su aparición millones de seres humanos desconectados e indiferentes entre sí a pesar de compartir los mismos sufrimientos y dolores.
• El dinero es la fisiología de una sociedad comercialista. Es la sangre que circula dentro de ella. (Arturo Jauretche)
• El que tiene dinero, y en la medida y cantidad en que lo tiene, impone su fuerza y señala las reglas de juego. El que tiene dinero dicta condiciones y los demás no tienen más remedio que, en la mayoría de los casos, aceptarlas. Dios y dinero representan los motores de dos estilos de vida antitéticos, irreconciliables entre sí. Según el puesto que tenga cada uno de ellos en nuestras vidas, así será también el estilo de ellas. El dinero es por eso el gran rival de Dios.

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• El profeta Amós podría hoy repetir lo que decía hace unos dos mil setecientos años. Amós vivió ocho siglos antes de Jesús en una época de prosperidad económica y comercial, en la que todos, vivían deslumbrados por el poder que otorgaba el dinero. El profeta se siente obligado a gritar con indignación contra una religión bien organizada, solemne, que parecía seria y verdadera: celebraban el sábado, celebraban las fiestas de la luna nueva, parecían hombres verdaderamente religiosos, hombres que realmente seguían la voluntad de Dios pero que viven en el lujo gracias al trabajo de los pobres, pretenden quedar en paz con Dios ofreciendo sacrificios en solemnes ceremonias. En vez de este culto, lo que Dios quiere es la práctica de la justicia. Sólo entonces tiene sentido la oración. Porque Dios no olvidará jamás la injusticia, la opresión, la explotación del pueblo.

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• En la segunda lectura San Pablo hace la recomendación de "hacer oraciones y plegarias, acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que ocupan cargos para que podamos llevar una vida tranquila y con toda piedad y decoro". Poder y dinero solían ir de la mano en la administración pública en tiempos de Jesús; también hoy. Por eso es necesario rezar por las autoridades, por los "reyes" y por quienes ocupan cargos públicos para que sepan administrar bien el Estado y no se sirvan de él para explotar al pueblo.

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• Jesús en el Evangelio nos presenta una parábola que puede llegar a resultar desconcertante. En el mundo antiguo, el administrador era a veces un esclavo nacido en la misma casa de su dueño y que había sido educado para este menester. Actuaba en nombre del dueño para realizar toda clase de transacciones comerciales y económicas. El administrador de la parábola se ve en peligro y busca nuevos protectores con manejos y astucia.
• La parábola del administrador injusto no es la canonización de un corrupto. Lo que alaba Jesús es la habilidad de quien ha caído en desgracia y quiere asegurar su futuro; se alaba el empeño por saber afrontar una situación nueva.
• En medio de esta oscura historia, hay un punto luminoso. Este hombre utiliza el dinero para algo, no es un fin en sí mismo. Siempre es algo. Si un hijo del mundo, como el administrador injusto, es capaz a su nivel de hacer que el dinero sirva para algo, cuanto más los hijos de la luz tienen que hacerlo a su nivel. Jesús llega a la conclusión que los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz".
• Jesús quiere que sus seguidores sean suficientemente despiertos y sepan valorar las cosas y las actitudes buscando su mayor rentabilidad, según la contabilidad del Evangelio. Jesús nos enseña que el uso del dinero sólo alcanza su más alta rentabilidad precisamente cuando pierde el primer puesto en la escala de los valores y se coloca al servicio de las exigencias y necesidades de los hermanos.
• Nadie quiere ser esclavo de nadie, pero fácilmente caemos en la tentación de ser esclavos del dinero. Jesús nos advierte que el dinero aunque sea necesario para vivir siempre incluye el peligro de esclavizar, de hacernos egoístas, de cerrarnos a los demás, de obsesionarnos.
• Servir a Dios no es simplemente darle un culto ritual e íntimo. Servir a Dios es servir a los hombres, es comprometerse con la causa de Aquél que vino a liberarnos del pecado y de todas sus consecuencias. Y a Dios hay que servirlo, por lo menos, con la misma fuerza, la misma diligencia y hasta la misma astucia con la que sirven al dinero cuantos explotan a los hombres. Servir a Dios sirviendo a los hombres es una milicia; porque milicia es también -y con qué violencia a veces- el servicio que prestan al dinero sus adoradores.
• Por otro lado, "servir al dinero" es aceptar como sistema de vida, un sistema de mercado que suele ir acompañado de una aparente seguridad, pero también de una inquietud permanente, de usar al hombre como instrumento, de un destruir la naturaleza según convenga, de un emplear la mentira como medio normal de relación, de un ver al hombre sólo como competidor, consumidor o productor.
• Jesús no critica la riqueza en sí misma, sino la valoración de la riqueza como bien supremo y motor de las actividades del hombre. Jesús llama "dinero injusto" a las riquezas acumuladas y empleadas para uso exclusivo de uno mismo, porque no somos propietarios de ellas, sino administradores. Ayudar a los pobres de la tierra con ese dinero, que puede ser ocasión o efecto de injusticia, se podrá convertir en la única forma de emplearlo bien y de ganar amigos con él; amigos que nos ayudarán en el momento en que lo perdamos todo, cuando dejemos la administración de nuestra vida y lleguemos al juicio.
• El afán de riquezas es un pecado social, mucho más destructor que cualquier otro tipo de pecados. Genera un sistema social injusto, causa de incalculables tragedias. La fe en Jesús debe llevar al discípulo a trabajar por un mundo distinto, por un orden social en el cual la posesión de bienes y riquezas, la propiedad privada, etc., se sometan a la valoración de los criterios del Reino de Dios que busca la felicidad y el desarrollo de todos a fin de que nadie quede excluido de la «mesa».
• El discípulo como " hijo de la luz" debe imitar, en su trabajo por el reino de Dios, el interés, el esfuerzo, la ilusión que ponen para lograr sus fines "los hijos de este mundo". Los cristianos, que tenemos una causa noble, no podemos trabajar por el reino, acompañados de aburrimiento, desgano, lentitud, y con falta de inteligencia y esfuerzo limitándonos a ser repetidores de una verdad que aparece entonces polvorienta y apolillada en lugar de transformante y transformadora.

Para discernir

• ¿Qué lugar ocupa el dinero en mi escala de valores?
• ¿Qué cosas he resignado por el afán de tener?
• ¿Experimento el sentido social que tienen los bienes?

Para repetir

Ayudame a ser fiel en lo poco…

Para la lectura espiritual

Fidelidad en lo pequeño
La fidelidad en las cosas grandes es corriente; la fidelidad en las pequeñas es muy rara y muy indicativa del verdadero carácter. Casi todos los maridos se lanzarían al mar o entrarían en una casa ardiendo para salvar a su mujer en peligro, pero adivinar la conveniencia o la felicidad de la esposa en algo menudo, y cuyo olvido quizá no se notase, es una prueba de ternura más elocuente.
Desde el punto de vista de Dios, nada es grande ni pequeño en la forma que nosotros lo medimos. El mérito y calidad de una acción depende de sus motivos y no de que resalte mucho o presente cualquiera de los otros accidentes que solemos tomar como varas métricas de la grandeza. Nada es pequeño si se hace por un motivo poderoso, como el óbolo que la viuda añadió al tesoro del templo. La conciencia no conoce palabras como grande o pequeño, sino sólo estas dos: bien y mal. «Quien acoja debidamente a un profeta por creer que lo es, recibirá la recompensa dada a los profetas», porque, aunque no dotado con la lengua del profeta, tiene espíritu profético, y realiza su pequeño acto de hospitalidad en virtud de un profético impulso que en otro más majestuosamente dοtado conduciría a fogosas palabras y hazañas grandiosas. El hombre se siente mucho más inclinado a concentrar sus acciones morales en un gran momento en el que gana méritos de héroe. En cambio, la mujer disemina muchos pequeños sacrificios a través de la vida, multiplicándolos en una extensión que muchos no reconocen como tal sacrificio por la abundancia con que se prodiga. .
En el orden espiritual, es mucho más fácil ejecutar algún acto magno de abnegación que mortificar a diario y pacientemente la carne con todas sus desordenadas afecciones. Con frecuencia los deberes mínimos son los más difíciles de cumplir a causa de su insignificancia aparente y su constante repetición. La infidelidad en lo pequeño puede preparar la infidelidad en lo grande. Un menudo acto de injusticia quebranta poderosamente la línea que separa lo bueno y lo malo. La infidelidad de lo pequeño deteriora el sentido moral; hace al hombre indigno de confianza; afloja los lazos que mantienen unida a la sociedad y contrarresta ese divino amor en que deben cimentarse las buenas relaciones humanas.
En todos los sentidos lo grande se alcanza a través de lo pequeño. El que una agujilla señale a un punto fijo es una cosa común, pero guίa a los buques por los mares poco conocidos. Lo más insignificante se convierte en grande si implica la alternativa de obediencia a Dios o rebelión contra Él. Vivir al día y vigilar todos nuestros pasos es el verdadero método del peregrino, porque nada es pequeño si Dios nos lo exige.
Fulton J. Sheen. Paz interior

Para rezar

El pan nuestro de cada día
Lo que crece en los campos, en los jardines y viñedos,
bajo el sol y la lluvia, lo que los seres humanos
hemos construido con esfuerzo y sacrificio:
ese es el pan de cada día, del que vivimos,
regalo generoso de Dios:
te agradecemos, Padre.
No nos olvidemos de que hay muchos
que no pueden disfrutar de los frutos de su labor,
aunque hayan invertido en ella tiempo y dedicación,
porque hubo inundaciones o sequías en los campos,
porque se cerraron fábricas y empresas.
Muchas personas sufren hambre,
muchos niños lloran por un pedazo de pan
y un vaso de leche.
Lo que fabricaron muchas manos hábiles
en fábricas, talleres, oficinas, laboratorios,
empresas o en las casas,
lo que dio alimento, salud y vestido a miles de personas:
ese es el pan de cada día, del que vivimos, regalo generoso de
Dios:
lo que necesitamos para vivir, un lugar en este mundo, una patria tan
hermosa:
te agradecemos, Padre.
No nos olvidemos de que hay muchos que no reciben el salario que se merecen,
y no les alcanza para vivir.
Recordamos a tantos que no tienen trabajo,
que están en peligro de perder su dignidad,
que se desesperan porque no pueden sostener a sus familias,
y algunos de ellos caen en la delincuencia.
Oremos por el gobierno, que el Señor lo ilumine para
que nuestro pueblo pueda reconstruirse.
Lo que necesitamos para vivir, lo que Dios,
el Padre mismo ha sembrado en nuestros
corazones a través de Su Palabra,
lo que crece y madura en nosotros en fe,
esperanza y amor, lo que nos regala
en Jesucristo, el pan de Vida:
ese es el pan de cada día,
del que vivimos, regalo generoso de Dios:
te agradecemos, Padre.
No nos olvidemos de que vendrá el día de Su cosecha,
donde nos preguntará qué hicimos con sus regalos,
si los quisimos disfrutar solos,
si los derrochamos con desprecio,
o si los recibimos con gratitud
y los compartimos con los que necesitan de nosotros.

Karin Schnell


























12 de septiembre de 2010 - DOMINGO XXIV – Ciclo C

Habrá una gran alegría en el cielo

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Éxodo 32, 7-11. 13-14

El Señor dijo a Moisés:
«Baja en seguida, porque tu pueblo, ese que hiciste salir de Egipto, se ha pervertido. Ellos se han apartado rápidamente del camino que yo les había señalado, y se han fabricado un ternero de metal fundido. Después se postraron delante de él, le ofrecieron sacrificios y exclamaron: "Este es tu Dios, Israel, el que te hizo salir de Egipto."»
Luego le siguió diciendo: «Ya veo que este es un pueblo obstinado. Por eso, déjame obrar: mi ira arderá contra ellos y los exterminaré. De ti, en cambio, suscitaré una gran nación.»
Pero Moisés trató de aplacar al Señor con estas palabras: « ¿Por qué, Señor, arderá tu ira contra tu pueblo, ese pueblo que tú mismo hiciste salir de Egipto con gran firmeza y mano poderosa?
Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, tus servidores, a quienes juraste por ti mismo diciendo: "Yo multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo, y les daré toda esta tierra de la que hablé, para que la tengan siempre como herencia."»
Y el Señor se arrepintió del mal con que había amenazado a su pueblo.
Palabra de Dios.

SALMO Sal 50, 3-4. 12-13. 17 y 19 (R.: Lc 15, 18)
R. Iré a la casa de mi Padre.

¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado!

Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu.

Abre mis labios, Señor,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Mi sacrificio es un espíritu contrito,
tú no desprecias el corazón contrito y humillado.


SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1, 12-17

Querido hermano:
Doy gracias a nuestro Señor Jesucristo, porque me ha fortalecido y me ha considerado digno de confianza, llamándome a su servicio a pesar de mis blasfemias, persecuciones e insolencias anteriores. Pero fui tratado con misericordia, porque cuando no tenía fe, actuaba así por ignorancia. Y sobreabundó en mí la gracia de nuestro Señor, junto con la fe y el amor de Cristo Jesús.
Es doctrina cierta y digna de fe que Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el peor de ellos. Si encontré misericordia, fue para que Jesucristo demostrara en mí toda su paciencia, poniéndome como ejemplo de los que van a creer en él para alcanzar la Vida eterna.
¡Al Rey eterno y universal, al Dios incorruptible, invisible y único, honor y gloria por los siglos de los siglos! Amén.
Palabra de Dios.

EVANGELIO
XLectura del santo Evangelio según san Lucas 15, 1-32

Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos.»
Jesús les dijo entonces esta parábola: «Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: "Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido."
Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.»
Y les dijo también: «Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, y les dice: "Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me había perdido."
Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte.»
Jesús dijo también: «Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte de herencia que me corresponde." Y el padre les repartió sus bienes.
Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa. Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros." Entonces partió y volvió a la casa de su padre.
Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó.
El joven le dijo: "Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo."
Pero el padre dijo a sus servidores: "Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado."
Y comenzó la fiesta.
El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso.
El le respondió: "Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo."
El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: "Hace tantos años que te sirvo, sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!”
Pero el padre le dijo: "Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado."»
Palabra del Señor.


O bien más breve:

X Lectura del santo Evangelio según san Lucas 15, 1-10

Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos.»
Jesús les dijo entonces esta parábola: «Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: "Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido."
Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.»
Y les dijo también: «Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, y les dice: "Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me había perdido."
Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte.»
Palabra del Señor.

Para reflexionar

En la sociedad contemporánea hay un difuso sentimiento de inquietud debido al carácter impersonal de nuestro modo de vivir. Estamos en la era de las grandes aglomeraciones, continuamente en contacto con gente: en los medios de transporte, en las fábricas, en el cine, en la calle. El hombre está continuamente al lado de otros hombres, pero pocos pueden llamarse por el nombre.
Sin embargo la felicidad nace sólo si se es reconocido, estimado, apreciado; sobre todo amado. El hombre de hoy no se siente amado. No existe verdadera experiencia humana sin intercambio, diálogo, confidencia, amor recíproco. Sólo el amor es capaz de transformar, pero con una condición: que sea gratuito y libre.
Fromm asegura que el amor es el "impulso más poderoso que existe en el hombre". Sólo el amor puede hacer que una persona se sienta plena, satisfecha. El amor es un sentimiento que se va adquiriendo y que debe ejercitarse con madurez, por eso es raro que pueda darse en un mundo consumista, rutinizado, donde se crean relaciones artificiales.
Si la ausencia de amor ha trastocado las relaciones y la vida de la humanidad, la ausencia de perdón hace que la vida sea amarga, dolorosa. La Incapacidad de perdonar envenena nuestros corazones. Y la incapacidad de pedir perdón nos paraliza y nos excluye.
Se ha dicho que el amargo rencor o resentimiento es como un veneno que uno prepara para otros y luego se lo toma uno mismo. Si el amor verdadero sólo lo podemos entender desde la gratuidad, en el perdón pedido y dado encontramos su máxima expresión: porque es un amor que acepta, que no pone condiciones, que recrea y se abre al futuro.

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La lectura del Éxodo describe el pecado del pueblo elegido -un pecado grave, contra el primer mandamiento: la idolatría- pero, sobre todo, la actitud de Dios que se deja convencer por la intercesión de Moisés, se "arrepiente de la amenaza" y perdona al pueblo. Así aparece Dios: lo suyo es perdonar.

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Pablo se presenta como el primero de los pecadores y también como el primer testigo de la longanimidad de Dios. La principal enseñanza que quiere dar es: "Que Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores".

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Jesús en el evangelio nos enseña a asumir el verdadero amor que no margina, sino que sale al encuentro del otro, no se molesta, da tiempo, cariño y compañía.
En este capítulo de Lucas aparecen las tres llamadas «parábolas de la misericordia», dirigidas a los fariseos endurecidos y a los pecadores que se arrepienten y piden perdón. Jesús va a responder a un problema que se presentaba: si Dios ama a los pecadores y a los paganos, ¿cuáles son las exigencias para estar cerca de Dios?
Las parábolas de la oveja y la moneda perdidas, muestran que Dios ama a todos, sea cual sea su conducta; en cambio, los fariseos desprecian a los pecadores, porque éstos no observan la Ley.
El hijo pródigo es figura de pecadores y paganos; el hermano mayor endurecido, en cuanto hombre observante y escrupuloso pero carente de misericordia, representa a los fariseos; y el padre misericordioso es, naturalmente, Dios. El padre de la parábola no espera tranquilamente en su casa que su hijo vuelva derrotado y vencido para recordarle su injusticia y su pecado. El padre de la parábola hace algo más: apenas ve que el hijo se acerca; sale a su encuentro para cubrirlo de besos.
La intención de Jesús en esta parábola es hacer resplandecer toda la pasión del amor de Dios a los hombres. Dios es como un padre que no puede olvidar nunca a sus hijos y que los tiene tanto más presentes cuanto más alejados están y más necesitados de su cariño. El amor que aquí se proclama es el amor que perdona.
No es el amor que se complace en los hijos fieles, sino el amor que persigue por todos los caminos al hijo descarriado para que al fin encuentre el modo de volver a la casa paterna. Es el amor al hijo que no tiene ya mérito alguno por el que deba ser amado. Un amor redentor que resucita.
Seguramente, es el recuerdo inolvidable del amor del padre lo que motiva y hace posible el regreso del hijo. La errónea emancipación que lleva al pecado nos corrompe, y esa corrupción es el peor castigo. Todos, alguna vez, en nuestra experiencia de pecado hemos sentido muy vivamente el encuentro con el propio límite. Y en ese momento se agolpó en nuestro corazón una mezcla rara de amargura, dolor, vergüenza y lástima de nosotros mismos.
Esa dolorosa y amarga experiencia puede ser el punto de partida del camino de retorno para rehacer la propia vida. No hay oscuridad tan grande que no pueda ser iluminada por Dios. Nunca es tan grande la debilidad ni tan ciego el egoísmo, que nos incapacite para convertirnos.
La experiencia más rica y densa del ser humano se da en el reencuentro. A fuerza de equivocaciones, cuando aprendemos a leerlas y no las tapamos, podemos ir comprendiendo que vamos madurando como personas en la medida que nos vamos despojando del instinto egoísta y vamos suplantando el “yo” por el “nosotros”.
La conversión es pasar por la experiencia desoladora del vacío que se produce una vez que el espejismo de felicidad que promete el mundo pierde su encanto y somos capaces de hacer memoria del amor del Padre.
El hijo no regresa a buscar el afecto familiar, ni vuelve porque está arrepentido de verdad. Regresa porque tiene hambre y se siente fracasado, y lo único que desea es comer como los criados de su padre. Como él no amaba, no podía imaginarse o admitir que él era amado. No creía en la posibilidad de volver a ser hijo. Sin embargo el amor gratuito del Padre lo restituye como Hijo en la fiesta de la vida.
Anunciar la Buena Noticia es proclamar el amor de Dios a todos los hombres. Amor que descansa sobre nuestra debilidad, sobre lo que somos, por eso es amor que se hermana necesariamente con el perdón. Vivir el perdón de Dios es descubrir su misericordia, eliminando las frías y severas exigencias con respecto al prójimo, y considerándonos pecadores, limitados y pequeños.
Hablamos con frecuencia de la justicia de Dios, de la bondad de Dios, de la omnipotencia de Dios, de la providencia de Dios, del amor de Dios. Pero este evangelio nos lleva a hablar de la alegría de Dios. Las dos parábolas iniciales nos han hablado de la alegría de Dios. De una alegría de Dios que tiene que ser la nuestra.
Dios nos ha enviado a su Hijo y nos invita a la alegría indescriptible. El último misterio de esta historia que se hace nuestra certeza es que hay para todos nosotros un regreso, porque hay una casa paterna.
Necesitamos volver a decir en voz muy alta: que nuestro Dios, el Dios de los cristianos, es el Dios de la ternura, de la misericordia, de la acogida al que se equivoca o fracasa.
Por muy grande que sea el secularismo que nos invade, los cristianos no podemos dedicarnos a conservar lo que tenemos. Se nos pide salir del redil para buscar la oveja perdida, barrer la casa para encontrar la moneda que se perdió, hay que recibir con los brazos abiertos al hijo que se fue; y cuando esto suceda hay que hacer una fiesta grande invitando a todos para anunciar el éxito de la búsqueda.
Si no somos capaces de llamar y tratar como «hermanos» a los que se han alejado de nuestro lado porque no piensan o no obran como nosotros, no podemos llamarnos cristianos. Lo paradójico de esta parábola es que nadie puede sentirse ni tan afuera ni tan adentro.
La Iglesia, como la define el Vaticano II (69), es en Cristo como un sacramento, o sea, "signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano". Ella debe buscar ante todo llevar a los hombres a la reconciliación plena, proclamando la misericordia de Dios y exhortando a los hombres a la penitencia para que abandonen el pecado y se conviertan a Dios. ( INSTRUCCIÓN PASTORAL SOBRE EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA C.E.E)

Para discernir
· ¿Qué imagen tengo de Dios?
· ¿Actúo por amor o por miedo?
· ¿Soy generoso para dar el perdón y humilde para recibirlo?

Para repetir

…ayudame a vivir siempre en tu casa…

Para la lectura espiritual


….se puede decir por tanto que el amor hacia el hijo, el amor que brota de la esencia misma de la paternidad, obliga en cierto sentido al padre a tener solicitud por la dignidad del hijo. Esta solicitud constituye la medida de su amor, como escribirá san Pablo: "La caridad es paciente, es benigna..., no es interesada, no se irrita..., no se alegra de la injusticia, se complace en la verdad..., todo lo espera, todo lo tolera" y "no pasa jamás". La misericordia - tal como Cristo nos la ha presentado en la parábola del hijo pródigo - tiene la forma interior del amor, que en el Nuevo Testamento se llama agapé. Tal amor es capaz de inclinarse hacia todo hijo pródigo, toda miseria humana y singularmente hacia toda miseria moral o pecado. Cuando esto ocurre, el que es objeto de misericordia no se siente humillado, sino como hallado de nuevo y "revalorizado". El padre le manifiesta, particularmente, su alegría por haber sido "hallado de nuevo" y por "haber resucitado". Esta alegría indica un bien inviolado; un hijo, por más que sea pródigo, no deja de ser hijo real de su padre; indica además un bien hallado de nuevo, que en el caso del hijo pródigo fue la vuelta a la verdad de sí mismo…
…la parábola del hijo pródigo expresa de manera sencilla, pero profunda la realidad de la conversión. Esta es la expresión más concreta de la obra del amor y de la presencia de la misericordia en el mundo humano. El significado verdadero y propio de la misericordia en el mundo no consiste únicamente en la mirada, aunque sea la más penetrante y compasiva, dirigida al mal moral, físico o material: la misericordia se manifiesta en su aspecto verdadero y propio, cuando revalida, promueve y extrae el bien de todas las formas del mal existentes en el mundo y en el hombre. Así entendida, constituye el contenido fundamental del mensaje mesiánico de Cristo y la fuerza constitutiva de su misión. Así entendían también y practicaban la misericordia sus discípulos y seguidores. Ella no cesó nunca de revelarse en sus corazones y en sus acciones, como una prueba singularmente creadora del amor que no se deja "vencer por el mal", sino que "vence con el bien al mal".
Es necesario que el rostro genuino de la misericordia se siempre desvelado de nuevo. No obstante múltiples prejuicios, ella se presenta particularmente necesaria en nuestros tiempos.
(Dives in misericordia, IV)

Para rezar


¿Qué me dirás, Dios mío,cuando llegue a tu presencia?¿Qué voy a decir, Señor,cuando me encuentre cara a cara contigo?Yo me quedaré mudo,sin saber qué decir, cómo hablar...Pero tú me sorprenderás con tu amor,como siempre,y antes de que yo abra la boca,me tomarás de la mano y me dirás, como al hijo pródigo,¡Ven a mis brazos, hijo mío,no ves que te estoy esperando!Y entonces entenderé,por fin, la parábola de tu amor de Padre.Y se me quedará clavada en el corazón,para siempre,como un dardo profundo,esa palabra que lo dice todo en tus labios:¡HIJO!Ojalá que pueda decir,con toda mi alma,con todo mi corazón y todas mis fuerzas,esa otra palabra maravillosa:¡PADRE!Porque tú, Señor, eres verdaderamente nuestro padrey nosotros somos de verdad tus hijos.

5 de septiembre de 2010 - DOMINGO XXIII – Ciclo C

El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi díscipulo

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de la Sabiduría 9, 13-18

«¿Qué hombre puede conocer los designios de Dios o hacerse una idea de lo que quiere el Señor? Los pensamientos de los mortales son indecisos y sus reflexiones, precarias, porque un cuerpo corruptible pesa sobre el alma y esta morada de arcilla oprime a la mente con muchas preocupaciones.
Nos cuesta conjeturar lo que hay sobre la tierra, y lo que está a nuestro alcance lo descubrimos con esfuerzo; pero ¿quién ha explorado lo que está en el cielo?
¿Y quién habría conocido tu voluntad si tú mismo no hubieras dado la Sabiduría y enviado desde lo alto tu santo espíritu?
Así se enderezaron los caminos de los que están sobre la tierra, así aprendieron los hombres lo que te agrada y, por la Sabiduría, fueron salvados.»
Palabra de Dios.

SALMO Sal 89, 3-4. 5-6. 14 y 17 (R.: 1)
R. Señor, tú has sido nuestro refugio
a lo largo de las generaciones.

Tú haces que los hombres vuelvan al polvo,
con sólo decirles: «Vuelvan, seres humanos.»
Porque mil años son ante tus ojos
como el día de ayer, que ya pasó,
como una vigilia de la noche.

Tú los arrebatas, y son como un sueño,
como la hierba que brota de mañana:
por la mañana brota y florece,
y por la tarde se seca y se marchita.

Sácianos en seguida con tu amor,
y cantaremos felices toda nuestra vida.
Que descienda hasta nosotros la bondad del Señor;
que el Señor, nuestro Dios,
haga prosperar la obra de nuestras manos.


SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Filemón 9b-10. 12-17

Queridos hermanos:
Yo, Pablo, ya anciano y ahora prisionero a causa de Cristo Jesús, te suplico en favor de mi hijo Onésimo, al que engendré en la prisión.
Te lo envío como si fuera yo mismo. Con gusto lo hubiera retenido a mi lado, para que me sirviera en tu nombre mientras estoy prisionero a causa del Evangelio. Pero no he querido realizar nada sin tu consentimiento, para que el beneficio que me haces no sea forzado, sino voluntario.
Tal vez, él se apartó de ti por un instante, a fin de que lo recuperes para siempre, no ya como un esclavo, sino como algo mucho mejor, como un hermano querido. Si es tan querido para mí, cuánto más lo será para ti, que estás unido a él por lazos humanos y en el Señor.
Por eso, si me consideras un amigo, recíbelo como a mí mismo.
Palabra de Dios.

EVANGELIO
XLectura del santo Evangelio según san Lucas 14, 25-33

Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo: «Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.
¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo: "Este comenzó a edificar y no pudo terminar."
¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz. De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.»
Palabra del Señor.

Para reflexionar

· La experiencia de dolor y de sufrimiento en la vida es demasiado frecuente y universal como para que alguien tenga que contarla para hacérnosla conocer. Una mirada rápida sobre nuestra propia historia y la historia de la humanidad nos obliga a constatar la presencia inevitable de fracasos, desilusiones, desengaños, enfermedades y muertes.
· La vida se hace dura porque para muchos junto al dolor natural se encuentra aquel que viene provocado desde afuera.
· Siempre el sufrimiento y el dolor hacen entrar en crisis nuestra vida y nos obligan a tomar una postura. Hay quienes ven el sufrimiento como la consecuencia de la acción de un poder ciego que domina trágicamente la vida a su antojo. Estamos en manos del Destino, de la Fatalidad, y ante esto no se puede luchar y no cabe otra posibilidad más que la resignación. Por otro lado están los que ven en el sufrimiento una señal de Dios. “A quien Dios más ama, más hiere”. Dios nos envía el dolor y la enfermedad para purificarnos y hay que aceptarlos y agradecerlos como un don y una bendición.
· Actualmente la postura que tiene más adeptos es la de la huída. Hay que escapar del dolor a toda costa fabricando un mundo artificial dominado por el poder, la riqueza, la belleza, el bienestar, la sexualidad… o comprando la dicha a cambio de la propia libertad y dignidad. Búsqueda de satisfacciones inmediatas que terminan siendo estériles y poco duraderas.

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· La concepción antropológica dualista de cuerpo y alma de origen griego es utilizada para mostrar la incapacidad humana cuando pretende llegar con su conocimiento a las cosas del cielo. La sabiduría es un don de Dios. La oración de Salomón, formulada en clave sapiencial, atribuye la verdadera sabiduría al espíritu de Dios, presente en el hombre.
· No se habla aquí de la sabiduría de los filósofos, de la sabiduría que nos hace más inteligentes humanamente, o de determinada ciencia sino que se habla de una sabiduría de vida que conduce a la salvación integral. En este sentido, sabio es aquel que conoce la voluntad de Dios.

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· Filemón es un cristiano de Colosas. Pablo escribe desde la prisión apelando por Onésimo, un esclavo de Filemón que ha huido de su amo después de haber robado algo. Se ha encontrado con Pablo en la prisión y se ha convertido.
· Si bien ni San Pablo ni Filemón podían en cambiar toda la estructura jurídico-social del Imperio romano y Onésimo seguiría jurídicamente siendo esclavo; Pablo lo exhorta a acogerlo con amor y no portarse con él como un amo pagano y que consiga una mayor libertad en el Señor. Pablo relativiza la relación amo esclavo poniendo énfasis en la fraternidad eterna que establece la fe.

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· El camino de liberación que Dios nos ofrece a través del Mesías no puede obviar el sufrimiento.
· Jesús educa a sus discípulos silenciando un mesianismo desvirtuado por los intereses políticos y, por otra, llamándolos a aceptar una entrega de total servicio hasta la muerte. Jesús no es un rey poderoso, sino un servidor sufriente, cuyo interés no es el poder, en todas sus variedades, sino el servicio, en todas sus posibilidades.
· Hacer presente el reinado del Padre en el mundo es aceptar su destino y las paradojas que comporta el Evangelio: negarse a sí mismo, cargar la cruz, perder la vida... para recuperarla en Cristo.
· El anuncio que Jesús hace de las dificultades que van a venir debe ser tomado siempre como una consecuencia ineludible de opciones asumidas no como algo buscado.
· Jesús no buscó la Cruz por la cruz misma. Sin lugar a dudas, hay males fruto de la limitación humana, ante los cuales cabe la aceptación serena y el reconocimiento humilde de nuestra condición humana. Pero otros muchos males son fruto del egoísmo y de la injusticia, y aceptarlos con resignación sería defraudar la esperanza.
· Jesús nos habla de una cruz como consecuencia. El desprecio, la persecución y el abandono vienen solo cuando alguien ha apostado su vida al servicio de la verdad. No debemos engañarnos presentando o buscando un evangelio sin exigencias ni apagar la esperanza invitando a un sufrimiento inútil.
· Hay dos maneras de encarar la existencia. El discípulo se decide por la forma de Cristo, aquella que sacrifica todo, que renuncia a todo, por la libertad de amar sin medida. Jesús invita a cargar la cruz, a perder la vida para ganarla.
· Jesús no pide la renuncia a esta vida, para que tengamos otra, sino que exige que cambiemos el proyecto de esta vida. El discípulo es llamado a proyectar su existencia en términos de entrega, no de posesión. La vida entera se posee únicamente en la entrega de sí mismo. No se trata de una renuncia a la vida, sino de un proyecto de la misma en la línea del amor.
· Si en el evangelio Jesús multiplica los llamados a la renuncia, e invita para llevar la cruz y seguirlo, no es para hacer evadir al hombre del mundo, sino para promover algo nuevo y fuerte: la capacidad de asumir con fidelidad la condición humana hasta el fondo y encontrar en ella, sin miedos, el camino de la Vida auténtica.
· Mientras que un hombre sin fe intenta realizar la felicidad buscando evitar todo lo que lo hace sufrir e intenta poner entre paréntesis la muerte, buscando solamente aquello que le puede ofrecer satisfacción en la vida actual, Jesús invita a sus seguidores a mirar de frente esta vida con un realismo máximo. Con su sufrimiento y también con su muerte brinda una luz irreemplazable a la resolución de la aventura humana. Mientras que el mundo quiere borrar la tristeza y el dolor con una alegría evasiva, Jesús Invita a reconocer en el sufrimiento aceptado fecundidad de vida. Sabe que la muerte es el camino a la Vida.
· Pero este plan tiene éxito solamente siguiendo a Jesús bajo impulso del espíritu. La renuncia al mundo es un gesto sólo posible desde la gracia. La gracia de la fe en que Dios en Jesús se dona al mundo. La renuncia es una gracia y no puede venir solamente a través del esfuerzo o a través de la fuga.
· Quién ha elegido Cristo se ha liberado de sí mismo. Alcanzado por el amor de Dios, el hombre es llamado a realizar las tareas de la tierra no de manera superficial sino utilizando todos los recursos humanos posibles. Las dos parábolas cortas de Lucas son una advertencia terminante contra cualquier acción superficial. La fe es algo radical y debe pedirse en todo y a todos, y es la opción de un hombre maduro que valora hasta el fondo lo que el mensaje cristiano le propone. No es fe de la conveniencia, ni uno ni otro deseo de pertenencia sociológica sino permitir que el Evangelio penetre todas nuestras acciones.
· Por la fe, el espíritu nos hace cada vez más conformes a la imagen del hijo de Dios, para poder ver la historia como Él, para juzgarla como Él, elegir y amar como Él, esperar como espera Él, vivir en Él, en comunión con el Padre y el Espíritu Santo. Por lo tanto la fe se hace con el criterio de la acción y del juicio: es ésa capacidad de discernir las cosas y las situaciones con el ojo del Dios, y actuar en segundo lugar según su voluntad”
· La vida cristiana es, por la gracia, participación de la vida en Cristo, que llega a la gloria a través de la pasión y la muerte, consecuencia de su estilo de vida. El creyente debe vivir la paradoja cristiana: salvar la vida es perderla, y perderla por Cristo es salvarla.
· La tentación mundana se hace carne en la comunidad cristiana cuando rechaza toda forma de cristianismo sufriente, cuando vive con indignación o victimismo el ser perseguido por la fe y se avergüenza de las formas humildes y pacíficas.
· No es mediante el poder institucional o el prestigio social que la Iglesia es eficaz en su misión, ni tampoco su fecundidad le viene de la fuerza económica, ni de los privilegios, ni de ningún tipo de grandeza o fuerza mundana. La Iglesia y la vida de cada creyente reciben su eficacia de Dios y la reciben cuando recorre el mismo camino de Jesús
· Perder la vida es aceptar que el camino del reino como vida en la justicia, en la verdad, en la misericordia y la solidaridad es un sendero de esfuerzo y de lucha costosa; pero no por eso, estéril e ineficaz. El discípulo no es mayor que su maestro.

Para discernir

· ¿Dónde busco la fecundidad de mi vida de fe?
· ¿Acepto el camino sufriente de Jesús en mi camino de fe?
· ¿Desde qué criterios valoro la eficacia de la vida y el trabajo en la Iglesia?

Para la lectura espiritual

SUFRIR DE MANERA MAS HUMANA
Todos queremos ser felices. Por caminos diferentes, con más o menos acierto, todos nos esforzamos por alcanzar «algo» que llamamos «felicidad» y que nos atrae desde lo más hondo de nuestro ser. Pero, tarde o temprano, todos nos encontramos en la vida con el sufrimiento.
Por mucho que se esfuerce en evitarlo, todo hombre o mujer termina experimentando en su propia carne la verdad de las palabras de Job: «El hombre, nacido de mujer, es corto de días y harto de inquietudes.»
Sin duda, los sufrimientos de cada persona son diferentes y pueden deberse a factores muy diversos. Pero K.G. ·Durckheim-K nos recuerda en sus obras las tres principales fuentes de donde brota el sufrimiento humano.
El hombre busca, antes que nada, seguridad y cuando en su vida surge algo que la pone en peligro, comienza a sufrir porque su seguridad puede quedar destruida. Muchos de nuestros sufrimientos provienen del miedo a que quede destruida nuestra imagen, nuestra tranquilidad, nuestra salud.
El hombre busca, además, sentido a su vida, y cuando experimenta que ésta no significa nada para nadie ni siquiera para él mismo, comienza a sufrir porque ya todo le parece absurdo e inútil. Nada merece la pena. Cuánto sufrimiento nace de los fracasos, frustraciones y desengaños.
El ser humano busca también amor frente al aislamiento y la soledad, y cuando se siente incomprendido, abandonado y solo, comienza a sufrir. Cuántas personas sufren hoy porque no tienen cerca a nadie que las quiera de verdad.
La fe no dispensa al creyente de estos sufrimientos; también él conoce, como cualquier otro hombre o mujer, el lado doloroso de la existencia. Tampoco la fe carga necesariamente al cristiano con un sufrimiento mayor que el del resto de los hombres. Lo primero que escucha el creyente cuando se siente interpelado por Cristo a llevar la cruz tras él no es una llamada a sufrir «más» que los demás, sino a sufrir en comunión con él, es decir, a «llevar la cruz» no de cualquier manera, sino «tras él», desde la misma actitud y con el mismo espíritu.
Quien vive así la cruz, unido a Cristo y desde una actitud de confianza total en Dios, aprende a vivir el sufrimiento de una manera más humana.
Los sufrimientos siguen ahí con todo su realismo y crudeza, pero con la mirada puesta en Cristo crucificado, el creyente encuentra una fuerza nueva en medio de la inseguridad y la destrucción; descubre una luz incluso en los momentos en que todo parece absurdo y sin sentido; experimenta una protección última y misteriosa en medio del abandono de todos.
JOSE ANTONIO PAGOLASIN PERDER LA DIRECCION

Para repetir

…Quiero cargar mi cruz con Vos…

Para rezar

Hay un mundo que vive en la esperanza de un mañana más justo, más fraterno.
Hay un mundo que sufre los dolores de un nuevo amanecer.
Hay semillas de vida traspasando la tierra de la muerte.
Tú me enseñas a verlo, a descubrirlo, Jesús, me das la fe.
Hay un hombre que vive la miseria, sin poder, sin saber, sólo muriendo.
Hay un hombre que, pese a todo, espera justicia y libertad.
Hay dos mundos, tres mundos, divididos por el poder e indiferencia.
Tú me llamas, Jesús, al compromiso, a la solidaridad.
Yo sé que no puedo encontrarte a ti, Jesús, sin tu Reino.
Yo sé que no llega el Reino, si en el centro no estás tú.
Bendito el que marcha en tu nombre, bendito el que en el hermano
ve tu rostro, se detiene y comparte hoy su cruz.
E. Fernández

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29 de agosto de 2010 - DOMINGO XXII – Ciclo C

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Eclesiástico 3, 17-18. 20. 28-29

Hijo mío, realiza tus obras con modestia y serás amado por los que agradan a Dios. Cuanto más grande seas, más humilde debes ser, y así obtendrás el favor del Señor, porque el poder del Señor es grande y él es glorificado por los humildes.
No hay remedio para el mal del orgulloso, porque una planta maligna ha echado raíces en él. El corazón inteligente medita los proverbios y el sabio desea tener un oído atento.
Palabra de Dios.

SALMO Sal 67, 4-5a y c. 6-7b. 10-11 (R.: cf. 11b)
R. Señor, por tu bondad tú preparaste una morada para el pobre.

Los justos se regocijan,
gritan de gozo delante del Señor
y se llenan de alegría.
¡Canten al Señor,
entonen un himno a su Nombre!
Su Nombre es «el Señor.»

El Señor en su santa Morada
es padre de los huérfanos y defensor de las viudas:
él instala en un hogar a los solitarios
y hace salir con felicidad a los cautivos.

Tú derramaste una lluvia generosa, Señor:
tu herencia estaba exhausta y tú la reconfortaste;
allí se estableció tu familia,
y tú, Señor, la afianzarás
por tu bondad para con el pobre.


SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 12, 18-19. 22-24a

Hermanos:
Ustedes, en efecto, no se han acercado a algo tangible: fuego ardiente, oscuridad, tinieblas, tempestad, sonido de trompeta, y un estruendo tal de palabras, que aquellos que lo escuchaban no quisieron que se les siguiera hablando.
Ustedes, en cambio, se han acercado a la montaña de Sión, a la Ciudad del Dios viviente, a la Jerusalén celestial, a una multitud de ángeles, a una fiesta solemne, a la asamblea de los primogénitos cuyos nombres están escritos en el cielo. Se han acercado a Dios, que es el Juez del universo, y a los espíritus de los justos que ya han llegado a la perfección, a Jesús, el mediador de la Nueva Alianza.
Palabra de Dios.


EVANGELIO
XLectura del santo Evangelio según san Lucas 14, 1. 7-14

Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola:
«Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: "Déjale el sitio", y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar.
Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: "Amigo, acércate más", y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado.»
Después dijo al que lo había invitado: «Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa.
Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos.
¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!»
Palabra del Señor.

Para reflexionar

“Mostrate como lo que querés ser, no como lo que sos”. Ese era el nombre de un capítulo en un libro que desde una perspectiva de marketing se vislumbraba una manera de concebir la vida y la realidad personal. En este libro se dan consejos sobre lo que se puede hacer con el aspecto para mejorar los resultados de las empresas. Comienza diciendo que los médicos jóvenes, a principios del siglo XX, procuraban desarrollar una barriguita lo antes posible, y que incluso se ponían anteojos sin necesitarlos. El objetivo era parecer cuanto antes un doctor maduro, porque inspiraba mucha más confianza en sus pacientes. Una barriguita, hace cien años, era señal de que "no faltaba de comer". Es decir, era una muestra de éxito tan buena como puede ser ahora un coche deportivo.
Continua diciendo que un joven con una empresita que intenta vender algo a cuarentones en empresas consolidadas, debe procurar aparentar más edad de la que tiene y vestirse más formal de lo que le gustaría hacerlo. Debe por lo tanto renunciar a los piercings, a los cortes de pelo extravagantes y tinturas, y procurar disimular los tatuajes lo mejor posible…
Después de infinidad de consejos se remataba con:… “pensá bien qué querés ser, y fijate luego qué "disfraz" necesitás para que todos vean lo que quieren ver: un consultor riguroso, un técnico en la cresta de la tecnología, un abogado de prestigio, un diseñador cool; pero que nadie sepa "quien sos":...
Si tenés alguna duda: copiá, fijate en el aspecto de la gente que tiene éxito en el ámbito en el que te movés, y copialos sin prejuicio. Con el tiempo, ya podrás ir desarrollando variantes personales. Este es el modo desde el cual nuestra cultura prepara a los hombres para enfrentar con éxito la vida.
"Ni siquiera somos hijos de las circunstancias, sino de las apariencias" escribió Brascó. Un personaje grotesco de una película española de hace algunos años decía después de enumerar una gran cantidad de cirugías estéticas que se había hecho: “se es auténtico en la medida que más te acercas a lo que soñaste siempre, a lo que quisiste ser” La cultura de la apariencia precisa víctimas, hombres a los cuales infectar. Perdona el engaño, la mentira y la corrupción siempre y cuando se obtengan logros, bienes materiales; cualquier cosa que sirva como símbolo de prestigio; cualquier cosa que suscite admiración.
Los logros personales poco importan, lo importante es lo que se muestra. Quien obtiene más siempre es el mejor.
El individuo busca su identidad, para eso necesita a los demás, pero pierde su identidad personal a cambio de lo que presupone como prestigio. Lo grave es que este modo de vida sigue entrenando a los hombres contra los hombres.

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La primera lectura del Sirácida es una colección de dichos y refranes de sabiduría, en que se hace el elogio de la humildad, la reflexión y la limosna. La conciencia del propio valor debe procurar manifestarse ante los otros con humildad. Esta es una virtud no para aparentar lo que no se es, sino para no apabullar a los otros.

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En la lectura de la carta a los hebreos se presenta una exhortación fervorosa a una comunidad judeo-cristiana que está pasando por un mal momento, por dificultades internas y externas. Se pone de manifiesto la obra redentora de Cristo, el Sumo Sacerdote, en comparación con la liturgia, ya muerta e irreversible, del antiguo templo de Jerusalén. Ahora la liturgia que se propone es de tipo celeste, vital, existencial.

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A partir de una invitación a una cena nos encontramos en el evangelio de este domingo con dos parábolas. En la primera, Jesús se dirige a los comensales a propósito del puesto que deben ocupar cuando son invitados y en la segunda se dirige a quien invita para que haga una buena elección de los invitados.
Nada en estas parábolas, sigue la lógica habitual. Cuando somos invitados nos gustaría ser de los principales; y cuando invitamos nos gustaría hacerlo teniendo en cuenta la importancia de los invitados. En este conjunto, que toma la “mesa” como símbolo casi religioso, Jesucristo no pretende darnos una clase de cortesía y buena educación sino romper con el esquema habitual de medir según las apariencias. Estos ejemplos apuntan un nuevo estilo para la vida en la comunidad cristiana: todos valen, todos tienen algo positivo, todos tienen algo bueno, todos pueden ser dignos.
No ocupes los primeros puestos, porque todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido. Esto no es simplemente una táctica piadosa. Es un principio de realidad, de vida y de convivencia. Enaltecerse es pretender hacerse como el Altísimo, o sea, endiosarse, creerse autosuficiente, mirar por encima del hombro a los demás, pasar por encima de los otros.
Es lo que ocurre en el sistema social que hemos generado y mantenemos incluso con leyes: una sociedad de clases, de niveles de desigualdad, de privilegiados y de afortunados, de ricos y pobres, de genios e ignorantes, de incluidos y excluidos. Y es lo que ocurre también en el orden internacional: pueblos desarrollados y ricos, pueblos en la miseria y diezmados por el hambre.
Escribió Santa Teresa de Jesús que "la humildad es andar con verdad". Es decir, se trata de no creerse -y de no querer parecer- superior o mejor que los demás porque no lo somos. Ni superiores ni inferiores, sino radicalmente iguales. Es verdad que hay hombres y mujeres que son más sabios, más inteligentes, incluso más buenos... que otros. Pero nada de ello permite mirar por encima del hombro a los demás.
Todo lo que cada uno tiene de realmente bueno -y todos tenemos mucho de bueno- es don y gracia de Dios: no podemos vanagloriarnos de ello. Y todo lo que tenemos de malo -y todos tenemos también bastante de malo- nos obliga a rechazar cualquier tentación de orgullo o vanidad.
La humildad consiste en saber ocupar el lugar de criatura ante Dios a quien se le debe la vida, y como pecador a quien debe la paciencia y el perdón.
Los que somos invitados por Cristo a su mesa deberíamos poseer la virtud del «último puesto», que nos hace reconocer sinceramente que nuestro «curriculum vitae» no es impecable ni extraordinario sino tantísimas veces contradictorio. Ante Dios no valen pretensiones ni suficiencias, sino coherencia y humildad. La invitación nos llega no por merecimientos humanos, sino por gracia.
La humildad nos sitúa en la verdadera condición, en la realidad de pecadores perdonados, que por eso no conoce la desconfianza y se desarrolla en medio de la alegría. Ayuda a vivir en la esperanza y la alegría, porque hace posible sentirse amado por Dios a pesar de todo. Hace descubrir al creyente a qué dignidad ha sido llamado y cuál es la vocación y nobleza a la que el Señor lo invita.
Jesús al recomendar ocupar los últimos puestos, nos previene para que no busquemos ser importantes y evitemos vivir de apariencias. Que no seamos de los que, con tal de avanzar un paso en el escalafón de la sociedad, paguemos el precio de silenciar la conciencia, de pactar compromisos mezquinos, llegar a servilismos vergonzosos o hacer alianzas equívocas en el juego de un mundo en el que se vence muchas veces perdiendo la propia dignidad y libertad. Jesús nos llama a no ser de los que buscan los premios más que el compromiso, los aplausos más que el sacrificio, la publicidad más que la verdad.
Que seamos capaces de hacernos cargo de los trabajos despreciados pero imprescindibles para los que no hay condecoraciones ni agradecimiento porque el hombre es el que hace grande aún la ocupación más modesta.
Jesús llama a sus discípulos a vivir desde una actitud de gratuidad y de comunión con el pobre, opuesta totalmente a la lógica de quien busca acumular, aprovecharse y excluir a los demás de la propia riqueza.
Elegir los últimos puestos no es elegir el fracaso ni el absurdo sino colaborar con él en la construcción del mundo nuevo que se apoya en un nuevo espíritu de libertad, gratuidad y amor. De esta manera, los discípulos estamos llamados a prolongar la actuación de Jesús, aunque sea en gestos muy modestos y humildes.
Esta es nuestra misión evangelizadora. Dinamizar la historia desde ese espíritu revolucionario de Jesús. Contradecir la lógica de la codicia. Romper con un comportamiento y una escala de valores que deshumaniza y quiebra la vida entre los hombres.

Para discernir

¿Qué lugar le doy a la apariencia en mi escala e valores y en mis relaciones?
¿Qué realidades no quisiera que nunca salgan a la luz?
¿Lucho por aceptarme y aceptar a los demás tal cual son?

Para repetir

…que pueda vivir en tu verdad…

Para la lectura espiritual

Servir a Cristo servidor en el último lugar
[Cristo:] Ved [mi] servicio y entrega a los hombres, y examinad cual debe ser el vuestro. Fijaos en esta humildad para el bien del hombre, y aprended a abajaros para hacerle bien..., a haceros pequeños para ganar a los otros, a no temer el descender, a perder vuestros derechos cuando se trata de hacer el bien, a no creer que, por el hecho de abajaros, os es imposible hacer el bien. Al contrario, abajándoos, me imitáis; abajándoos, empleáis, por amor a los hombres, el medio que he usado yo mismo; abajándoos, camináis por mi camino, por consiguiente, en la verdad; y entonces se está en el mejor lugar para obtener la vida, y para darla a los demás... Por mi encarnación me pongo en la misma hilera de las criaturas, por el bautismo... en el rango de los pecadores: anonadamiento, humildad. Abajaos siempre, humillaos siempre.
Que los que son los primeros se consideren siempre, por humildad y disposición de espíritu, en el ultimo lugar, con sentimiento de abajamiento y de servicio. Amor a los hombres, humildad, último lugar, en último lugar mientras la voluntad divina no os llame a ocupar otro, porque entonces es preciso obedecer. La obediencia es antes que todo, es la conformidad con la voluntad de Dios. Si os encontráis en el primer lugar, sentíos en el último lugar, por humildad; ocupadlo con espíritu de servicio, diciéndoos a vosotros mismos que sólo lo ocupáis para servir a los otros y llevarlos a la salvación.
Beato Carlos de Foucauld

Para rezar

En la carpeta de trabajo del ex ministro de guerra de la Argentina, general Manuel A. Rodríguez, cuya muerte ocurrió el 23 de febrero de 1936, se hallaron estas máximas escritas por su mano. Cada una de ellas encierra una norma de humildad y de fe. Dicen: Silenciosamente, realizar buenas obras.Silenciosamente, amar a Dios y a los hombres.Silenciosamente, cumplir con su deber.Silenciosamente, aceptar la voluntad de Dios.Silenciosamente, alegrarse con los demás.Silenciosamente, callar los defectos ajenos.Silenciosamente, desear y aspirar en silencio.Silenciosamente, abrazar la cruz de Jesús.Silenciosamente, sacrificarse y renunciar.Silenciosamente, mirar hacia la patria celestial.Silenciosamente, alcanzar la virtud.Silenciosamente, hasta la muerte.

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-22 de agosto-TO-Domingo XXI-Ciclo C

Entren por la puerta estrecha

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 66, 18-21

Yo mismo vendré a reunir a todas las naciones y a todas las lenguas, y ellas vendrán y verán mi gloria. Yo les daré una señal, y a algunos de sus sobrevivientes los enviaré a las naciones: a Tarsis, Put, Lud, Mésec, Ros, Tubal y Javán, a las costas lejanas que no han oído hablar de mí ni han visto mi gloria. Y ellos anunciarán mi gloria a las naciones.
Ellos traerán a todos los hermanos de ustedes, como una ofrenda al Señor, hasta mi Montaña santa de Jerusalén. Los traerán en caballos, carros y literas, a lomo de mulas y en dromedarios -dice el Señor- como los israelitas llevan la ofrenda a la Casa del Señor en un recipiente puro. Y también de entre ellos tomaré sacerdotes y levitas, dice el Señor.
Palabra de Dios.

SALMO Sal 116, 1. 2 (R.: Mc 16, 15)
R. Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia.

¡Alaben al Señor, todas las naciones,
glorifíquenlo, todos los pueblos!

Es inquebrantable su amor por nosotros,
y su fidelidad permanece para siempre.

SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 12, 5-7. 11-13

Hermanos:
Ustedes se han olvidado de la exhortación que Dios les dirige como a hijos suyos: Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor, y cuando te reprenda, no te desalientes. Porque el Señor corrige al que ama y castiga a todo aquel que recibe por hijo.
Si ustedes tienen que sufrir es para su corrección; porque Dios los trata como a hijos, y ¿hay algún hijo que no sea corregido por su padre?
Es verdad que toda corrección, en el momento de recibirla, es motivo de tristeza y no de alegría; pero más tarde, produce frutos de paz y de justicia en los que han sido adiestrados por ella.
Por eso, que recobren su vigor las manos que desfallecen y las rodillas que flaquean. Y ustedes, avancen por un camino llano, para que el rengo no caiga, sino que se cure.
Palabra de Dios.

EVANGELIO
XLectura del santo Evangelio según san Lucas 13, 22-30

Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén.
Una persona le preguntó: «Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?»
El respondió: «Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos." Y él les responderá: "No sé de dónde son ustedes."
Entonces comenzarán a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas." Pero él les dirá: "No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!"
Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios.
Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos.»
Palabra del Señor.

Para reflexionar

“Máximo rendimiento con mínimo esfuerzo”… esta frase que puede ser tranquilamente el mensaje central de una propaganda de un jabón para lavar ropa o de un detergente para vajilla es la "alta filosofía" de este tiempo.
Escuchamos diariamente predicadores y conferencistas que garantizan la salvación en esta vida y la otra por caminos fáciles, recetas y fórmulas más cercanas a la magia que a la fe. Hasta se puede "parar de sufrir por decreto". Se apropian de la Palabra de Jesús y la amoldan a su gusto para reclutar partidarios de su causa, sirviendo a sus propios intereses más que a la causa de Jesús.
La demagogia religiosa prescinde del verdadero compromiso humano y cristiano. Se acumulan las propuestas que se inclinan al mero cumplimiento de algunos ritos pseudo piadosos sin ningún contacto con la realidad y mucho menos con una opción efectiva por la justicia. Estos no son los caminos de Jesús ni de su evangelio. Son las rutas que conducen al orgullo religioso, al fanatismo y a la cerrazón del entendimiento.
Por otro lado, no son pocos, ni mucho menos, los cristianos para quienes vivir de acuerdo con la fe consiste, en última instancia, en cumplir una serie de requisitos, leyes, obligaciones, prácticas piadosas y evitar una serie de "pecados" para que, a la hora de morir podamos "presentarnos sin abolladuras y merecer la salvación".
Desde esta mentalidad la vivencia de la fe es descarnada y evasionista; preocupados por la salvación en el más allá, me despreocupo por la vida en el más acá.

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La primera lectura de hoy es un oráculo que se dirige a los que han retornado del exilio de Babilonia; es una llamada de esperanza universal. El fracaso del pueblo, con toda su identidad, debería haberles enseñado a abrirse a todos los pueblos, razas y lenguas, para que el proyecto universal de salvación de Yahvé, el Dios de Israel, pudiera realizarse plenamente.

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La lectura de la carta a los Hebreos es una amplia exhortación a vivir la fe en medio de las dificultades que se deben soportar. Los destinatarios son, muy probablemente, judíos convertidos a quienes se les exhorta, a que cuando reciban una corrección deben asumirla con paciencia, porque a pesar del desconcierto primero, el final siempre es positivo. El fruto verdadero de la corrección y la paciencia es una esperanza firme para no abandonar la fe.

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A medida que Jesús avanzaba hacia Jerusalén, el tema de la entrada al Reino de Dios se iba agudizando. En este contexto, Lucas presenta el seguimiento como un verdadero discipulado. ¿Es necesario ser discípulo de Jesús para salvarse?
Jesús no respondía a preguntas que se resolvieran desde el punto de vista legal; y no respondió a la cuestión de si serían muchos o pocos los que se salvarán. Jesús se niega siempre a responder a cuestiones de este tipo como: cuándo se terminará el mundo, cómo será el cielo, etc.; Jesucristo no responde, no contesta. No está ahí nuestro problema. Su interés está en hablarnos del ahora y no del después, porque no habrá un después sin un ahora verdadero.
Su mensaje no pretendía aterrorizar a los pecadores ni tranquilizar a los justos, sino convertir a todos. El Padre admitirá a su reino a los que hayan hecho el bien. Lo que Jesús dijo es muy sencillo: si quieren participar de la plenitud de la vida que el Padre quiere para todos empiecen a vivirla ahora. No se puede pretender comulgar después con esta plenitud de vida, y no intentar hacerlo ahora. Este es nuestro problema. Lo que debemos hacer ahora, no lo que será después.
Es inútil pertenecer a la misma raza de Abraham y de Jesús, inútil escuchar la Biblia, pertenecer a esta o aquella asociación religiosa, confiar en que hemos participado en la Eucaristía y en los sacramentos. Todo eso es, sin duda, fundamental para quienes creemos en Jesús, pero no nos sirve si no aceptamos el camino de la conversión constante del corazón y la experiencia de una fe que toque la misma raíz de la vida.
Elegir la puerta estrecha es andar por el camino que nos enfrenta con nuestra propia conciencia, es cargar con la cruz de cada día, de vivir con el estilo de Aquel que dijo que era “la puerta”.
Si, la puerta estrecha de la constante conversión a una vida personal más verdadera,
La puerta estrecha del trabajo por un mundo que se ajuste más al querer de Dios.
La puerta estrecha que lleva al reino es la misma vida construida, paso a paso, creada constantemente, desde el evangelio y la gracia, mejorada, a través de tantos actos aparentemente intrascendentes.
La puerta estrecha de la heroicidad del quehacer diario del obrero solidario en su lugar de trabajo, del ama de casa en su rutina creadora, la del estudiante entre sus libros y sus compañeros, la del profesor con sus alumnos.
La puerta estrecha por el que camina todo el que se esfuerza por ser fiel a Dios y a los principios evangélicos.
La puerta estrecha de la lucha contra el egoísmo, la agresividad y la violencia, no dejarse vencer por la idolatría del dinero y de los bienes materiales.
No hay salvación fácil ni difícil. Es como la vida: tiene la medida de nuestras capacidades. Una vida que hemos de vivir con sinceridad. La salvación no es tema de curiosidad, sino de compromiso. Es una puerta estrecha, pero la única posible.
Aunque la vida de fe es un don de Dios, no podemos olvidar el esfuerzo del hombre.Todo el que se esfuerza por vivir acorde con el sermón de la montaña, todos éstos son los que se salvarán.
La salvación, como el reino de Dios, no es una realidad perteneciente sólo a la otra vida, al más allá, y que, por consiguien­te, sólo se puede alcanzar después de la muerte. La salvación del hombre consiste en participar de la vida de Dios, pero no es algo que tengamos que conseguir, puesto que ya lo tenemos. La vida que hemos recibido de nuestro Padre Dios nadie nos la va a quitar; poca cosa es la muerte de un cuerpo para conse­guir acabar con la vida de Dios.
La puerta estrecha es la entrada a una casa abierta, donde todos caben, cualquiera sea su proveniencia. Una vez más Jesús nos sorprende con la proveniencia de los invitados y por el lugar que les da a cada uno: los que creían tener asegurada la entrada se desconcertarán debiendo dejar el lugar a los despreciados porque las que Dios no se maneja con las categorías de los hombres. “Los últimos serán los primeros”. Tanto en la sociedad de Jesús como en la sociedad de hoy, los “aparentemente últimos” están bien definido: son los excluidos y arrinconados por razones económicas, sociales, políticas, culturales y religiosas.
La sociedad de hoy, construida desde el imperio de lo económico genera muchos excluidos que no cuentan, que estorban porque no producen. Así, el hombre vale por lo que tiene, por el poder o por el saber. Sin embargo, estos son los predilectos del Reino, no sólo por su condición, sino también por su corazón, por su capacidad de sufrimiento y su tenacidad por la vida, porque sólo en Dios pueden esperar.
La Iglesia debe ser reino en marcha: casa de puerta estrecha pero abierta, sin fronteras ni aduanas, es propiedad de todos los que creen en Jesús y lo están demostrando con su vida. No es propiedad privada de nadie. La Iglesia no es gheto cerrado que asegura la salvación a sus fieles y condena a los que no piensan como ella. Su pastoral consiste en abrir caminos de salvación y de esperanza a todos los hombres.
Utilizar la religión sólo para "salvar el alma" la convierte en hipocresía y opio si pretende conciliar esa salvación con la miseria, la explotación y la exclusión de millones "de cuerpos”.
La Iglesia tiene que ser capaz de descubrir a los hombres y a los pueblos de todos los lugares el fermento del reino de Dios que existe dentro de ellos mismos.
A los discípulos de hoy se nos hace el mismo aviso. No basta con pertenecer a la Iglesia y tener una partida de bautismo. La fe se demuestra en la vida y no fuera de ella. El discípulo de Jesús está llamado, entonces, a vivir en un responsable y permanente camino de conversión, no durmiéndose en supuestos “derechos adquiridos” que excluyen a otros, sino abierto a Dios que nos invita a entrar en la lógica del amor que quiere que todos participen de su vida.

“La alegría que hemos recibido en el encuentro con Jesucristo, a quien reconocemos como el Hijo de Dios encarnado y redentor, deseamos que llegue a todos los hombres y mujeres heridos por las adversidades; deseamos que la alegría de la buena noticia del Reino de Dios, de Jesucristo vencedor del pecado y de la muerte, llegue a todos cuantos yacen al borde del camino pidiendo limosna y compasión (cf. Lc 10, 29-37; 18, 25-43). La alegría del discípulo es antídoto frente a un mundo atemorizado por el futuro y agobiado por la violencia y el odio. La alegría del discípulo no es un sentimiento de bienestar egoísta sino una certeza que brota de la fe, que serena el corazón y capacita para anunciar la buena noticia del amor de Dios. Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo.”(Aparecida 29)


Para discernir
· ¿Construyo mi fe desde la gracia pero con esfuerzo?
· ¿Me apasiona trabajar por el reino de Jesús abierto a todos?
· ¿Me creo con derechos adquiridos frente a Dios?

Para repetir
...Que pueda entran confiado por la puerta estrecha...
Para ls lectura espiritual
Hay frases en el evangelio que nos resultan tan duras y molestas que, casi inconscientemente, las encerramos en un cómodo paréntesis y las olvidamos para no sentirnos demasiado interpelados.
Una de ellas es, sin duda, ésta que escuchamos hoy de labios de Jesús: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha».
Estamos caminando hacia una sociedad más tolerante y permisiva. Y esto que, sin duda, tiene aspectos grandemente válidos y enriquecedores, está provocando lo que algunos llaman «involución moral».
Muchos comportamientos éticamente reprobables que antes permanecían en la esfera de lo privado, son aireados y exhibidos públicamente.
Por otra parte, está imponiéndose en determinadas áreas, una permisividad jurídica cada vez mayor (infidelidad matrimonial, aborto...). Y, naturalmente, cuando la ley civil es suavizada o se hace más tolerante, se produce un «vacío moral» en aquellos que han tomado erróneamente la ley civil como guía de su conducta.
Pero, la crisis moral tiene raíces más profundas. La sociedad actual está haciendo nacer un tipo de «hombre amoral».
Esta sociedad de consumo ataca el núcleo moral de la persona y lo desmoraliza, colocando en primer término el valor de las cosas y empobreciendo el espíritu humano de las personas.
Se toman en serio las banalidades y se pierde de vista lo profundo. El hombre se afana por demasiadas cosas y se le escapa el alma. «Es difícil en verdad que en el hombre-masa crezcan los valores éticos» (·López-Ibor).
La competencia se transforma en agresividad. Las relaciones humanas se desintegran. La producción se reduce a la búsqueda implacable de lucro. El amor se degrada y la sexualidad se convierte en un producto más de consumo.
Pero, precisamente en esta sociedad, hay hombres y mujeres que están descubriendo que es necesario entrar por la «puerta estrecha», que no es un moralismo raquítico y sin horizontes, sino un comportamiento lúcido y responsable.
La puerta por la que entran los que se esfuerzan por vivir fielmente el amor, los que viven al servicio del hermano y no tras la posesión de las cosas, los que saben vivir con sentido de solidaridad y no desencadenando agresividad y violencia.
JOSE ANTONIO PAGOLA


Para rezar
¿Cómo reinar en el cielo?
No es otra cosa que confundirse
de tal modo con Dios y con todos los santos,
ángeles y hombres, por el amor,
en una sola voluntad,
que todos juntos no ejercen más que un solo
y único poder.
Ama a Dios más que a ti mismo,
y comienzas ya a tener
lo que allí deseas perfectamente poseer.
Ponte de acuerdo con Dios y con los hombres,
con tal que éstos no estén en desacuerdo con Dios,
y ya empiezas a reinar con Dios y con todos los santos.
Pues en la medida en que estés ahora de acuerdo
con la voluntad de Dios y de los hombres,
concordarán entonces Dios y todos los santos
con tu voluntad.
Si quieres, pues, ser rey en el cielo,
ama a Dios y a los hombres como debes,
merecerás ser lo que deseas.
San Anselmo de Cantorbery Carta 112

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-15 de agosto-LA ASUNCION DE LA VIRGEN MARIA

Eres bendita entre todas las mujeres



PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Apocalipsis 11, 19a; 12, 1-6a. 10ab

Se abrió el Templo de Dios que está en el cielo y quedó a la vista el Arca de la Alianza.
Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.
Estaba embarazada y gritaba de dolor porque iba a dar a luz.
Y apareció en el cielo otro signo: un enorme Dragón rojo como el fuego, con siete cabezas y diez cuernos, y en cada cabeza tenía una diadema. Su cola arrastraba una tercera parte de las estrellas del cielo, y las precipitó sobre la tierra. El Dragón se puso delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo en cuanto naciera.
La Mujer tuvo un hijo varón que debía regir a todas las naciones con un cetro de hierro. Pero el hijo fue elevado hasta Dios y hasta su trono, y la Mujer huyó al desierto, donde Dios le había preparado un refugio.
Y escuché una voz potente que resonó en el cielo: «Ya llegó la salvación, el poder y el Reino de nuestro Dios y la soberanía de su Mesías.»
Palabra de Dios.

SALMO Sal 44, 10bc. 11-12. 15b-16 (R.: 10b)
R. Es la reina, adornada con tus joyas y con oro de Ofir.

Una hija de reyes está de pie a tu derecha:
es la reina, adornada con tus joyas
y con oro de Ofir.

¡Escucha, hija mía, mira y presta atención!
Olvida tu pueblo y tu casa paterna,
y el rey se prendará de tu hermosura.
El es tu señor: inclínate ante él.

Las vírgenes van detrás, sus compañeras la guían,
con gozo y alegría entran al palacio real.

SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol S. Pablo a los cristianos de Corinto 15,20-27

Hermanos:
Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos. Porque la muerte vino al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la resurrección.
En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en Cristo, cada uno según el orden que le corresponde: Cristo, el primero de todos, luego, aquellos que estén unidos a él en el momento de su Venida.
En seguida vendrá el fin, cuando Cristo entregue el Reino a Dios, el Padre, después de haber aniquilado todo Principado, Dominio y Poder. Porque es necesario que Cristo reine hasta que ponga a todos los enemigos debajo de sus pies. El último enemigo que será vencido es la muerte, ya que Dios todo lo sometió bajo sus pies.
Palabra de Dios.

EVANGELIO
XLectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-56

María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó:
«¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor.»
María dijo entonces:
«Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso he hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre.»
María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.
Palabra del Señor.

Para reflexionar

Buscamos seguridad, pero a menudo experimentamos soledad y angustia. ¿Y qué decir de la muerte? Aunque lo enfoquemos de diversas formas, según la cultura y las creencias que tengamos, aunque lo evadamos en nuestro pensamiento, aunque tratemos de prolongar nuestros días en la tierra con todos los medios posibles a nuestro alcance, todos tenemos una necesidad grande de esa esperanza cierta de inmortalidad. A causa de esta necesidad se ha logrado colar la creencia en la re-encarnación y otras tantas teorías similares.
La Asunción de María es un acontecimiento que nos afecta de cerca. Sobre todo hombre destinado a morir, hay una promesa de Cristo que lo abre a una futura resurrección. El misterio de la Asunción de la Virgen nos asegura que la muerte no es la última palabra.

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En la lectura del Apocalipsis Dios da señales que invitan a la esperanza: la lucha a muerte del dragón contra la mujer y su descendencia, el arca de la alianza como signo de la presencia de Dios en medio su pueblo. La mujer es la asamblea del pueblo de Dios reunida ahora y aquí, en la Eucaristía dominical. El dragón es el mal, que actúa insertándose en la historia humana, para intentar destruir la unidad y la comunión de la asamblea dominical. El poder de este mundo se opone al alumbramiento de la mujer (se opone a Cristo) y quiere destruir su fruto (los cristianos). El Cristo elevado y sentado en el Trono de Dios señala la derrota de Satanás. La Iglesia en el desierto, huye del mal y es sostenida por Dios, como Jesús. La glorificación de Cristo, una vez para siempre, es la garantía que nunca jamás, nada, impedirá que El sea dado a luz por la asamblea eucarística dominical en el hoy, en el espacio-tiempo, hasta su venida en la plenitud de la gloria. María asunta es figura de la Iglesia, tanto la celestial como la que camina dando a luz a Cristo para el ser humano de hoy, y prefigura la victoria final de toda la Iglesia con Cristo, por Él y en Él.

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La segunda lectura nos afirma que Cristo es el Resucitado, el vencedor de la muerte, causa de la resurrección de los muertos. Cristo ha derrotado la muerte en su propio terreno y le ha arrebatado todo su poder sobre la vida, liberando a todos los que estaban bajo su poder.

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El evangelio se centra en el encuentro de las dos madres y de sus respectivos niños, se unen los relatos paralelos de la infancia de Juan, el último profeta y de Jesús. El Espíritu marca la continuidad del designio de Dios entre Antiguo y Nuevo Testamento. Lucas pone en boca de María este himno inspirado en el cántico de Ana y en toda la tradición bíblica que expresa la fe y la esperanza de los pobres y humildes del pueblo de Dios. Son los pobres del Señor quienes, en María y con ella, alaban a Dios por las grandes obras que ha hecho en ellos.
La «asunción» gloriosa de María que celebramos no se trata de ninguna elevación o traslación física, de ningún viaje sideral. No lo fue la «ascensión» de Jesús; mucho menos lo es en el caso de María. Esa asunción gloriosa significa que en María, Dios ha dignificado a todos los seres humanos, convirtiéndolos en plenos participantes de su obra salvífica. El ser humano había echado a perder los planes de Dios con opresiones, violencias y desigualdades. Dios, en Jesús, llama el mundo al nuevo orden, donde todos los seres humanos son igualmente dignos y de este modo se inaugura una nueva era de plenitud.
Este misterio que hoy celebramos se nos presenta como horizonte, meta, signo de esperanza. María nos muestra la plenitud de la carne: la salvación no es una dimensión desencarnada. En el fondo de la Asunción está el misterio de la Encarnación: si Cristo se ha hecho carne, nuestra dimensión corpórea es ya la de antes. El resucitado nos ha sumergido ya en la nueva realidad, nos lleva a interpretar el espacio y el tiempo de una manera nueva. Lo que en María se ha cumplido ya en plenitud, también nosotros estamos llamados a experimentarlo desde hoy entre luces y sombras para vivirlo como ella en plenitud en el cielo.
Por eso, esta fiesta nos invita a vivir en el presente el futuro prometido por Dios y adelantado en la Virgen. María vivió su existencia como una manifestación de la obra salvadora de Dios. No hubo momento de su existencia en el que el amor misericordioso del Padre no se hiciera solidaridad, misericordia y compasión con todas las personas que, como ella, vivían situaciones de pobreza y exclusión.
María encarnó todos aquellos valores que nos permiten comprender como el futuro de Dios se puede manifestar en las limitaciones de nuestro presente. María nos invita a vivir gozosamente la vida como un encuentro permanente con el Dios de la vida y la historia que realiza su obra redentora en las miserias de nuestro mundo y en las limitaciones de nuestra existencia.
La Asunción es la victoria de Dios confirmada en María y asegurada para nosotros. La Asunción es una señal y promesa de la gloria que nos espera, cuando en el fin del mundo, nuestros cuerpos resuciten y sean reunidos con nuestras almas.
«Hoy sube al cielo la Virgen llena de gloria, y colma de gozo a los ciudadanos celestes». « ¡Qué regalo más hermoso envía hoy nuestra tierra al cielo! Con este gesto maravilloso de amistad —que es dar y recibir— se funden lo humano y lo divino, lo terreno y lo celeste, lo humilde y lo sublime. El fruto más granado de la tierra está allí, de donde proceden los mejores regalos y los dones de más valor. Encumbrada a las alturas, la Virgen Santa prodigará sus dones a los hombres».
San Bernardo

FUNDAMENTO DE ESTE DOGMA

El Papa Pío XII bajo la inspiración del Espíritu Santo, y después de consultar con todos los obispos de la Iglesia Católica, y de escuchar el sentir de los fieles, el primero de noviembre de 1950, definió solemnemente con su suprema autoridad apostólica, el dogma de la Asunción de María. Este fue promulgado en la Constitución "Munificentissimus Deus":
"Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo".
El Papa Pío XII presentó varias razones fundamentales para la definición del dogma:
1-La inmunidad de María de todo pecado: La descomposición del cuerpo es consecuencia del pecado, y como María, careció de todo pecado, entonces Ella estaba libre de la ley universal de la corrupción, pudiendo entonces, entrar prontamente, en cuerpo y alma, en la gloria del cielo.
2-Su Maternidad Divina: Como el cuerpo de Cristo se había formado del cuerpo de María, era conveniente que el cuerpo de María participara de la suerte del cuerpo de Cristo. Ella concibió a Jesús, le dio a luz, le nutrió, le cuido, le estrecho contra su pecho. No podemos imaginar que Jesús permitiría que el cuerpo, que le dio vida, llegase a la corrupción.
3-Su Virginidad Perpetua: como su cuerpo fue preservado en integridad virginal, (toda para Jesús y siendo un tabernáculo viviente) era conveniente que después de la muerte no sufriera la corrupción.
4-Su participación en la obra redentora de Cristo: María, la Madre del Redentor, por su íntima participación en la obra redentora de su Hijo, después de consumado el curso de su vida sobre la tierra, recibió el fruto pleno de la redención, que es la glorificación del cuerpo y del alma.

Repitamos a lo largo del día

…El Poderoso ha hecho grandes cosas en mí…

Para la lectura espiritual

…”El evangelio de la mañana de pascua describe la resurrección como la capacidad de ver abiertas las tumbas y de divisar la vida en el lugar de la muerte. Se trata de una experiencia tan antigua y tan profundamente arraigada en los seres humanos que, probablemente, nuestra misma conciencia, nuestra misma humanidad, nunca hubiera podido madurar y realizarse a sí misma si, al mismo tiempo, no hubiéramos desarrollado la capacidad de ver el mundo también de una manera diferente de como lo vemos sólo con los ojos terrenos. Si nos consideramos únicamente hijos de este mundo, estamos perdidos. Si la última palabra sobre nuestra existencia fuera que somos sólo lo que vemos, es decir, un mecanismo de breve duración, una envoltura sombría, los pocos años que estamos aquí no serían otra cosa más que un sueño fugaz, algo irreal, incomprensible, nada más que un capricho y un juego de la naturaleza.
Las primeras fórmulas interpretaron unánimemente la resurrección de Jesús como una transformación de nuestra vida ya aquí en la tierra. No es que Jesús haya fundado la fe en una prosecución de la vida o en una continuación de la existencia. Es mucho más importante el hecho de que Jesús vivió la vida contra la muerte y que no quería, ciertamente, que nosotros empezáramos a vivir sólo después de haber muerto físicamente. Las mujeres que la mañana de pascua van al sepulcro advierten la gran cantidad de energía que emana de Jesús. Jesús tuvo dentro de él este poder gracias a su confianza en la vida, hasta tal punto que la resurrección de la muerte puede empezar en este momento”…
E. Drewermann, La riqueza de la vida, Brescia 1998, pp. 268-270, passim.

Una reflexión

En el contexto de transición cultural en el que vivimos, con un hombre contemporáneo que cada vez más se enfrenta a la búsqueda de sentido, yo creo que el tema a subrayar es el de la corporeidad: este dogma dice que el cuerpo de María, cuerpo de mujer, es exaltado. Es un hecho que para nosotros es paradójico: justamente el cuerpo femenino, en nuestra cultura, ha sido durante mucho tiempo el emblema del desprecio. María, en cambio, exaltada en su Asunción, revoluciona esta idea: nuestra corporeidad, por muy enferma que esté, está llamada a la transfiguración en el diseño de Dios. María muestra, por tanto, lo que nos espera....
Este misterio se nos presenta como horizonte, meta, signo de esperanza. María nos muestra la plenitud de la carne: la salvación no es una dimensión desencarnada. En el fondo de la Asunción está el misterio de la Encarnación: si Cristo se ha hecho carne, nuestra dimensión corpórea es ya la de antes. El resucitado nos ha sumergido ya en la nueva realidad, nos lleva a interpretar el espacio y el tiempo de una manera nueva. Lo que en María se ha cumplido ya en plenitud, también nosotros estamos llamados a experimentarlo desde hoy entre luces y sombras para vivirlo como ella en plenitud en el cielo.

Para discernir

¿Cómo ilumina mi fe la realidad de la muerte?
¿Qué lugar le doy a la Virgen en mi esperanza?
¿La asunción de la Virgen que le aporta a mi experiencia de de fe?

Para rezar

Decir tu nombre, María
Decir tu nombre, María,
es decir que la Pobreza
compra los ojos de Dios.
Decir tu nombre, María,
es decir que la Promesa
sabe a leche de mujer.
Decir tu nombre, María,
es decir que nuestra carne
viste el silencio del Verbo.
Decir tu nombre, María,
es decir que el Reino viene
caminando con la Historia.
Decir tu nombre, María,
es decir junto a la Cruz
y en las llamas del Espíritu.
Decir tu nombre, María,
es decir que todo nombre
puede estar lleno de Gracia.
Decir tu nombre, María,
es decir que toda muerte
puede ser también Su Pascua.
Decir tu nombre, María,
es decirte Toda Suya,
Causa de Nuestra Alegría.

Oración

Señor Dios todopoderoso, Tú que, mirando complacido la profunda humildad de la siempre Virgen María, la elevaste a la excelsa dignidad de ser madre de tu Hijo hecho hombre y, en este día, la coronaste de gloria y de honor, concédenos, por su intercesión, que ya que como María tenemos parte en tu redención, alcancemos, también como ella, la gloria del reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

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TIEMPO DURANTE EL AÑO
DOMINGO XIX – CICLO C - 8 de agosto de 2010.

La esperanza que mata el temor

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de la Sabiduría 18, 6-9

Aquella noche fue dada a conocer de antemano a nuestros padres, para que, sabiendo con seguridad en qué juramentos habían creído, se sintieran reconfortados.
Tu pueblo esperaba, a la vez, la salvación de los justos y la perdición de sus enemigos; porque con el castigo que infligiste a nuestros adversarios, tú nos cubriste de gloria, llamándonos a ti.
Por eso, los santos hijos de los justos ofrecieron sacrificios en secreto, y establecieron de común acuerdo esta ley divina: que los santos compartirían igualmente los mismos bienes y los mismos peligros; y ya entonces entonaron los cantos de los Padres.

Palabra de Dios.


SALMO Sal 32, 1 y 12. 18-19. 20.22 (R.: 12b)

R. ¡Feliz el pueblo
que el Señor se eligió como herencia!

Aclamen, justos, al Señor:
es propio de los buenos alabarlo.
¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se eligió como herencia!

Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles,
sobre los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y sustentarlos en el tiempo de indigencia.

Nuestra alma espera en el Señor:
él es nuestra ayuda y nuestro escudo.
Señor, que tu amor descienda sobre nosotros,
conforme a la esperanza que tenemos en ti.

Esperaba aquella ciudad
cuyo arquitecto y constructor es Dios

SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta de los Hebreos 11, 1-2. 8-19

Hermanos:
La fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven. Por ella nuestros antepasados fueron considerados dignos de aprobación.
Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber a dónde iba. Por la fe, vivió como extranjero en la Tierra prometida, habitando en carpas, lo mismo que Isaac y Jacob, herederos con él de la misma promesa. Porque Abraham esperaba aquella ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
También por la fe, Sara recibió el poder de concebir, a pesar de su edad avanzada, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. Y por eso, de un solo hombre, y de un hombre ya cercano a la muerte, nació una descendencia numerosa como las estrellas del cielo e incontable como la arena que está a la orilla del mar.
Todos ellos murieron en la fe, sin alcanzar el cumplimiento de las promesas: las vieron y las saludaron de lejos, reconociendo que eran extranjeros y peregrinos en la tierra.
Los que hablan así demuestran claramente que buscan una patria; y si hubieran pensado en aquella de la que habían salido, habrían tenido oportunidad de regresar. Pero aspiraban a una patria mejor, nada menos que la celestial. Por eso, Dios no se avergüenza de llamarse «su Dios» y, de hecho, les ha preparado una Ciudad.
Por la fe, Abraham, cuando fue puesto a prueba, presentó a Isaac como ofrenda: él ofrecía a su hijo único, al heredero de las promesas, a aquel de quien se había anunciado: De Isaac nacerá la descendencia que llevará tu nombre. Y lo ofreció, porque pensaba que Dios tenía poder, aun para resucitar a los muertos. Por eso recuperó a su hijo, y esto fue como un símbolo.

Palabra de Dios.


O bien más breve:

Lectura de la carta de los Hebreos 11, 1-2. 8-12

Hermanos:
La fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven. Por ella nuestros antepasados fueron considerados dignos de aprobación.
Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber a dónde iba. Por la fe, vivió como extranjero en la Tierra prometida, habitando en carpas, lo mismo que Isaac y Jacob, herederos con él de la misma promesa. Porque Abraham esperaba aquella ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
También por la fe, Sara recibió el poder de concebir, a pesar de su edad avanzada, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. Y por eso, de un solo hombre, y de un hombre ya cercano a la muerte, nació una descendencia numerosa como las estrellas del cielo e incontable como la arena que está a la orilla del mar.

Palabra de Dios.


EVANGELIOXLectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 32-48

Jesús dijo a sus discípulos:
«No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino.
Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla. Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón.
Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta.
¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos.
¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!
Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa.
Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada.»
Pedro preguntó entonces: «Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?»
El Señor le dijo: «¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno? ¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentra ocupado en este trabajo! Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. Pero si este servidor piensa: "Mi señor tardará en llegar", y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles.
El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo. Pero aquel que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente.
Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más.»

Palabra del Señor.


O bien más breve:

XLectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 35-40

Jesús dijo a sus discípulos:
«Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta.
¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos.
¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!
Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa.
Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada.»

Palabra del Señor.

Para reflexionar

• La creación del miedo es un arma muy poderosa; y tenemos demasiados miedos. Tenemos miedo a la libertad, sobre todo a la libertad de los otros, que pueden dañarnos o someternos. Tenemos miedo a no tener la verdad, a dudar y a preguntar.
• El miedo nos hace retroceder ante el futuro, pensando que cualquier tiempo pasado fue mejor.
• El miedo nos hace intolerantes y agresivos porque nos pone en guardia. Tenemos miedo a arriesgarnos por temor a perder posiciones, riquezas, privilegios, poder... Y aunque no tengamos nada que perder, a veces resulta que seguimos teniendo miedo porque nos lo meten en el cuerpo aquellos que lo tienen todo.
• A pesar de su gran poder, el miedo, siempre estará amenazado por la esperanza. Porque, aunque el miedo nos paralice, la vida no deja de avanzar.
• Sólo vivimos de verdad, con gozo, cuando lo hacemos realizando en nuestro “hoy” lo que hemos ido construyendo con ilusión anticipadora en la esperanza. Soñamos la vida y luego la vivimos.
• Y resulta que el miedo, que en definitiva es miedo a morir, nos hace anticipar la muerte. Si falta la esperanza “vivimos” como muertos. Vivir es siempre derribar fronteras, franquear horizontes, arriesgar.
• La ilusión se diferencia de las ilusiones porque éstas esperan soluciones mágicas y nos hacen cruzar de brazos y vivir pasivos. Mantener la ilusión, no perder la esperanza, no es una utopía de hombres evasivos sino de creyentes confiados en la poderosa ternura de Dios que tiene puesta en su pueblo la esperanza de la realización de su Reino, de un mundo nuevo.
• Ante la crudeza de una realidad que tiende a crearnos una actitud temerosa y sin ilusión, una vez más Dios nos abre a la vida, nos llama a la esperanza.

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• En la primera lectura nos encontramos con la noche pascual, que se ha convertido en el paradigma de un pueblo que siempre ha recurrido a su Dios para que lo liberara de todas las esclavitudes; que anhela salvación y que encuentra en el Dios comprometido con la historia la razón de ser de su identidad. Se hace memoria para actualizar y para “sentir” la misma presencia liberadora de Dios, porque el pueblo, la comunidad, las personas, siempre pueden estar amenazadas de esclavitud.

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• La segunda lectura nos presenta al creyente como un peregrino; está en el mundo pero no se vincula a él, porque ya ha gustado los bienes invisibles. Así, el andar de Abraham no lo lleva tan sólo a una ciudad terrestre, ni a una tierra prometida material, sino a la ciudad invisible que constituye la vida con Dios.

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• Jesús está abocado a la formación de los discípulos durante el camino a Jerusalén. Los discípulos tienen miedo porque continúa dominando en ellos la mentalidad de un Mesías glorioso, más seguro y Jesús les presenta una nueva perspectiva de la misión que pasa por el sufrimiento. El reino que anuncia implica un cambio profundo en el modo de pensar y de ir construyendo la vida. Muchas de sus propuestas se enfrentan totalmente con lo que la gente ha vivido hasta ese momento o les exigen dar un salto a lo desconocido. Es consciente que en muchos provoca incertidumbre y también miedo: miedo a que no sea posible, al enfrentamiento, a la incomprensión, etc.
• La primera palabra que en esta situación Jesús les dirige es “no teman”. Los invita a confiar en el Padre. Jesús nos lanza a la esperanza, nos proyecta más allá de nuestros miedos.
• Los temores se disipan cuando entendemos que Dios Padre quiere darnos el Reino, cuando Dios nos dice que todo está en sus manos. Es su cercanía la que tranquiliza y no la promesa de algo futuro, aunque esto sea una realidad. No podemos tener miedo porque Jesús camina a nuestro lado, porque estará siempre con nosotros. Lo único que hemos de temer es perder la orientación de la VIDA verdadera.
• El reino no es algo que se nos dará más tarde, después de la muerte. Se da ahora y aquí. Esperar una justicia, una verdad, una solidaridad en el más allá evadiéndonos del compromiso en el más acá no es lo que Jesús anunció y realizó.
• Para vencer al temor hay que perder todo. El que nada tiene, nada teme. Es una invitación a renunciar a la seguridad de “tener” y asegurarnos en el “ser”. El corazón, en la Biblia, es el centro de las decisiones del ser humano, no solo de los afectos, sino de toda decisión. Buscar cuál es nuestro tesoro es una llamada a reconocer dónde está el punto de atracción hacia el cual tienden nuestras aspiraciones más profundas.
• La invitación a renunciar a la riqueza no es para acumular méritos para el cielo, sino para ser coherentes con el proyecto del reino, para estar más libres a la hora de comprometernos con las realidades de este mundo desde el proyecto salvador de Dios.
• La pobreza que nos muestra Jesús no resulta fácil, porque los atractivos de este mundo nos encandilan y nos olvidamos que es camino y no meta. Hay que estar preparados y con las lámparas encendidas.
• La opción por el Reino requiere que los discípulos una actitud vigilante; vigilancia activa y no mera contemplación.
• Vigilar significa no distraerse, no amodorrarse, no «instalarse» satisfechos con lo ya conseguido. Vigilar es vivir despiertos, en tensión. No con angustia, pero sí con seriedad, dando importancia a lo que la tiene. Si el miedo nos pone en guardia, la esperanza cristiana nos pone en camino.
• La vigilancia del discípulo no lo aísla del mundo y sus peligros.
• Vigilar es desarraigo y éxodo permanente hacia el reino de Dios. Para vigilar así hace falta ser pobre, hacerse pobre, y tener una promesa por delante.
• Aunque necesitamos de bienes para vivir, éstos no son la fuente de la vida ni está en ellos la clave o el secreto para ser persona. Sólo el que ama y vive solidariamente y en apertura a los demás, dándose a Dios y al prójimo, tiene vida auténtica y, en definitiva, es feliz, porque entiende la vida con sabiduría. Sólo el hombre que es capaz de dar gratuitamente, sin protección y sin duda, puede verdaderamente amar y mantener esta donación personal, y muchas veces dolorosa, fielmente por toda la vida.
• La pobreza evangélica voluntaria no es tanto un programa de justicia social ni tampoco una práctica ascética, a pesar de que no se excluyen estos valores, es un acto de fe y de amor. Es apostar a las bienaventuranzas evangélicas cómo código de vida.
• No somos dueños absolutos de nuestra vida, sino sólo administradores de ella. La hemos recibido de Dios y hemos de emplearla al servicio de su reino, que se concreta en servicio a toda la comunidad. De ahí la responsabilidad histórica de cada hombre.
• Aquellos que saben que la vida no es un tour, valoran estas palabras de Jesús como una recomendación para que no perdamos la alegría de servir, para que no perdamos la senda. Sin temores, abiertos a la esperanza, pobremente y con vigilancia, no solo haremos un mundo mejor que el que hemos recibido, un mundo que sea casa de Dios, sino que también estaremos seguros de que cuando el Señor nos encuentre seremos tratados como verdaderos y fieles servidores.



Para discernir

• ¿Cuáles son las cosas o situaciones que me producen temor?
• ¿Cuáles son mis esperanzas?
• ¿Dónde tengo puesto mi corazón?

Para repetir
Ayudame a tener el corazón preparado

Para la lectura espiritual
“La historia de la humanidad transcurre bajo la mirada compasiva de Dios a la que nunca abandona. También a este mundo nuestro, Dios ha amado tanto que nos ha enviado a su Hijo. El anuncia la buena noticia del Reino a los pobres y a los pecadores. Por esto nosotros como discípulos de Jesús y misioneros queremos y debemos proclamar el Evangelio, que es Cristo mismo. Anunciamos a nuestros pueblos que Dios nos ama, que su existencia no es una amenaza para el hombre, que está cerca con el poder salvador y liberador de su Reino, que nos acompaña en la tribulación, que alienta incesantemente nuestra esperanza en medio de todas las pruebas. Los cristianos somos portadores de buenas noticias para la humanidad y no profetas de desventuras.” (Aparecida 29)
“La Iglesia debe cumplir su misión siguiendo los pasos de Jesús y adoptando sus actitudes (cf. Mt 9, 35-36). Él, siendo el Señor, se hizo servidor y obediente hasta la muerte de cruz (cf. Fil 2, 8); siendo rico, eligió ser pobre por nosotros (cf. 2 Cor 8, 9), enseñándonos el itinerario de nuestra vocación de discípulos y misioneros. En el Evangelio aprendemos la sublime lección de ser pobres siguiendo a Jesús pobre (cf. Lc 6, 20; 9, 58), y la de anunciar el Evangelio de la paz sin bolsa ni alforja, sin poner nuestra confianza en el dinero ni en el poder de este mundo (cf. Lc 10, 4 ss ). En la generosidad de los misioneros se manifiesta la generosidad de Dios, en la gratuidad de los apóstoles aparece la gratuidad del Evangelio.” (Aparecida 30)


Para rezar

La pobreza evangélica
Dios no puede derramar algo
donde ya está todo lleno de otras cosas.
Jesús lo dijo: "No se puede servir a dos señores",
refiriéndose a Dios y al dinero.
La pobreza, el desprendimiento de todo lo que nos ata
y nos aleja de Dios, sea o no material,
nos deja "vacíos", para que Dios pueda entrar
plenamente en nuestro corazón.
Las cosas deben ser siempre un medio,
nunca un fin en sí mismas

Teresa de Calcuta

























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